El padrón electoral llega a las elecciones del 2022 formado por 3,5 millones de votantes y una composición en evolución: la mitad de las personas están por debajo de los 40 años, aunque la proporción de este grupo va a la baja siguiendo el proceso de envejecimiento de la población; hay más electores más abstencionistas y una mayor concentración en pocos cantones.
La evolución del conjunto de electores coincide con una transformación en el sistema de partidos políticos, con una nueva dinámica de las campañas electorales y una mayor volatilidad en las decisiones de los votantes.
A diferencia del 2018, en esta ocasión la campaña carece de un tema que aglutine el interés de una mayoría de votantes. Por el contrario, existen múltiples preocupaciones ciudadanas, como el desempleo y la corrupción, a las cuales los partidos y candidatos intentan ofrecer respuestas. Sin embargo, en redes sociales son otros los temas que acaparan las publicaciones de las campañas.
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Transformaciones
EF recopiló y analizó datos provenientes del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) con el fin de exponer los principales cambios sociodemográficos del padrón en las últimas décadas.
Para las elecciones del 2022, el universo de electores lo conforman 3,5 millones de costarricenses, un aumento de 220.000 personas con respecto al último proceso presidencial del 2018.
La mayoría, sin embargo, se concentra en pocos cantones. Cerca de un tercio de esos electores están en siete municipios: San José, Alajuela, Desamparados, Cartago, San Carlos, Pérez Zeledón y Heredia. Juntos reúnen a más de un millón de votantes.
Una hecho que amplió este padrón fue la decisión de habilitar la votación presidencial en el extranjero, que se llevó a cabo por primera vez en el 2014. En esta ocasión, 50.833 costarricenses están empadronados en el exterior.
Para este año, casi la mitad del padrón (47%) está entre los 18 y los 39 años. Sin embargo, la tendencia indica que la presencia de estos grupos de edad más jóvenes viene a la baja. Hace solo ocho años ese porcentaje superaba el 50%.
Por el contrario, los grupos de edad entre 40-49 y 50-59 presentan una tendencia a ensancharse, aunque con fluctuaciones.
La pirámide demográfica es un primer elemento sustantivo que incide en los cambios que presenta el padrón, según la politóloga Eugenia Aguirre.
“Se ensanchan grupos de edad que no responden a la división entre ganadores y perdedores de la guerra del 48. Tenemos un padrón que se separa de ese fenómeno como punto de partida de militancia”, comentó Aguirre.
Pensar que las personas votan en grupo, según sus características sociodemográficas, tampoco parece estar vigente en estos días, sino que interfieren otros factores.
Estas características pierden peso cuando se incrementan los niveles de educación y las capacidades cognitivas de las personas, pasando de la lealtad a la decisión, según lo plasma el politólogo Adrián Pignataro en su artículo Lealtad y castigo: comportamiento electoral en Costa Rica, del 2017.
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Otro cambio decisivo tiene que ver con la participación y su cara antagónica, el abstencionismo.
Las elecciones de 1998 impusieron un antes y un después en la participación, pues desde ese año el abstencionismo se mantiene en 30% o más, similar a las dos primeras elecciones en la historia organizadas por el TSE (1953 y 1958). En las décadas posteriores, el abstencionismo se mantuvo por debajo del 22%, llegando a un mínimo histórico en 1970 con 16,7%.
Esta caída en la participación se atribuye a dos factores principales, según Pignataro: una abstención estructural concentrada en estratos de nivel socioeconómico bajo y un distanciamiento de los partidos tradicionales que dominaron el bipartidismo: Liberación Nacional (PLN) y la Unidad Social Cristiana (PUSC).
No obstante, este indicador se presenta de forma distinta a nivel etario y territorial.
Al verlo por grupos de edad, los menores de 30 años y los mayores de 80 presentan la participación más baja. En el caso de los primeros, se observa una caída más pronunciada desde el 2014.
Por el contrario, las personas entre los 50 y 69 años son las que más participan, aunque también cada elección lo hacen menos.
“Para muchas personas abstenerse es una muestra de descontento con la oferta partidaria y con el sistema político más generalizado, una disconformidad con el diseño democrático”, afirmó Aguirre.
La politóloga consideró que la abstención en los mayores de 80 podría estar relacionada a limitaciones o dificultades de movilidad, mientras que en los menores de 30 años sigue el patrón de poca participación de esas edades en la política. Además, comentó que estudios han indicado que la primera elección es clave: quien no participa en ella, es probable que no lo siga haciendo.
Las personas entre 50 y 69 se caracterizan por estar relacionadas a esa formación inicial y al desarrollo del sistema político posterior a 1948; todavía sostienen cierta afinidad política y presentan menos erosión democrática.
También la variable de género matiza la participación, pues las mujeres votan más y marcan la tradición de participación electoral en Costa Rica.
A nivel de provincias también hay movimientos. Limón era la provincia que puntuaba como la más abstencionista, pero desde el 2006 ese lugar lo tomó Puntarenas. Ese año Guanacaste se sumó como la tercera provincia con más abstención.
En el 2018, las tres provincias costeras superaron el 40% de abstencionismo.
En el extremo contrario, Cartago y Heredia tienen la población menos abstencionista.
“Esto plantea una división muy clara entre las dos Costa Rica (...). Las personas tienen más o menos apego a la forma de gobierno nacional según donde vivan. Eso habla más del quehacer del Estado que del proceso electoral”, comentó Aguirre.
Cuando se analizan los datos por cantones, resulta llamativo que Zarcero es el cantón que consistentemente acude más a las urnas, con una participación de casi 80% para el 2018. Ese año, Golfito tuvo la asistencia más baja (50%).
Comportamiento
Existen otros aspectos que se deben revisar para tratar de esbozar el perfil del elector actual.
Uno de ellos es la menor afiliación a un solo partido político, lo que ha llevado a electores volátiles.
“Los estudios electorales apuntan a votantes más volátiles entre una elección y otra porque lo que hace que se estabilice el voto a sus partidos es la lealtad partidaria y eso ha disminuido en el tiempo”, explicó Pignataro.
En 1998, el 88% de las personas votó por el mismo partido de la elección previa. Ese porcentaje bajó a 50% para el 2014 y a 48% para el 2018.
Asimismo, las últimas elecciones en Costa Rica evidencian que la decisión del voto es tardía, es decir, las personas se decantan por un candidato en la recta final de la campaña, lo cual acrecienta las filas de los indecisos a lo largo de la campaña.
Por ejemplo, en el último estudio del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de diciembre, los indecisos formaban el 40,5% de los encuestados y aumentaron al 43% para la primera medición de enero.
Esto implica que los factores contextuales puedan tener más peso y redirigir el voto.
Pignataro apuntó, por ejemplo, que tanto en el 2014 como en el 2018 salió ganador el Partido Acción Ciudadana (PAC), pero en términos de contexto ambas elecciones fueron distintas.
Específicamente en el 2018, el ya conocido fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en torno al matrimonio de personas del mismo sexo catapultó a unos candidatos y sepultó a otros.
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Otro rasgo tiene que ver con que los votantes dirigen sus miradas más al liderazgo personal que a la agrupación política.
Los atributos que más desean los costarricenses en el futuro presidente son la negociación, la experiencia y el cambio versus la continuidad, según el informe del CIEP de noviembre.
Muestra de ello es la explosión de candidaturas para estas elecciones (25 en total), candidatos que tocan puertas de partidos que los acojan y partidos en busca de ciertas figuras presidenciales, además de la doble postulación de algunos para presidente y diputado a la vez.
Por otra parte, Pignataro comentó que algo muy particular de los electores más jóvenes es que, aunque votan menos, sí se ha visto que suelen participar más de otras formas políticamente, como el involucramiento con un partido en especial.
Finalmente, el estudio del CIEP de diciembre dio algunas pistas del ánimo de los costarricenses hacia estas elecciones.
Un 42,5% de las personas entrevistadas afirmaron tener un nivel alto o muy alto de interés en la campaña electoral, frente al 33% que fue reportado en la encuesta de octubre.
De igual forma, un 43% afirmó tener motivación para ir a votar el 6 de febrero, porcentaje que también creció con respecto al 35% de la medición de octubre.
No obstante, menos del 10% indicó que habla mucho sobre la campaña electoral en sus casas y un 40,5% dijo no hablar nunca de la campaña política en sus hogares.
Temáticas variadas
Las preocupaciones y los temas de lo que habla la ciudadanía varían de campaña a campaña.
En el 2018, el tema del matrimonio igualitario marcó el último mes de la campaña e incidió en las preferencias de voto.
Este año, los especialistas coincidieron en que no existe un tema protagónico que prime en la conversación electoral.
De acuerdo con los estudios del CIEP, a lo largo del 2021 el desempleo y el coronavirus ocuparon en momentos diferentes del año el primer lugar como el tema de mayor preocupación para los costarricenses. Pero eso cambió en noviembre.
Ese mes, la corrupción puntuó como el tema que generaba más preocupación para el 27,3% de los entrevistados. A este le siguieron el desempleo, el costo de la vida y la mala gestión del gobierno. El coronavirus cayó al sétimo lugar.
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Datos similares arrojó la encuesta del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo), publicada el 19 de enero. Los tres principales problemas del país, según las personas consultadas, son el desempleo, la corrupción y la situación económica.
¿Están los partidos hablando de estos mismos temas? Los reportes del Observatorio de Comunicación Digital de la Universidad Latina ofrecen un acercamiento a la respuesta.
Según el reporte del 5 de enero, y con base en un proceso de escucha digital, los equipos de campaña han priorizado la comunicación digital desde sus perfiles de redes sociales y han determinado temas prioritarios.
El tema número uno es la reactivación económica, que acapara el 57% de todas las publicaciones que habían realizado los candidatos para ese momento. El candidato del PLN, José María Figueres, ha sido el más recurrente a publicar sobre este tema.
La educación ocupa el segundo lugar en las publicaciones de los partidos, con Figueres también como el que más se ha referido al tema. La situación de las pruebas FARO disparó la discusión en esta temática.
Los derechos humanos son el tercer tema más publicado en las redes sociales de los candidatos. Aquí es José María Villalta, del Frente Amplio (FA) el que más habla del tema.
La corrupción aparece hasta el cuarto lugar, mientras que la contención del gasto público complementa la lista de los cinco temas principales en la campaña a través de redes sociales.
Sistema de partidos en evolución
En el fondo, todas estas particularidades forman parte de una evolución del sistema de partidos políticos en Costa Rica.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el país vivió con un modelo bipartidista y una alternancia en el poder de ambas agrupaciones. Este sistema se diluyó con la primera elección del siglo XXI, pues aparecieron nuevos partidos en competencia con los dos tradicionales.
Las elecciones del 2022 ostentan el récord de más cantidad de partidos políticos que aspiran a la presidencia: 25 en total. No obstante, mayor cantidad de partidos no necesariamente se traduce en más participación o entusiasmo.
Aguirre tampoco consideró que los cambios sociodemográficos desemboquen en un menú partidario más amplio; más bien se achaca a una transformación en el sistema con varias causas.
Una de ellas es la llegada al ruedo electoral de partidos que utilizan la estructura como un vehículo y una especie de “préstamos” de partido que, en criterio de la politóloga, vacían de contenido la vida político partidaria más allá de la elección.
“El partido se vuelve una camiseta que se puede cambiar”, expresó Aguirre.
Con estas características de electores y en este contexto partidario, Costa Rica se prepara para votar en la decimoctava elección consecutiva desde la fundación del TSE.