Tres de cada 10 personas aseguran tener al menos una deuda activa en Costa Rica. Este dato se desprende de la más reciente Encuesta de Cultura Financiera de los Costarricenses, realizada por el Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) y el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional.
“Tenemos muchísimas personas en una situación de endeudamiento”, afirmó en conferencia de prensa el economista Leiner Vargas, “y algunas de ellas en condiciones críticas, en créditos gota a gota”, agregó el investigador.
En total, la encuesta de la UNA implicó la realización de entrevistas a 1.705 personas mayores de 18 años de todo el territorio nacional. Principalmente incluyó a ciudadanos costarricenses, pero también a extranjeros con dos o más meses de residir en el país, para excluir a turistas.
Deudas activas
Los datos de endeudamiento encontrados por este estudio de la UNA confirman la percepción de que una gran parte de la población costarricense vive endeudada.
“Los costarricenses son una población que normalmente se encuentra endeudada, y este resultado lo vuelve a confirmar”, indicó el informe de resultados del estudio, publicado por la UNA este mes de marzo. “Esta alta proporción de individuos endeudados sugiere una tendencia generalizada hacia la adquisición de compromisos financieros”, remató.
Pero, ¿por cuáles de necesidades o deseos se endeudan más las personas en el país?
Las respuestas son variadas.
En el primer puesto están quienes utilizaron su crédito activo para comprar carro o algún otro activo; en el segundo están quienes accedieron al endeudamiento para gastos personales, de comida o de servicios; y en el tercero están quienes lo hicieron para adquirir una vivienda propia.
Estos tres tipos de créditos son bastante más comunes que otros que también se ofrecen ampliamente en el mercado, como los relacionados con emergencias o cuestiones de salud y educativas.
En cuanto a la tenencia de tarjetas de crédito, un 27,92% de la población encuestada afirmó tener al menos una, según el estudio. Entre ese grupo, un 6,7% de las personas con una deuda activa afirmó haber accedido al crédito para poder cumplir con obligaciones de pago de este tipo de tarjetas bancarias, lo cual implica que los problemas crediticios también afectan a sectores de la población con un nivel de ingresos medio o alto, indicó el economista Vargas.
Los datos de endeudamiento chocan de lleno con los de ahorro.
Hasta un 32,41% de las personas aseguran que no son capaces de ahorrar un solo colón a final de mes; mientras que solo un 10,6% afirma poder guardar más del 20% de sus ingresos.
“Tenemos una sociedad con una cultura muy baja de ahorro. Podríamos atribuirlo a que tiene muy pocos ingresos; sin embargo, este dato es transversal a todas las poblaciones, no es un dato que esté asociado solamente a los empleados en el sector informal o solamente a las personas de menores ingresos”, indicó el académico de la UNA.
Sector formal e informal
En materia de endeudamiento, la encuesta también profundizó en materia de mercados formales e informales.
Específicamente, encontró que hasta un 42,11% de las personas encuestadas afirma haberse endeudado alguna vez con instituciones del sector financiero formal; mientras que un 5,34% acepta haberlo hecho con el sector no formal, puntualmente a través de los popularmente conocidos como financiamientos de “gota a gota”.
Estos son créditos que usualmente se relacionan con lavado de dinero obtenido en actividades delictivas y por los cuales se cobran tasas de interés usureras. De hecho, se trata de operaciones que generalmente se convierten en impagables con el paso del tiempo; pero que son de fácil acceso en comparación con los formales.
Más que un crédito en sí mismo, son operaciones que ofrecen estructuras delictivas para traspasar dinero sucio a la economía formal y para multiplicar sus ganancias, a través de prácticas extorsivas.
¿Por cuál razón es que las personas que habitan el país caen en el sector informal?
La encuesta determinó que las principales causas son por haber perdido la categoría crediticia en el mercado formal (19,78%), la imposibilidad de seguir acudiendo al mercado formal por asuntos de pago (16,45%) o ser parte de la economía informal (17,58%).
Solo un 1,1% indicó como razón principal haber perdido su tarjeta de crédito por la ley de regulación a las tasas de usura, según el estudio.
“Este factor es muy pequeño y no es la causa de la creciente informalidad crediticia”, indica al respecto el informe de resultados: una interpretación que es contraria a la opinión de diversos sectores, incluido el bancario.
“Además, es notable destacar que un porcentaje significativo del 45,05% de los encuestados expresó otros motivos para su endeudamiento (informal). Al ser consultados sobre estos motivos, la mayoría señaló que buscaban la obtención de fondos con mayor facilidad y rapidez, motivados por situaciones de emergencia o urgencia”, puntualizó el documento.
Además de estos resultados, un 18,18% de los encuestados reconoció haber dejado de pagar alguna vez uno de sus créditos. Entre las principales consecuencias mencionadas estuvo quedarse sin acceso a más crédito formal, problemas de salud física y mental, pérdidas personales como las del trabajo o la pareja, y pérdidas de activos como casas, carros o comercios, en ese orden.
“Esto es muy alto y no es consistente con los datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef)”, afirmó Vargas, quien considera que esto se debe a que “los índices de morosidad deben de andar entre el 2% y el 3%, pero tenemos un sistema de migración de los créditos sucios a un esquema de informalidad”.
“Esto coincide con los datos que se tienen sobre cantidad de créditos informales que hay en los juzgados a cobrar, que son más de 800.000 personas que están siendo requeridas”, concluyó.