A Alice Sibaja, propietaria del restaurante La Cosecha de Maíz, le sorprendió que su clientela se mantuviera y que más bien tuviera que ampliar el nuevo local cuando trasladó su negocio en Palmares de Pérez Zeledón.
La buena cuchara y las mismas publicaciones que sus comensales realizan sobre su experiencia en el restaurante son parte de los factores que explican esa atracción y la fidelidad.
“Unos invitan a otros”, dijo Alice, que fundó La Cosecha hace 17 años. “Y publican porque el lugar es muy atractivo por las plantas que tiene y porque cocinamos con leña”. No es el único atractivo.
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En la actualidad, es una empresa familiar donde participan su hija María José y su nuera, Karen Olivares. El restaurante ofrece platillos tradicionales como olla de carne, sopa de mondongo, picadillos, carnes al gusto (bistecs, chuletas, pescado), arroz con pollo y arroz con cerdo, entre otros, con precios alrededor de los c5.000, sin la bebida.
El restaurante se encuentra a 100 metros de la Carretera Interamericana, cerca de la plaza del Cañaveral, en Palmares de Pérez Zeledón, a cuatro kilómetros de San Isidro de El General.
Atrae tanto a turistas y viajeros locales como turistas extranjeros que viajan al cerro Chirripó o a las cataratas de la zona y pasan por ahí camino a las playas del Pacífico Central y Sur.
El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) visualiza la Zona Sur como una de las dos “futuras joyas” del turismo en Costa Rica. Un estudio de la misma institución indica que los turistas costarricenses alcanzan un gasto total promedio en cada vacación entre ¢188.000 y ¢212.000 por familia.
Desde el campo
Alice nació en 1960 en La Angostura, otra comunidad de Pérez Zeledón. Su padre Guillermo (q.e.p.d) y su madre Estrella tenían una finca donde tenían cultivos de café, caña, frijoles, maíz, yuca, ñampí, ayotes, papaya y también ganado. Apenas terminó la escuela, Alice se trasladó a San Isidro de El General, la cabecera del cantón.
Trabajó como niñera en diferentes casas y a los 16 años ingresó al colegio nocturno, donde terminó el tercer año. Se casó joven y tuvo dos hijos, Kermith y Alejandro, y una hija, María.
Su esposo, Luis Fonseca Víquez, tiene una empresa llamada Constructora Alfovi e Hijos, donde también se incorporaron Kermith y Alejandro. Durante mucho tiempo Alice se dedicó al trabajo del hogar.
“Primero fui totalmente dedicada a mis hijos”, dice Alice.
Cuando ellos ingresaron a la universidad, ella pensó en tener un negocio. Durante todo ese tiempo fue pensando más y más en abrir un restaurante.
Fueron tres motivos los que la empujaron. Primero, a Alice le gusta trabajar con las personas. Segundo, le gusta la cocina. Y tercero, ella se considera emprendedora.
—Mami, usted aplica lo que vemos en clase de administración— le dijo un día María.
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Para ella fue muy natural dar el paso, así como el manejo del negocio.
“Yo lo tenía en mi corazón”, dice Alice. “Siempre he creído mucho en mí y he creído que cuando uno toma un emprendimiento tiene que tener la certeza de que le va a ir bien”.
—¿Y qué le recomendaría a una persona emprendedora?
—Poner las cosas en manos de Dios— me dice.— Luego ponerle mucho empeño, mucho amor, mucho tiempo, mucha dedicación y confiar en que todo lo que hace lo hace bien.
El restaurante
Alice abrió el primer negocio alrededor de 2004 en un local pequeño en una esquina en el centro de Palmares, donde estuvo dos años.
Fue todo un éxito desde que inició hasta el final, cuando se lo dejó a un hermano. Ella quiso dedicarle más tiempo a María, que estaba en el colegio.
Después que María se graduó e ingresó a la sede local de la Universidad Castro Carazo a estudiar administración, Alice decidió iniciar otro restaurante, pero ahora más grande.
En 2007 alquiló un galerón y luego una casa de madera, que más tarde compró. Abrió el restaurante en Villa Ligia, a dos kilómetros de Palmares de Pérez Zeledón.
Obtuvo el mismo resultado. “La clientela le gustó montones y es muy fiel”, reconoce.
Esa fidelidad se mantuvo cuando Alice trasladó el restaurante a su ubicación actual, a pesar que el nuevo local está un poco retirado. De hecho, tuvo que realizar algunas ampliaciones. En la actualidad tiene capacidad para 60 comensales.
La promoción en redes sociales, en particular en Facebook, la realiza Karen. “Publicamos poquito”, dice María. “Cuando tenemos un evento o algo especial”.
Oscar Solano, vicepresidente creativo y digital de Shift Porter Novelli, señaló la importancia de las redes sociales para que las pequeñas empresas establezcan una relación con sus clientes. Eso implica conocer el mercado meta, las plataformas donde tienen presencia, y conocer sus recursos y herramientas para obtener mejores resultados,
Durante los últimos 14 años las redes sociales se fueron incorporando en las estrategias de mercadeo de las empresas en Costa Rica y el salto definitivo ocurrió en 2020 cuando los negocios necesitaron vender en línea.
Después se fortalecieron otras tendencias, como el desplazamiento de Facebook por otras plataformas, los influenciadores, “la hipersegmentación”, el predominio del video, y las plataformas de distribución de contenido como Whatsapp.
“Otro factor clave, y que engancha mucho, son las micro experiencias personalizadas”, dijó Solano en el episodio del videopodcast Guía para Emprender sobre cómo aprovechar las redes sociales para aumentar las ventas.
Alice reconoce que los mismos clientes ayudan mucho con las publicaciones que realizan en sus perfiles personales en redes sociales cuando se encuentran en el restaurante. Le sorprende tanto como cuando se trasladaron a la actual ubicación.
“Pensamos que aquí no iba a haber tanta clientela, por la distancia”, confiesa. “Pero las personas nos buscan aquí. Llegan y nos dicen que ya nos encontramos y que no saldrán de aquí”.
Entre las mejoras realizadas en La Cosecha se encuentra una terraza. Desde ahí se puede observar tanto el Chirripó, por un lado, como el Cerro de la Muerte, por el otro. “Es muy atractivo”, reconoce.
Tanto que la demanda sigue creciendo.
Los clientes le piden espacio para eventos como cumpleaños o despedidas, por lo que están pensando en ampliar el espacio. Pero eso llevará tiempo.
“Ya estamos cerca del almuerzo”, me dice al terminar la entrevista. “Ya se está llenando de gente”.
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