Usted está en la sala y de pronto baja un mono por el árbol que está plantado en medio de su casa. Hasta tiene tiempo de tomarle una fotografía. O sale un momento a la puerta principal de la residencia o a la terraza y ve pasar una caravana de cangrejos hacia la playa.
Combinar el desarrollo inmobiliario y el diseño de las viviendas es posible. Así lo pueden vivir las personas que adquirieron una residencia con la empresa Pacífigo Desarrollos, que tiene dos proyectos inmobiliarios tipo boutique en Playa Hermosa, en Jacó, y en Playa Grande, en Guanacaste.
En ambos casos se propone un concepto de convivencia entre las residencias de lujo y el medio ambiente, incluyendo el abastecimiento de energía y del agua y el tratamiento de las aguas negras.
“Lo que queremos es adaptarnos a cada sitio”, dijo Gonzalo Ortuño, fundador de Pacífigo Desarrollos. “El desarrollo inmobiliario siempre es bastante invasivo. Mucha gente no considera realmente el entorno ni el medio ambiente”.
Su proyecto Grande Salvaje fue elegido como el ganador de la categoría profesional en el XVII Bienal Internacional de Arquitectura, otorgado por el Colegio de Arquitectos de Costa Rica, por la integración con el entorno y la protección de los árboles. El reconocimiento se otorgó al arquitecto Juan Antonio Robles Alvarado.
La actividad de los sectores de construcción e inmobiliario retomó el ritmo de prepandemia y lo mantiene en los últimos años. El Banco Central de Costa Rica reportó que la construcción viene con varios meses consecutivos de un crecimiento a tasa de un dígito, luego de seis meses de aumentos cercanos al 25%. El dinamismo se ve en desarrollos inmobiliarios privados con incidencia notoria en Guanacaste.
En el mercado de nómadas digitales, las empresas del sector sostienen que sigue en crecimiento y que el país se sostiene como un destino atractivo para trabajadores que vienen de Estados Unidos, Canadá y Europa por la infraestructura (Internet), la calidad de vida, los paisajes naturales, la estabilidad política, la seguridad “relativa” y la visa especial. Hay dos actividades inmobiliarias donde esto se estaría manifestando.
“El sector de alquileres mostró un crecimiento del 5.4% en 2023, con una construcción significativa planificada para este 2024″, aseguró Luis Diego Soto, encargado de mercadeo y comunicación de Grupo Ecoquintas. “Las ciudades más populares entre los nómadas digitales incluyen San José, Tamarindo, Nosara, Puerto Viejo y la Fortuna de San Carlos”.
Para el resto de 2024 y 2025, el sector inmobiliario también seguirá varias tendencias clave: sostenibilidad, crecimiento de alquileres, adopción de tecnologías (tours virtuales, listados en línea y marketing digital), inversión local y externa, propiedades de lujo y zonas francas, detalló Soto.
Datos vitales |
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Nombre de la empresa: Pacífigo Desarrollos. |
Fundación: 2018. |
Fundador: Gonzalo Ortuño. |
Colaboradores: tres permanentes (llega hasta 25 en proyectos en desarrollo). |
Productos: condominio Hermosa Salvaje (Playa Hermosa, Jacó) y residencial Grande Salvaje (Playa Grande, Guanacaste). |
Áreas: lotes de 800 metros cuadrados y construcción de 400 metros cuadrados. |
Precios: desde $300.000 en Hermosa Salvaje y desde $1 millón en Grande Salvaje. |
Enfoque: desarrollo inmobiliario consciente con arquitectura bioclimática y biofílica (conexión e integración con la naturaleza) y conservando los árboles. |
Emprendedor y enfocado en el ambiente
¿Hay dos conceptos en la construcción y desarrollo de proyectos inmobiliarios? Poco a poco se abre paso un enfoque hacia una integración con la naturaleza y el desarrollo consciente. No debería ser difícil de hacer en un país como Costa Rica, desde donde se postula una vocación ambiental y, en particular, en el sector turístico. Para Gonzalo en su propuesta se mezclan dos de sus pasiones personales: el emprendedurismo y la sostenibilidad.
Desde niño en Esparza, donde su familia tenía una finca, Gonzalo combinaba sus actividades escolares con sus propias iniciativas para generar sus propios ingresos. Por ejemplo, con los cordones de los zapatos hacía pulseras artesanales que luego iba a vender a sus amigos. Y, por supuesto, creciendo ahí no le faltaba el conocimiento sobre la naturaleza. Ambas vocaciones las continuó después.
Primero estudió administración en la Universidad Interamericana. Para ese momento, su padre Manuel Ortuño y su madre Carmen Cubillos se habían trasladado a vivir a San Miguel de Heredia.
Viviendo en San Miguel se facilitaba que Gonzalo, su hermana menor Camila y su hermano mayor Fernando estudiaran las carreras elegidas en universidades ubicadas en el Área Metropolitana. Apenas graduado, Gonzalo empezó a trabajar y simultáneamente a emprender.
Apenas salió de la universidad, Gonzalo fue a una entrevista a una empresa de análisis financiero, Amba Research. Pero él se planteó también iniciar su propio negocio. Conoció a alguien que importaba accesorios para surf y creó una marca para comercializarlos. Pero él quería seguir estudiando, especializándose en lo ambiental.
Gonzalo viajó a España a estudiar una maestría en ciencias del medio ambiente, con énfasis en energías renovables. “Es la línea que yo he tenido”, reconoció Gonzalo.
Al regresar a Costa Rica, en 2013, trabajó en una empresa inmobiliaria de desarrollo de naves de logística o bodegas para empresas exportadoras ubicadas en el Área Metropolitana y en la zona del Caribe. Y, como en su anterior empleo, lo combinó con un negocio propio.
Junto con su hermano Fernando fundó una empresa de energía solar, Green Energy, que Fernando aún dirige y opera. Pero pronto a Gonzalo le surgió una oportunidad de oro, pues quería estar cerca del mar, y se metió de cabeza.
Inicio de proyectos
En 2018 Gonzalo compró una propiedad en Playa Hermosa y empezó un proyecto inmobiliario, con apoyo de unos inversionistas, de un condominio residencial ecológico. “Podemos llegar a un lugar y hacer las cosas diferentes”, recalcó Gonzalo.
Allá se fue con su esposa, María Fernanda Pacheco, y su primera hija recién nacida. Actualmente tienen otra hija de cinco meses. Querían salir de la ciudad. Cuando ya tomaba impulso, se vino la pandemia y hubo que parar la construcción de la primera etapa.
Como para muchos negocios y para muchas industrias en Costa Rica y en otros países, el confinamiento, el cierre de fronteras y la baja en la actividad turística paralizó todo. La reactivación inició a los pocos meses.
Fue, entonces cuando la demanda se aceleró con familias y personas que buscaban un sitio seguro, remoto y con todos los servicios para seguir trabajando. El proyecto de Playa Hermosa se concluyó. Pronto surgió otra oportunidad. Esta vez era en Playa Grande, a la par del Parque Nacional Marino Las Baulas y que está por terminarse.
Ambos son catalogados como desarrollos boutique, a diferencia de los grandes proyectos inmobiliarios que abundan en las provincias de Puntarenas y Guanacaste. Asimismo, se mantiene la marca de Salvaje en referencia a la integración con la naturaleza.
Gonzalo dice que ya tiene propuestas para nuevos sitios donde desarrollar otros proyectos similares y con materiales más orgánicos o naturales. La idea caló en muchas personas.
En cada caso se analiza el sitio para realizar el diseño, tanto del proyecto residencial como de las viviendas, que vayan en armonía y conservando la naturaleza. El análisis abarca la dimensión “bioclimático”, donde se considera la temperatura, las corrientes de viento y el recorrido del sol para generar un ambiente fresco. Los proyectos sorprenden tanto a compradores como a las autoridades.
Gonzalo cuenta que a los funcionarios de las municipalidades y del Sistema Nacional de Conservación (Sinac) les sorprendió que dejaran los árboles incluso dentro de las casas. “Dicen que todo el mundo los corta”, cuenta Gonzalo. Pero no se limitan a conservar los árboles.
Con las aguas sucias se emplean tanques mejorados que permiten filtrar el 85% del agua, que posteriormente se utiliza en el riego de los jardines. Aquí también se puso cuidado.
Las plantas que se utilizan en los jardines son endémicas de la zona y de bajo riego, a las que se provee de agua mediante un sistema de goteo con horarios específicos.
Para la electricidad se tiene previsto un sistema de energía solar, que se instala si así lo prefiere la persona compradora.
Las piscinas también deben estar sobre la tierra para la protección del manto acuífero y de sal, no de cloro, siguiendo las normas de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena).
Se siguen también las normas ambientales, como no instalar muros o tapias que corten el corredor biológico e impidan el paso de las especies.
Por eso no es casual que un propietario pueda ver que de uno de los árboles baje un mono cariblanco o que, si se asoma, vea pasar una caravana de cangrejos por el residencial rumbo a la playa.
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