La incertidumbre electoral de cara a los comicios de 2022 no solo radica en la existencia de votantes indecisos. Además de este factor, la opacidad del panorama también se alimenta por la actividad de votantes volátiles, capaces de modificar sus preferencias en lapsos cada vez más cortos.
El único resultado que parece fácil de descartar es que algún candidato se deje la Presidencia en primera ronda, ante la amplia cantidad de opciones políticas que se presentarán en las papeletas de febrero.
Los indecisos son hasta un 40,5% de las personas decididas a votar a mes y medio del proceso electoral, según los resultados más recientes de la encuesta de opinión política del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP-UCR).
Pero, además, un tercio de las personas con ánimo de votar en 2022 cambió su postura de cara las próximas elecciones en los últimos dos meses: algunos incluso pasaron de respaldar un candidato a otro distinto.
Esta situación dibuja un escenario perfecto para las dudas, más allá de la leve ventaja que muestran los aspirantes presidenciales de los partidos tradicionales hasta el momento. “Aquí lo que vemos es que nadie puede dar siquiera sus apoyos actuales por garantizados, porque hablamos de una dinámica muy fluida”, describió Ronald Alfaro, coordinador del estudio por parte del CIEP.
Volátiles
La cantidad de personas indecisas disminuyó entre octubre y diciembre, a solo ocho semanas de las elecciones presidenciales y legislativa. El porcentaje de indecisos cayó en 7,5 puntos porcentuales (p.p.), sin embargo, es una disminución que engañosa.
Del 48% de los indecisos en octubre, una tercera parte ahora dice apoyar a algún candidato en particular; pero otro grupo de personas que se decían decididas en octubre por alguna candidatura ahora se muestran “arrepentidos” en diciembre y se sumaron a los huérfanos de representante.
Por ese motivo, el porcentaje de personas que sigue sin definirse por una candidatura continúa por encima del 40%.
Ambos cambios (los de nuevos decididos y nuevos indecisos) son significativos y a ellos hay que sumar el efecto de los votantes bautizados como swingers por el CIEP-UCR. Estos son hasta ahora un 8,7% de las personas con intenciones de votar en febrero que decían apoyar a un candidato en octubre y ahora respaldan a otro.
Para obtener estos resultados, el CIEP realizó entrevistas telefónicas a 1.309 personas mayores de 18 años, entre el 6 y el 10 de diciembre. Los entrevistados fueron parte de una misma muestra que se utilizó en octubre pasado, para obtener respuestas del mismo grupo de personas y determinar estas variaciones.
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Los efectos de una alta volatilidad en el electorado ya se evidenciaron especialmente en el proceso electoral de 2018.
En aquel entonces, cuestiones coyunturales que ocurrieron en el mes anterior a los comicios (como la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el matrimonio igualitario) permitieron a dos candidatos que hasta ese entonces no alcanzaban el 5% de las preferencias llegar al balotaje.
Ahora Costa Rica llega nuevamente a sus elecciones nacionales en medio de la incertidumbre, pero es imposible adivinar si ocurrirán o no hechos relevantes para modificar el curso de la campaña.
Para el investigador y parte del equipo investigador del CIEP, Jesús Guzmán, la volatilidad electoral es un fenómeno que llegó para quedarse al menos por un buen tiempo ante la menores afinidades partidarias.
“Sin ese vínculo, el terreno es muy inestable y la ciudadanía puede ir cambiando (sus preferencias) dependiendo de ciertos temas y coyunturas. Una tercera parte de la ciudadanía cambió su postura entre octubre y diciembre, y probablemente en enero veamos movimientos todavía más fuertes por una campaña que va a calentar un poco más, por los debates y por los esfuerzos que harán las candidaturas para diferenciarse”, comentó.
La fuerza y los modos en los que cambien las posturas los electores podrían ser diversas, según el académico. La campaña podría seguir con un ritmo similar o un hecho atípico podría generar una explosión como la ocurrida cuatro años atrás.
Bases insuficientes
Entre las personas que se dicen decididas por alguna opción electoral, la mayoría se inclina por dos candidaturas hasta el momento: la de José María Figures, del Partido Liberación Nacional (PLN), y la de Lineth Saborío, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
Las dos agrupaciones tradicionales no lideraban las encuestas a ocho semanas de las elecciones desde la época del bipartidismo, y ahora lo hacen ante el desgaste de dos años en el gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC) y una excesiva cantidad de contendientes que hasta el momento encuentran pocas herramientas para destacar.
Figueres acumula un 17,2% de las intenciones de voto y Saborío un 15,1%, lo cual implica un empate técnico, por el margen de error de la encuesta del CIEP. No obstante, el politólogo Alfaro asegura que esa ventaja debe analizarse con cautela.
A fin de cuentas, esos porcentajes representan bases muy pequeñas del electorado y que también pueden desmoronarse en cualquier momento.
“De alguna forma ese posicionamiento (que tienen el PLN y el PUSC) les está dando una base de apoyo, pero no es tan grande, ni suficiente”, explicó el coordinador de la encuesta.
Es poco el apego partidario y ya quedó demostrado en las elecciones de 2018.
Según estudios del mismo CIEP-UCR, casi la mitad de los votantes (49%) respaldó a un partido distinto en las últimas elecciones nacionales que en las de 2014.
En penumbra
Si el panorama ya es incierto para la elección del Presidente, el estudio de opinión política del CIEP-UCR lanza un aviso de indecisión todavía mayor en el caso de las elecciones legislativas.
Únicamente un 17% de las personas entrevistadas dijo conocer a alguna de las candidaturas diputadiles en su provincia y hasta un 38% no define por qué partido votará para las diputaciones.
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El 23% además manifestó su intención de votar para diputaciones de un partido político diferente del que respaldará para la Presidencia (quebrar el voto); y solo un 35% se dice partidario de mantener la misma selección para ambos casos.
“La gente no conoce a los candidatos y no sabe por quién va a ir a votar. Si en las presidenciales está muy abierto todo, en las legislativas es impresionante”, concluyó Alfaro.