Después de un siglo de tensiones geopolíticas por el acceso al petróleo, los expertos temen que la transición energética cree, sobre todo en Europa, nuevas dependencias de los países productores de metales cruciales para las tecnologías bajas en emisiones de carbono y de electrificación del planeta.
¿Cuáles son los metales de la transición climática?
El cobalto, níquel, manganeso y litio conducen la electricidad en las baterías de los automóviles; los metales de las tierras raras (neodimio, praseodimio, disprosio, etc.) se emplean en la fabricación en discos duros o imanes permanentes para aerogeneradores; el cobre y el aluminio generalmente conducen la electricidad; el platino se utiliza para el hidrógeno.
Todos estos metales permiten a la industria, la electrónica, los transportes o los sistemas energéticos abandonar el uso de hidrocarburos y dejar de emitir gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
Estas materias se situarán en el centro "de los esfuerzos para descarbonizar y electrificar la economía a medida que nos alejemos de los carburantes fósiles", señala un informe de la consultora McKinsey publicado a principios de 2022.
Serán tan esenciales como lo fueron el carbón para las máquinas a vapor en el siglo XIX o el petróleo en el siglo XX.
¿Qué se necesita para lograr la neutralidad de carbono en 2050?
Según la Organización Mundial de la Energía, la demanda global de estos metales podría cuadriplicarse para 2040 si el mundo se compromete con el acuerdo del clima de París.
En esta transición energética, habría que producir más metales de aquí a 2050 de lo que la humanidad ha producido en toda su historia, estima Olivier Vidal, del Instituto de las Ciencias de la Tierra de Grenoble del CNRS.
Sobre la disponibilidad de materias, existen dos visiones contrapuestas: algunos expertos anticipan escasez, mientras que otros afirman que la evolución tecnológica y el reciclaje permitirán sostener el aumento de la producción.
Según un estudio de la Universidad de Lovaina, Europa se expone a una "escasez crítica en los próximos 15 años, especialmente de litio, cobalto, níquel, cobre y metales de las tierras raras".
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El continente europeo, que importa casi la totalidad de esos materiales, solo lograría cubrir entre el 5 y el 55% de sus necesidades para 2030, si bien aún dispone de recursos no explotados, como cobalto, galio, germanio y litio, asegura la Alianza Europea de Materias Primas (ERMA).
Aunque es necesario que se concedan "permisos mineros", subraya su presidente, Bernd Schaefer.
Se están creando nuevos proyectos de explotación de litio, entre ellos uno en Francia, anunciado el lunes por el grupo Imerys.
Estados Unidos acaba de abrir su primera mina de cobalto en décadas en el estado de Idaho y fabricantes automovilísticos como Tesla quieren invertir en operadores mineros.
¿Cuáles son los países productores?
El mercado del cobalto está dominado por un actor principal en cada extremo de la cadena de valor: la República Democrática del Congo (RDC) cubre el 70% de la producción mundial y China, más del 50% del refinado.
Sudáfrica representa el 37% de la producción mundial de manganeso y Guinea, el 22% de la bauxita (empleada para fabricar aluminio).
En cuanto al litio, los principales productores son Australia, Chile y Argentina, si bien Bolivia dispone de las mayores reservas no explotadas.
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¿Cuáles son los desafíos geopolíticos en torno a estos metales?
"El triángulo del petróleo y el gas --Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos-- gobierna el mundo desde hace 40 años. Un monopolio que dejará poco espacio a una bipolarización del mundo entre Estados Unidos y China, grandes consumidores de los metales de la transición energética", considera Philippe Varin, autor de un informe sobre el abastecimiento de la industria francesa en materias primas minerales.
En África y en otros lugares, China y sus empresas se han hecho con "el 40% del control de las cadenas de valor para los metales necesarios para la fabricación de baterías. Este cambio en el panorama geopolítico será un generador de tensiones", considera.
Estos materiales “podrían ser objeto de un enfrentamiento entre China y Estados Unidos en los próximos años”, concuerda Emmanuel Hache, del centro de investigación IFP Energies nouvelles.