El presidente de la República, Rodrigo Chaves, anunció el pasado sábado 28 de mayo la eliminación de las Pruebas Nacionales para el Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO).
Días después, el 9 de junio, el El Consejo Superior de Educación (CSE) ratificó esta propuesta, presentada por el oficialismo a través de la ministra de Educación, Anna Katharina Müller, y eliminó las pruebas FARO, que equivalían al 40% de la nota.
Como señaló el diario La Nación en un artículo, las pruebas de Ciencias, Español y Matemáticas se iban a iniciar el 15 de junio próximo para alumnos de sexto grado, y el 29 de junio para undécimo. En una reunión llevada a cabo el 9 de junio entre las 5:00 pm y las 9:00 pm, el CSE decidió eliminar estos exámenes.
“Las pruebas no serán requisito para la obtención del Certificado de Conclusión de Estudios I y II Ciclo de la Educación General Básica y el Título de Bachiller en Educación Media y solo será necesaria la aprobación del plan de estudios 2022”, señaló el citado artículo de La Nación.
La decisión de eliminar las FARO quedará en firme a través de un decreto ejecutivo que reformará y derogará transitorios del Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes, y que “se publicará próximamente”, de acuerdo con el Ministerio de Educación Pública (MEP).
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Ante esto, El Financiero consultó a expertas y expertos en educación sobre cuáles podrían ser algunas opciones para evaluar el aprendizaje de los estudiantes en Costa Rica. Este es su análisis:
Leda Muñoz, catedrática de la Universidad de Costa Rica (UCR) y directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo, comentó a EF que para medir el aprendizaje de los estudiantes sí se necesita alguna prueba y se requiere diseñarla, aplicarla bien y saber usar los resultados para que, efectivamente, funcione para mejorar “la estrategia de nivelación, de acompañamiento y de todo el sistema educativo”.
Pero, ¿qué tipo de pruebas pueden funcionar? De acuerdo con Muñoz, la educación ha venido moviéndose de aprendizajes estrictamente de acumulación de conocimiento a una mezcla en donde hay conocimientos y habilidades y destrezas.
De manera tal que a criterio de la catedrática, las pruebas deberían recoger esos dos elementos: conocimientos, “porque siempre hay que tener conocimientos base, conceptuales”, pero con una gran importancia a estas nuevas habilidades, que “desde hace varios años el sistema educativo dijo que iba a estar enfatizando”.
Eso sí, la directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo destacó que es importante tener un “plan B” pronto, “porque estamos en esta crisis (educativa) y porque más que nunca necesitamos entender dónde están los estudiantes hoy y generar propuestas para esa desnivelación que hemos venido hablando”.
Lo peor que podríamos hacer es no tener pruebas y cerrar los ojos, o tener pruebas de carácter punitivo que castigan si no se están logrando los aprendizajes (“que ya sabemos que no se están logrando”), o devaluar esas pruebas, hacer una especie de curva para alcanzar promociones similares como si nada hubiera pasado. Porque cuando esa estudiante o ese estudiante salga a la vida se va a encontrar con que no tiene las herramientas para armar su proyecto de vida, para entrar al mercado laboral, etc. Algunos de esos estudiantes tendrán forma para compensar lo que no recibieron en el sistema educativo, pero otros no; y estaríamos castigando y engañando, de alguna manera, a los estudiantes.
— Leda Muñoz, catedrática de la UCR y directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo
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Por otro lado, Silvia Castro, doctora en Administración Universitaria y presidenta de la Junta Directiva de la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Ulacit), expresó que la evaluación de los aprendizajes debe estar orientada hacia el desarrollo de competencias para el trabajo y la vida.
“Las políticas de evaluación de los aprendizajes deben ser reformuladas en su integridad, para asegurar que la evaluación cumpla su papel en mejorar la calidad del aprendizaje”, comentó Castro.
Es por eso que la presidenta de la Junta Directiva de la Ulacit considera que una alternativa para evaluar el aprendizaje de los estudiantes es implementar una plataforma virtual de aprendizaje —que podría estar disponible en una aplicación para teléfonos o en los laboratorios en los centros educativos— que ayude al personal docente a evaluar a los alumnos de forma clara, específica, continua, formativa y con realimentación idónea.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) podría tener información sobre la calidad de los aprendizajes en tiempo real, por curso, unidad, docente, institución educativa y otros, con fines de mejoramiento continuo. No hace falta conectividad al 100%, los centros no conectados podrían trabajar offline y cargar los datos al sistema, una vez al mes. Se debe además evolucionar hacia la evaluación por proyectos, a través del uso de portafolios digitales.
— Silvia Castro, doctora en Administración Universitaria y presidenta de la Junta Directiva de la Ulacit
Por su parte, el exdiputado y exministro de Educación, Francisco Antonio Pacheco dijo estar de acuerdo con el fondo de la medida anunciada por el presidente de la República. Sin embargo, “a condición de que se restablezca el bachillerato, porque si desaparece una forma seria de evaluación sería un daño terrible para la educación. Pero eso es competencia del Consejo Superior de Educación, es al que le toca tomar la decisión”; de acuerdo con el medio de comunicación La Nación.
Precisamente, la jerarca del Ministerio de Educación Pública, Anna Katharina Müller, indicó este 28 de mayo que desde su despacho, como ministra de Educación, ha estado trabajando con un equipo técnico de la entidad en una propuesta que ella presentará al Consejo Superior de Educación para eliminar las pruebas FARO.
“Existen razones técnicas suficientes que amparan esta recomendación, la cual será analizada por el Consejo próximamente. El Consejo se va a reunir luego de que se publique el nombramiento de la persona que llenará el puesto vacante en este momento”, añadió Müller.
¿Se debe evaluar también a los docentes?
Leda Muñoz manifestó que el estudiante es el que siempre ha tenido que demostrar que aprendió, “si se gradúa o no se gradúa, o si hay promoción o no hay promoción”. Sin embargo, consideró que “todos sabemos” que los resultados de ese aprendizaje se ven favorecidos o, al contrario, tienen barreras que se originan desde muchas variables, entre ellas: infraestructura, recursos didácticos, programas de estudio, pero “muy, muy fundamentalmente desde los actores principales”: los docentes.
“Yo diría que en este momento de crisis también debiéramos valorar el poder hacer pruebas en los docentes, no punitivas, de nuevo, sino que nos permitan saber cuál es el dominio que tienen de los conocimientos y habilidades que el plan propone, ese alcance, y poder dar entonces una mejor estrategia de desarrollo de personal docente, de capacitación, de acompañamiento, verdad, porque ellos son determinantes en esos resultados que se espera que tenga el estudiante”, concluyó Muñoz.
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Nota del editor: artículo publicado originalmente a finales de mayo de 2022 y editado el 9 de junio del mismo año.