La vida diaria está marcada por estereotipos: esas ideas simplificadas y muchas veces inexactas, a veces conscientes y a veces inconscientes. Las usamos para asignarle etiquetas a grupos grandes de personas, sin contemplar sus características individuales. Un gran ejemplo de este fenómeno se observa cada cuatro años, cuando llegan las elecciones nacionales. En este contexto, nunca falta quien dice que los jóvenes son siempre progresistas.
Esa percepción, sin embargo, parece estar equivocada.
Para empezar, Costa Rica es un país que tiende mayoritariamente a las posturas conservadoras y eso se refleja en los jóvenes. Además, el electorado joven es diverso —igual que los de otras edades— y así se ve reflejado en sus posturas sobre la democracia, en sus posicionamientos ideológicos y en sus votaciones del pasado.
“Hay que partir de un rasgo general de la cultura política de Costa Rica”, resumió el investigador Adrián Pignataro, quien ha desarrollado varias investigaciones sobre el asunto. “Vivimos en un país mayoritariamente conservador, en general, y entonces los jóvenes y no jóvenes son principalmente conservadores”.
En la jerga común, subrayó, “los jóvenes no son progres”; al menos no siempre.
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Lejos de la izquierda y no tan democráticos
La juventud es un grupo inmenso en el padrón electoral costarricense y solo esa cuestión es una razón importante para evitar las generalizaciones.
Para poner en contexto la magnitud de ese grupo poblacional, basta con decir que las personas de entre 17 y 34 años representan una tercera parte de los 3,7 millones de ciudadanos que componían el padrón electoral hasta el 30 de mayo pasado, según los registros oficiales del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Ahora bien, ¿cuán conservador y cuán progresista es realmente el electorado juvenil costarricense?
No es tan sencillo llegar a conclusiones en ese sentido, pero las investigadoras Ilka Treminio y Cathalina García publicaron un estudio con algunas aproximaciones en 2024. En la publicación titulada “Juventudes: asignatura pendiente”, que financió la fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES), encontraron que los jóvenes costarricenses tienden a posicionarse lejos de la izquierda ideológica y se muestran menos comprometidos con la democracia.
En materia ideológica, el estudio determinó que la mayoría de los jóvenes se consideraba ideológicamente de “centro” (56%); mientras que un 29% se posicionó en la “derecha” del espectro y apenas un 15% se dijo de “izquierda”.
Esto se refleja en muchos campos, principalmente sociales, pero no en cuanto a la intervención del Estado en la economía. Hasta un 89% de los jóvenes, más allá de su postura, considera que el Estado debe garantizar el acceso gratuito a la educación y la salud de calidad.
En tanto, al hablar de actitudes democráticas, las investigadoras encontraron que hasta cuatro de cada 10 jóvenes aceptarían un gobierno autoritario “bajo ciertas circunstancias” y que solo cinco se oponen en cualquier situación.
Para llegar a estos números, Treminio y García se basaron en una encuesta que contempló a 1.149 jóvenes de 15 a 35 años, con un nivel de confianza del 95% y un margen de error de 4,4 puntos porcentuales.
En sus conclusiones, las académicas dijeron observar “una sociedad juvenil pluralista” y con “un apoyo moderado a la democracia”. Asimismo, dijeron ver una “notable división” en cuanto a las posturas “progresistas” y “conservadoras” de la población joven, las cuales se ven influenciadas por “factores demográficos, religiosos y de comportamiento”.
Electoralmente hablando, Pignataro señaló que es difícil hacer mediciones sobre conservadurismo y progresismo de la población joven a la hora de votar. Mencionó dificultades como el hecho de que hay muchos partidos políticos y estas agrupaciones, a su vez, muchas veces son ambiguas a la hora de definir sus orientaciones culturales o económicas.
Sin embargo, Pignataro y Treminio sí lograron hacer una aproximación en 2019, luego de las elecciones en las que el expresidente Carlos Alvarado derrotó a Fabricio Alvarado. Aquella contienda enfrentó en segunda ronda a una tendencia progresista en el plano cultural con otra conservadora, de carácter religioso.
A partir de encuestas previas y posteriores a la votación definitiva, los investigadores determinaron que no hubo un clivaje generacional; es decir, que “ambos partidos recibieron apoyo de personas jóvenes sin diferencias significativas”.
“Había una noción de que el PAC era un partido de los jóvenes en 2014 y de que los jóvenes habían votado por el PAC en 2018, pero empezamos a ver que no era así. No había un efecto de la edad en esas elecciones”, recordó Pignataro sobre aquella publicación.
Conservadurismo estructural
El hecho de que el joven costarricense pueda inclinarse hacia posturas conservadoras tiene origen en que es parte de la sociedad costarricense y esta, al mismo tiempo, es profundamente conservadora.
Así se refleja constantemente en múltiples estudios de opinión sobre temas que generalmente dividen a progresistas y no progresistas. Algunos ejemplos de esos temas son el aborto, la aceptación del matrimonio igualitario o hasta las conductas sexuales y reproductivas.
Un estudio reciente que trató todas estas temáticas fue el informe sobre la encuesta de sobre valores y prácticas religiosas que realizan anualmente la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión y el Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (UNA).
El estudio se realizó a finales de 2024 y contempló a una muestra de 1.302 personas, con un margen de error de 2,8 puntos porcentuales y un nivel de confianza del 95%.
Entre los resultados, se determinó que hasta un 70% de la población costarricense opina que el aborto nunca es aceptable y que solo un 11% piensa que siempre debería serlo. Esos números variaron en los grupos más jóvenes; sin embargo, la aceptación total del aborto apenas alcanzó un 25% entre los entrevistados de 18 a 24 años y a un 17% entre los de 25 a 34 años.
Algo similar ocurrió cuando se le consultó a la misma población sobre el peso que le daba a sus creencias. Un 73% de los encuestados de todas las edades dijo estar de acuerdo con la afirmación de que “dependemos demasiado de la ciencia y poco de la fe” y, aunque la cifra cayó en los grupos más jóvenes, igual alcanzó un 59% en el grupo de 18 a 24 años y a un 72% en el de 25 a 34 años.
En cuanto a las prácticas sexuales y reproductivas, solo un 29% de la población general calificó como siempre aceptable tener relaciones sexuales antes del matrimonio: un número que subió por encima del 40% en los grupos más jóvenes, pero igualmente resultó minoritario.
En otras palabras, es imposible entender la juventud sin volver a ver cómo es su contexto.

Fenómeno mundial
A nivel internacional también ha quedado en evidencia la ruptura del mito joven como sinónimo de voto progresista. Por el contrario, en Estados Unidos y Europa es común el surgimiento de estudios sobre cómo los votantes más jóvenes han sido claves para el avance de partidos y proyectos ultraconservadores.
Muchos de esos estudios apuntan a la molestia social que se ha ensañado con buena parte de la población joven, que ha tenido que vivir varias crisis continuas como la financiera de 2009 o la pandemia de covid-19. Este es un combustible comúnmente utilizado por líderes populistas y autoritarios.
Los estereotipos muchas veces se originan de fuentes reales, pero que resultan inexactas. Por eso son efectivos. En ese sentido, Pignataro explicó que en Costa Rica ciertamente podría haber una mayor tendencia al progresismo entre los jóvenes con educación universitaria, que viven en la Gran Área Metropolitana (GAM) y que no están muy relacionados con actitudes religiosas. “Ahí puede uno encontrar otra cosa”, describió. Pero esa no es la realidad de todos, ni siquiera de la mayoría de los jóvenes.