Cada vez son más. Pequeñas casitas con distintos diseños y todo lo necesario para una o dos personas, puedan vivir. Ancladas a la tierra, sobre ruedas o hasta en el mar, el movimiento de las tiny houses o minicasas toma fuerza en el mundo como respuesta a la necesidad de vivienda accesible.
Parece un factor simple, una casa por la que se pueda pagar. Sin embargo, es el principal obstáculo para una parte de la población en su afán por tener casa propia. Los que se quedan fuera de la ecuación ante préstamos hipotecarios de decenas o hasta cientos de miles de dólares, también están en Costa Rica, pero una tiny house promete ser barata, con todas las comodidades necesarias.
Contenedores, pequeños rectángulos creados con materiales económicos o la conversión de autobuses en pequeñas casitas, son algunos de los ejemplos que hoy se ven en el país. Con ruedas o sin ruedas, las combinaciones son múltiples y hay para todos los gustos.
Con propuestas económicas y distintos métodos de construcción, las minicasas también varían en cuanto a la ley o reglamentos que las cobijan en Costa Rica y la posibilidad de obtener un préstamo para conseguir una de ellas tampoco es sencillo.
¿Qué son las minicasas?
Las minicasas son la respuesta a la necesidad social de vivir en “menos espacio, pero más funcional”, de acuerdo con Rodrigo Martínez, presidente del Colegio de Arquitectos.
La funcionalidad también es algo que varía entre diseños y entre propietarios, pero casi siempre termina definiéndose por el costo. Son alternativas “que no sean muy fuertes a nivel de gasto” con “posibilidades exactas para que las personas puedan subsistir”, explica Martínez.
Pequeña, funcional y accesible, esos son los tres requisitos con los que debe cumplir una vivienda para poder llamarse tiny house. ¿Pero quién define qué tan pequeña, qué debe tener y cuánto debe costar? No hay reglas escritas, pero hay algunas referencias.
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Cuántas personas vivirán en el espacio o qué tanto tiempo se pasará adentro son factores que afectan el concepto de pequeñas, de acuerdo con Javier Chacón, ingeniero y director de operaciones del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA).
Una forma de dimensionar cuánto puede medir una casa pequeña es tener como referencia una vivienda de interés social. Según datos del Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi) esa área es de 42m² en promedio.
La mayoría de minicasas que hoy se comercializan están por debajo de esta medida.
Por su parte, el Reglamento de Construcciones del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU) establece que lo mínimo que debe medir una casa para considerarse habitable son 30m².
Este es un documento que data de 1982, con una última actualización de 1987. Bastante tiempo antes de que el movimiento empezara a popularizarse.
También hay medidas mínimas por cada espacio, por ejemplo, 7,5 m² por habitación o 5,5 m² por área de cocina.
“Por debajo de esto, sería un tanto informal”, explica Esteban Castro, profesor de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Sin embargo, en la práctica sucede. “Por ejemplo, está sucediendo que en condominios hay casas estudio que son hasta de menos de una vivienda de interés social, pero que funcionan perfectamente”, asegura Martínez.
Esto, porque los espacios diferenciados considerados necesarios en la vivienda cada vez son menos. Qué debe tener como mínimo una casa depende de cada persona o familia.
Implementar una tiny house de menos de 30m² requiere una modificación a la ley y reglamentos vigentes, según la Fundación Promotora de Vivienda (Fuprovi). “Sin embargo, hay que considerar que en el sector inmobiliario se están ofreciendo soluciones habitacionales de menos de 40 m2 como apartamentos en torres en condominio, entre otros, pero que cumplen con la legislación vigente o al menos así se esperaría”, aclararon.
A nivel arquitectónico, el movimiento de las minicasas viene asociado con el minimalismo. Casas más austeras, con espacios reducidos y funcionales que permiten que reducir la cantidad de metros cuadrados, de acuerdo con Martínez.
Además, hay muchos espacios antes tradicionales en una vivienda que ya no son necesarios, porque se solventan a nivel comunal, como lavanderías.
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“Con el paso de los años, las casas son cada vez más pequeñas, eventualmente llegarán a ser tiny”, detalla Chacón de acuerdo con las solicitudes de permisos que reciben.
Sin embargo, en la estadística esto varía dependiendo del lugar y del tipo de construcción.
Independencia financiera
De las tres promesas de las minicasas, la independencia financiera es quizá la más importante.
El movimiento creció en Estados Unidos, Australia y Europa, donde el valor de la tierra y de construcción limita el acceso. En Costa Rica, guardando algunas distancias, la situación parece repetirse.
“Si el valor de la tierra es cada vez más caro hay que reducir la huella construida”, explicó Castro. Por otro lado, está el valor de la construcción por si sola.
El valor del metro cuadrado de construcción ha crecido en los últimos años, según Fuprovi, impulsado por indicadores como el ajuste de índices de precios, la importación de materia prima y el tipo de cambio del dólar.
Una parte del surgimiento de las minicasas es una reacción a esto. Aunque también hay otra buena parte de personas que lo hacen por convicción.
Bajo la premisa de vivir de forma reducida, muchas personas optaron por reutilizar o reciclar espacios y aumentar su valor original al potenciar su uso. Los contenedores y los autobuses antiguos son dos de los ejemplos más importantes en esta tendencia, como en el caso de MicroMacro.
La iniciativa propone utilizar autobuses viejos, que en el país salen de circulación cada 20 años y transformarlos en viviendas, dándoles cerca de 30 años más de vida útil con un valor mayor al que tenían originalmente, de acuerdo con Omara Fuks, gerente comercial de la empresa.
La compañía se dio a la tarea de hacer esto de forma comercial. El primer modelo terminado es de 30m², más 8m² de terraza plegable, construidos en un antiguo autobús marca Hino. El precio total: $38.000 incluyendo muebles y línea blanca. Aunque este modelo no tiene motor, es remolcable porque mantiene sus ruedas.
Como parte del proceso de venta de esta primera unidad, se vieron frente a la complicación de buscar opciones de financiamiento, ancladas en la concepción de vivienda tradicional. Sin embargo, empiezan a ver las primeras luces.
El Banco Nacional de Costa Rica (BNCR) y Banco Promérica están estudiando el caso para ofrecer créditos acordes a las nuevas circunstancias.
“Cuando un banco da un préstamo de vivienda, tiene la garantía de pueden rematar la casa, porque están pegadas a un lote. Las tiny homes tienen el riesgo de que se pueden mover y eso es un miedo de los bancos, pero van entendiendo que las casas ya no son todas pegadas a un terreno”, explica Fuks.
EF consultó con el BNCR, BAC y Banco de Costa Rica (BCR) sobre los préstamos que ofrecen para este tipo de viviendas. Al cierre de edición el BCR no había dado respuesta, mientras que el BNCR indicó que analizan cada caso de forma individual.
En el BAC, detallaron que no establecen límites en la cantidad de metros cuadrados de la vivienda o el terreno para otorgar un crédito hipotecario. “Solo requerimos que la vivienda tenga al menos dos aposentos y las áreas necesarias para garantizar la comodidad familiar”.
Sin embargo, aclararon que “por políticas internas del banco”, no dan créditos para viviendas rodantes, “pues la garantía necesaria del préstamo debe ser un bien inmueble, algo que no se cumple en este caso”.
Estas limitantes parecen repetirse.
La Universidad Autónoma de México (UNAM) desarrolló un modelo de minicasa llamado Vivienda Industrializada Sustentable (VIS), de 28m² en total, con el objetivo que se pudiera construir en serie, para resolver el faltante de espacio de viviendas dentro de Ciudad de México. Fue diseñada con principios ergonómicos y en dos niveles.
El prototipo, que además es movible, costó poco más de $34.000, pero su producción industrial bajaría los costos considerablemente. Sin embargo, su avance está pausado porque no cumple con la reglamentación actual de ese país.
Legislación
El Reglamento de Construcciones y las normas técnicas, como el código sísmico o eléctrico son partes de las leyes que también aplican para las minicasas.
Los aspectos propios de la construcción, como los códigos, se deben aplicar siempre porque el riesgo es independiente al tamaño de la casa. Por ejemplo, según estadísticas del Cuerpo de Bomberos, un espacio de 9m2 se puede incendiar por completo en menos de 5 minutos, que es el tiempo promedio de respuesta que tiene la entidad.
“El hecho de que sean pequeñas no significa que los riesgos sean pequeños, incluso podría ser mayor porque en menos espacio se concentran más soluciones”, detalló el ingeniero.
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Sin embargo, para otros aspectos, “la ley sigue al mercado, esa es la tendencia normal”, explica Chacón.
El Colegio ya registra casos de tiny houses inscritas como remodelaciones y algunas viviendas con contenedores como base.
Actualmente el 75% de los metros que se tramitan en el país, en vivienda, corresponde a obra nueva. Lo restante son remodelaciones y ampliaciones. Según Chacón, esta tendencia empieza a cambiar levemente porque se empiezan a tramitar más remodelaciones que en años anteriores, como respuesta a factores como el acceso al crédito.
Sin embargo, hay un agujero legal cuando se habla de casas rodantes que no son consideradas obras constructivas en el país.
“Están en una franja ambigua, no es una construcción, no es un vehículo, pero alguien puede vivir ahí, aunque no requieran ninguno de los trámites que se solicitan para una vivienda tradicional”, analiza Castro.
Para ajustarse a esta realidad, la normativa podría entraría en análisis válidos, para documentos que podrían estar obsoletos de cara a lo que plantea el mercado.
“No solo culturalmente variamos y ahora hay cosas que este documento no contempla, también está el punto de vista tecnológico con diseños de piezas más compactas y eficientes desde el punto de vista de uso del espacio”, detalló Castro.
Históricamente, la arquitectura ha sido afectada por distintos movimientos, que han revolucionado sus bases y criterios entre una época y otra, casi siempre basados en las necesidades de la población. Hoy, uno de esos llamados es pensar en pequeño.