Desde hace semanas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Estados Unidos y los europeos acusan a Rusia de querer invadir Ucrania, lo que Moscú niega. Entre la guerra de las palabras, las amenazas de represalias y una reciente cumbre virtual entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y el mandatario de Rusia, Vladimir Putin, he aquí cuatro preguntas para entender la crisis.
Kiev y sus aliados occidentales acusan a Rusia de haber concentrado decenas de miles de hombres en la frontera de Ucrania en previsión de una invasión que el mando militar ucraniano considera posible a partir de fines de enero próximo.
Moscú calificó estos despliegues de rutina. “Todo lo que hace Rusia se hace en el territorio de la Federación”, destacó el miércoles 8 de diciembre el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Los expertos se preguntan sobre la viabilidad de una ofensiva cuando llega el invierno frente a un ejército ucraniano aguerrido por más de siete años de conflicto contra los separatistas prorusos.
Una confrontación ruso-ucraniana podría representar un balance humano y financiero prohibitivo.
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No obstante, el Kremlin y su ejército son capaces de actuar muy rápidamente, como en el caso de la anexión de Crimea en 2014. En 2008, el ejército ruso también derrotó en cinco días al ejército georgiano que había querido recuperar la región separatista de Osetia del Sur.
Moscú recuerda constantemente que tiene “líneas rojas” y subraya que Ucrania se aproxima peligrosamente a ellas desplegando drones militares turcos, reafirmando su ambición de adherirse a la OTAN y reclamando más armas occidentales.
En su entrevista del martes con Joe Biden, Vladimir Putin exigió “garantías jurídicas” que excluyeran la posibilidad de que Ucrania se adhiriera a la Alianza, acusando a los occidentales de traicionar su promesa del fin de la Guerra Fría de no ampliar la OTAN hacia el este.
“Rusia lleva a cabo una política exterior de paz, pero tiene derecho a proteger su seguridad”, declaró el miércoles el presidente ruso, estimando que dejar que la OTAN se acerque sin reaccionar sería “criminal”.
El Kremlin denuncia además las actividades de la OTAN en la zona del Mar Negro. Pero al mismo tiempo, Moscú quiere reanudar con Washington temas clave como la estabilidad estratégica, el nuclear iraní y consolidar su plaza de potencia.
Durante la entrevista Biden amenazó al presidente ruso con sanciones "nunca vistas" en caso de ofensiva contra Ucrania.
Washington también se declaró dispuesto a reforzar su presencia militar en Europa del este. Pero Biden descartó el envío de tropas estadounidenses en apoyo a los ucranianos. No tiene por qué hacerlo, ya que Kiev no es miembro de la OTAN, una organización cuyos miembros se deben ayudar en caso de agresión.
Washington, al igual que los europeos, dejó en claro que la adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica no está prevista. Esto molesta mucho a Ucrania.
Por último, Washington también quiere poder reanudar la cooperación con Rusia en asuntos que van más allá de Ucrania, como el desarme y la ciberseguridad.
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La situación en el frente en Ucrania es tensa, pero no parece haberse deteriorado demasiado en las últimas semanas.
"El número de violaciones de la cesación del fuego reportadas en las últimas dos semanas es inferior al de las dos semanas anteriores", señaló el miércoles la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, aunque dijo que estaba "preocupada" por las tensiones.
Por parte de Rusia, decenas de miles de militares están desplegados no lejos de Ucrania, pero una gran parte lo está desde la primavera boreal y un período anterior de tensiones.