El nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Chaves Robles, asumirá este cargo a finales del presente mes con la firme determinación de ser estricto en la aplicación de la regla fiscal, ese polémico mecanismo incluido en la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas (9.635) vigente desde el 1° de julio pasado y que frena el crecimiento del gasto público, con especial énfasis en el gasto corriente: remuneraciones, intereses y transferencias.
Así lo aseguró recientemente en una entrevista que el equipo periodístico de El Financiero le hizo por medio del correo electrónico, pues este doctor en economía de la Ohio State University aún se encuentra en Indonesia como director de país del Banco Mundial, puesto que desempeña desde agosto del 2013.
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“Me ha tocado negociar políticas económicas complicadas en contextos políticos muy difíciles, en algunos casos durante situaciones de crisis profundas, como por ejemplo a principios de los años 2000 en países de Europa del Este y Turquía. Creo haber sido exitoso, pero también tengo que ser humilde y reconocer que en esas circunstancias y a esos niveles no hay técnicas de negociación. Lo indispensable es actuar de buena fe y mantener la legitimidad", manifestó quien está por concluir una carrera de 25 años en dicho organismo internacional, durante la cual trabajó en más de 45 países de América, Europa y Asia.
En opinión de Chaves, quien relevará a Rocío Aguilar en Hacienda –cuyo último día en esa cartera fue el 23 de octubre anterior– su tarea consistirá, en esencia, en encontrar soluciones a problemas comunes. “Hay que ser creativo y ágil en buscar opciones de solución, más que plantarse en una idea o propuesta. Por supuesto, hay que creer en el objetivo de última instancia y mantener la firmeza necesaria para no traicionar valores fundamentales".
Objetivo: más inversión
–¿Qué lo motivó a dejar una carrera internacional en una organización (Banco Mundial) para venir a Costa Rica a asumir la brasa más caliente del Gobierno en la actualidad?
–Mi motivación es servir a Costa Rica. La visión del Presidente (Carlos Alvarado) sobre el futuro del país y las políticas públicas que quiere ejecutar me motivaron a tomar el desafío.
–El sector público de Costa Rica supera las 300 entidades. En su experiencia, ¿cómo simplificar y hacer más eficiente al Estado?
–La ministra de Planificación (Pilar Garrido) ha estado trabajando sobre este tema, en un esfuerzo conjunto con otros colegas en el Gobierno. Recién se anunció una agenda de transformación de instituciones públicas para los cinco meses de sesiones extraordinarias de la Asamblea Legislativa que empiezan el 1° de diciembre.
La experiencia internacional es clara: Sí se puede hacer al Estado más eficaz y eficiente. Es un tema política y técnicamente complejo, pero sin duda el objetivo se puede lograr, y el bienestar del país requiere que lo logremos. Es fundamental tener un buen diagnóstico y un plan de acción claro que sirvan de base para el diálogo sobre políticas públicas. Se necesita apoyo político y gestión efectiva de los planes para hacer a las instituciones del Estado más eficientes.
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–¿Es la reducción del tamaño del Estado esencial para el saneamiento de las finanzas públicas? De ser así, ¿cómo debería implementarse?
–Finanzas públicas sanas significa que el Estado tiene la capacidad política, financiera y operativa para cumplir con sus obligaciones en todo momento. Estas obligaciones incluyen pagar las deudas, los gastos incurridos en prestar los servicios públicos para el desarrollo. Las reformas en las finanzas públicas logradas en el 2018 controlan el crecimiento del gasto y, por lo tanto, también el crecimiento del Estado, lo que es necesario para corregir las políticas públicas que llevaron a gastos desproporcionados con respecto a los ingresos y que causaron un endeudamiento muy acelerado.
Ahora tenemos finanzas públicas más sanas. Quedan espacios para continuar mejorando. Tenemos que aplicar la regla fiscal de una manera estricta, reducir el costo de la deuda pública, mejorar la administración tributaria para recaudar más de los tributos contemplados por ley y optimizar la eficiencia del gasto público. Más allá de las finanzas públicas en sentido estricto, el objetivo debe ser más inversión para acelerar el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
–Desde su perspectiva, ¿hay algún espacio para negociar el cumplimiento de la regla fiscal?
–Un ministro no tiene autoridad para negociar el cumplimiento de la ley, ni siquiera debe intentarlo.
–¿En su criterio, quiénes deben cumplir la regla fiscal?
–Todas las entidades obligadas por la ley, sin excepción.
Imperativo: responsabilidad fiscal
–Usted va a tener que defender la aplicación de la reforma fiscal no solo ante jerarcas del sector público, sino también a lo interno del Gabinete. ¿Cómo lidiar con situaciones como las experimentadas por su predecesora, Rocío Aguilar, en las que Hacienda quedó excluida de negociaciones que contradicen el plan de presupuesto o la reforma fiscal?
–El Presidente me asignó de manera clarísima mantener la responsabilidad fiscal como imperativo. Estoy comprometido a cumplir con esa instrucción con lo mejor de mis esfuerzos y ante todos los sectores y grupos del país.
–¿Los cambios en las remuneraciones que introdujo la reforma fiscal son suficientes para hacer sostenible el pago de la planilla del Estado?
–El Estado costarricense pagará los salarios de los servidores públicos, de acuerdo con la ley. Lo mismo hará con las obligaciones de deuda pública. Sin embargo, eso no es suficiente para el país. El reto es crear espacio fiscal para el desarrollo con absoluta responsabilidad fiscal. Por ejemplo, no me parece sostenible que el Presupuesto Nacional dedique solo un 6% al gasto en infraestructura.
–¿Cómo pretende lidiar con quienes se oponen a la modernización o a cambios importantes como la reforma al empleo público?
–De la única manera posible, con respeto y buena fe, con un diálogo de fondo basado en datos sólidos y análisis robusto, y con el objetivo único de mejorar el bienestar del país.
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–Las calificadoras de riesgo e incluso el Banco Central han manifestado que el crecimiento de la deuda pública de Costa Rica es su principal problema. ¿Cree que puede revertir la tendencia con las herramientas que tendrá a mano?
–Tal como le mencioné, las reformas logradas en el 2018 en las finanzas públicas pusieron control en la razón de deuda/PIB, que se estaba acelerando peligrosamente. Es imperativo continuar ejecutando la regla fiscal. Tenemos que, y podemos, mejorar la administración tributaria para recaudar mejor los impuestos ya establecidos por la ley. Hay que continuar reduciendo el costo de los intereses sobre la deuda. Obviamente, un mayor crecimiento del PIB es importante para reducir la razón deuda/PIB.
–¿Puede Costa Rica regresar a los crecimientos de 4% o 5% del PIB?
–Tenemos que hacer todo lo posible. Los desafíos principales son la baja participación de la inversión pública en el gasto total, ya por muchos años, lo que ha disminuido nuestra competitividad, junto con una inversión privada anémica. Dedicaré bastante tiempo a escuchar los puntos de vista del sector privado, junto con mi colega de gabinete don André Garnier. Hay oportunidades claras que incluyen aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral, hay que apoyar a los ministerios a cargo para darle mejores oportunidades laborales a las mujeres del país.
Indispensable: la credibilidad
–Pese a algunas señales como la aprobación de la reforma fiscal, las calificaciones de riesgo de la deuda costarricense siguen sin mejorar. ¿Qué hace falta para convencer a Moody’s, Fitch y Standard and Poor’s? ¿Cómo y en qué plazo se puede lograr?
–Standard and Poor’s dio una calificación de B+ a la emisión de $1.500 millones de eurobonos. Los requisitos son los mismos: disciplina estratégica y cumplimiento de la ley. La revisión a una perspectiva “estable” la vamos a lograr por medio de estabilizar la razón de deuda en el mediano plazo. Para mejorar la calificación necesitamos mantener la inversión extranjera directa, aumentar la inversión doméstica y generar más crecimiento.
–El próximo año se necesitará una nueva emisión de bonos soberanos. ¿Cuáles elementos son importantes para obtener la aprobación legislativa en el 2020 y posteriormente convencer a los mercados?
–El apoyo legislativo y la aceptación de los mercados son temas relacionados y ambos dependen de la credibilidad del manejo fiscal. Tenemos que demostrar responsabilidad fiscal a los diputados y al pueblo. Con los mercados, lo importante es reducir las tasas de interés, más allá de lo que ya se ha logrado, para eso necesitamos disciplina estratégica e implementación efectiva de la ley.
–Usted asumirá un ministerio de Hacienda que recientemente ha sufrido la salida de figuras clave como la jerarca y el viceministro de Ingresos, Nogui Acosta. Además hay dudas sobre la continuidad en dos puestos importantes como la Tesorería Nacional y la Dirección de Crédito Público. ¿Qué acciones está tomando o tomará para reconstruir el equipo?
–El trabajo del ministerio ha continuado sin interrupción. Pero es obvio que lo deseable es que el ministerio tenga un equipo completo y funcionando bien en todo momento. Mis colegas en el ministerio y yo ya iniciamos el proceso de coordinación, aún estando yo todavía en Indonesia.
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–¿Debería estar la coordinación del equipo económico, actualmente a cargo de la ministra de Planificación, en manos del jerarca de Hacienda?
–Lo importante no es quien coordine, sino que estemos bien coordinados. El Presidente me dio instrucciones claras de que tengo que trabajar en equipo y en coordinación muy cercana con todos los miembros del gabinete, incluyendo a la ministra de Planificación.
–El presidente Carlos Alvarado ha recalcado su experiencia en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. ¿Cómo puede un ministro de Hacienda que enfrenta la precaria situación actual de las finanzas públicas, luchar también contra la pobreza y la desigualdad?
–Todas las crisis fiscales en la historia han multiplicado el número de pobres, incrementado la desigualdad e hipotecado el futuro de la juventud. La primera línea de defensa es la estabilidad económica, por tanto. Por eso el Presidente me dio instrucciones firmes y claras de mantener la responsabilidad y sostenibilidad fiscal como imperativo.
Habiendo dicho esto, es preocupante que la pobreza y la desigualdad no se han reducido desde hace más de una década. Reducir la pobreza y la desigualdad no requieren necesariamente que el Estado gaste más. Hay opciones importantes como, por ejemplo, hacer que las políticas públicas tengan un mayor impacto –como en los países de la OCDE, donde el coeficiente de GINI cae muchísimo; en los casos de Irlanda, Bélgica y Austria, casi a la mitad, después de impuestos y transferencias–. En cambio, en Costa Rica el impacto es muy pequeño.
Mejorar el impacto del gasto actual en educación y salud ayudaría mucho en términos de pobreza y distribución, especialmente a jóvenes y mujeres.
Una administración tributaria con mejor tecnología nos va a ayudar a reducir la evasión de impuestos de las personas con mayores ingresos, mejorando la progresividad de los tributos. En resumen, veo oportunidades para recaudar más de los impuestos ya establecidos por ley y para gastar con mayor impacto.
Por cierto, el equipo de seguridad humana del Gobierno ha avanzado mucho en gastar con más precisión y eficiencia en el campo social, esto esto es indispensable para evitar daños permanentes al capital humano durante momentos de desaceleración de la actividad económica.