Reino Unido vive a partir de este jueves una nueva ola de huelgas masivas en los transportes, correos y puertos, prosiguiendo el mayor movimiento social de este tipo en décadas ante una inflación disparada y un poder adquisitivo que se derrumba.
En este período de vacaciones escolares solo un tren de cada cinco circulaba este jueves. Decenas de miles de empleados ferroviarios fueron llamados a parar el trabajo por los sindicatos británicos RMT, TSSA y Unite. Network Rail, gestor público de la red, instó a los británicos a evitar este tipo de transporte.
Los pasajeros que, pese a todo, intentaban tomar un tren se mostraban comprensivos con los huelguistas, dada una inflación que superó el 10% anual en Reino Unido por primera vez en 40 años, desvalorizando los salarios.
"La huelga es justa, porque la inflación está ahora en un nivel récord" afirmó a AFP Usam Sarda, un dentista de unos 30 años, en la estación londinense de Euston.
"Toda mi simpatía está con ellos", los huelguistas, sostuvo Greg Elwood, un asesor de 26 años, interrogado en la estación de Leeds, al norte de Inglaterra.
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El mayor movimiento de huelga ferroviaria desde 1989, al final de los años Thatcher, podría “proseguir indefinidamente” advierte este jueves 18 de agosto el secretario general de RMT, Mick Lynch. Las huelgas en este sector se han producido ya por episodios desde junio, a falta de acuerdos salariales.
"Los trabajadores británicos están fundamentalmente subpagados" agrega el sindicalista, para quien el movimiento "no cesará" y puede en cambio extenderse "a cada sector de la economía".
De hecho, los paros se multiplican en el país. El viernes, el conjunto de la red de transportes de Londres estará casi paralizado y seguirá perturbada todo el fin de semana, mientras se prevé otro día de huelga ferroviaria el sábado.
El domingo, los estibadores del puerto de Felixstowe (este de Inglaterra), iniciarán una huelga de ocho días, amenazando con detener gran parte del tráfico de mercancías.
Acciones similares están previstas o se han producido en los depósitos de Amazon, entre abogados penalistas o entre los recogedores de basura.
Estos movimientos sociales podrían durar más allá del verano y extenderse a los funcionarios de la educación y de la salud, donde los sindicatos han calificado de "miserables" las ofertas de aumentos salariales de un 4%.
En todas partes, la consigna es la misma: los trabajadores reclaman alzas de salarios correspondientes a la inflación, que llegó en julio al 10,1% en doce meses y podría superar el 13% en octubre, según las previsiones del Banco de Inglaterra.
Los precios se han disparado principalmente por las cotizaciones de gas, de las que el país es muy dependiente, y que aumentan por la guerra en Ucrania, pero también por las perturbaciones en las cadenas de abastecimiento y la falta de trabajadores, como consecuencia del covid-19 y el Brexit
El poder adquisitivo se ve corroído a velocidad récord por las subidas de los precios, lo cual "demuestra la necesidad vital (...) de defender el valor de los sueldos", afirma en un comunicado Sharon Graham, secretaria general de Unite, uno de los principales sindicatos del país.
Algunas huelgas se han podido evitar de último momento gracias a ofertas de remuneración consideradas satisfactorias.
Los empleados de una empresa de suministro de carburante en el aeropuerto internacional de Heathrow, en Londres, que amenazaban con perturbar el tráfico, desistieron finalmente de la huelga. También lo hizo el personal de tierra de British Airways, tras una mejora salarial.
Los ferroviarios mantienen en cambio su huelga, ya que las negociaciones con multitud de operadores privados están en un callejón sin salida.
Los sindicatos también denuncian la decisión del gobierno de modificar la ley para permitir el recurso a trabajadores interinos en reemplazo de los huelguistas.
La célebre gran tienda de lujo londinense Harrods ha sido la “primera empresa en amenazar a su personal” con recurrir a esta ley, en plena votación del personal sobre una propuesta de huelga, según Unite.
Inflación en Costa Rica
Costa Rica no es ajeno a estos niveles de inflación. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), durante julio se reportó una inflación anualizada del 11,48%.
Esta cifra es la más alta que se ha registrado en Costa Rica desde abril de 2009, cuando la variación anualizada fue de 11,75%. El aumento en los precios del país nuevamente sobrepasó el límite superior del rango de tolerancia determinado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), que es de ±1 punto porcentual alrededor de la meta de inflación de 3%.
El transporte y los alimentos y bebidas no alcohólicas fueron las divisiones más golpeadas con el encarecimiento al registrar una variación interanual del 23,17% y 21,08%, respectivamente.
Según las estimaciones del BCCR, la inflación no bajaría al rango meta hasta el segundo trimestre del 2024.