1,28 millones de votantes de entre 18 y 34 años –electores jóvenes, según la teoría electoral– podrán salir a las urnas en los próximos comicios de febrero. Ese número representará el 36% del padrón.
Los números hacen presumible que el voto de esta población sea decisivo. Sin embargo, diversos investigadores advierten que sería un error pensar en “la juventud” como una población uniforme o estereotiparla bajo características siempre compartidas.
Por el contrario, son muchos los “tipos” de jóvenes, a pesar de que sí se trate de un sector de la población con tendencias un poco más liberales en temas sociales que las del resto.
Lo que sí comparte toda la juventud que podrá votar en este 2022 es el contexto político en el que crecieron. Hablamos de una generación que nació entre 1988 y 2004 y que, por lo tanto, vivió sus primeras experiencias políticas en medio de un período marcado por el descontento político, la ruptura del bipartidismo tradicional, un menor apego a los partidos políticos y una mayor volatilidad en las decisiones de voto.
Mito de igualdad
Las personas jóvenes de Costa Rica sí son un poco más liberales en temas sociales. Encuestas señalan que tienden a posturas ligeramente más favorables en relación con temas como el matrimonio igualitario, el aborto o el Estado laico; sin embargo, tampoco en proporciones mucho mayores que las del resto de los votantes.
En plena campaña electoral anterior, en enero de 2018, el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP-UCR) determinó que un 69,4% de la población de 35 años o más se decía opuesta al matrimonio igualitario y un 62,6% al aborto. Estos números caían a 52,8% y 57,8% entre personas jóvenes, pero seguían siendo altos.
Este es solo uno de los ejemplos que utilizaron Ilka Treminio y Adrián Pignataro para desmentir el “mito” de la existencia de un único voto joven, siempre más progresista o de izquierdas.
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Ambos concluyeron en su estudio El mito del voto joven, publicado en 2018, que “no existe una juventud culturalmente homogénea ni tampoco un “voto joven” que escoja uniformemente una opción electoral”. También afirmaron que “las personas jóvenes no se identifican con una única opción electoral ni comparten una idéntica posición en la dimensión sociocultural”.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores estudiaron los resultados electorales de 2018: un proceso ampliamente marcado por la discusión sobre el matrimonio igualitario y temas de corte religioso.
Más inconformes
El punto en el que sí parecen compartir más características los votantes jóvenes costarricenses es el contexto en el que crecieron y las consecuencias de este.
Diversos investigadores y politólogos coinciden en que los votantes de 34 años o menos comparten haber crecido en un contexto de desconexión o insatisfacción con la política tradicional.
Un reciente estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en coordinación con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), determinó que existen al menos dos tendencias marcadas entre las personas menores de 34 años.
“Por un lado, están las personas “esperanzadas y motivadas” (políticamente hablando) que constituyen un 39% de la población, que tienen niveles educativos universitarios y suelen calificar mejor a las instituciones (...) Su contraparte sería el grupo en el que dominan las emociones negativas, que alcanza un 61% de la población joven, quienes cuentan con nivel educativo de secundaria y califican peor a las instituciones. Además, este último grupo muestra mayor preocupación ante el desempleo, la situación económica y la corrupción”, se lee en el informe.
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Para llegar a esa conclusión, el equipo conformado por Karla Salazar, Cathalina García, Magdalena Madrigal y Mauricio Sandoval analizó datos de encuestas del CIEP-UCR, de abril de 2021; y realizó otras técnicas de investigación de campo.
Los altos niveles de decepción con el sistema político podrían explicar las tendencias más recientes de voto entre los jóvenes.
En 2018, el abstencionismo entre la población menor de 34 años fue de un 37,6%, más de 3 puntos porcentuales mayor que el promedio de todos los electores (34,3%) que participaron en la primera ronda.
El abstencionismo joven, además, creció en comparación con el de 2010 y el 2014, cuando fue de un 33,2% y un 33,9%, respectivamente.
En un análisis sobre las elecciones de 2018, el politólogo del Programa Estado de la Nación y del CIEP-UCR, Ronald Alfaro, señaló que una parte de ese efecto puede atribuirse a la menor afinidad de este grupo poblacional con partidos políticos en específico: este fenómeno dificulta su toma de decisión.
“Una adscripción partidaria fuerte reduce de forma significativa los costos de dos decisiones claves en una democracia: la primera es si ejercer el voto para designar a las autoridades de gobierno y la segunda se refiere a quién apoyar”, redactó.
Más susceptibles a lo radical
En otro estudio sobre las posturas del elector joven sobre temas económicos, culturales y democráticos, los investigadores Treminio y Pignataro encontraron que los ciudadanos jóvenes manifiestan posiciones ligeramente menos afines a la reducción de las brechas económicas y son menos defensores de la democracia que el resto del electorado.
Para este trabajo también se analizó el proceso electoral costarricense de 2018; y se revisaron tendencias históricas de opinión política registradas por las encuestas del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), entre 2004 y 2018
Según la conclusiones del documento, estas características de los electores jóvenes ya se evidenciaron en la alta polarización de los comicios presidenciales de hace cuatro años y pueden marcar tendencias en el corto y mediano plazo. Según redactaron sus creadores, se deber recordar que las primeras elecciones suelen marcar el comportamiento de los votantes en su futuro.
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Treminio explicó que en otros países, como Estados Unidos, otra de las grandes posturas radicales que han avanzado en los últimos años está relacionada con las conductas xenofóbicas. Sin embargo, comentó que en países que no experimentan problemas de peso relacionados con cuestiones migratorias ha tomado mayor fuerza el conservadurismo religioso, como fue evidente en 2018 para el caso de Costa Rica.
El escenario, sin embargo, no es igual para todas las personas jóvenes. Algunas características como los mayores niveles de educación inciden en una menor propensión por opciones radicales.
“El votante joven, sin embargo, no es homogéneo. Hay mucha heterogeneidad marcada por educación, por zonas de residencia y otros factores”, subrayó Treminio.