En un viaje familiar a México para celebrar el cumpleaños de Laura León, su madre Lilliana Porras vio una oportunidad de negocios. A las dos semanas regresó a ese país norteamericano y empezó la importación de suéters para venderlos en Costa Rica.
Desde el primer momento adaptaron la oferta a los gustos locales, en especial en lo que respecta a los colores. No sería la única adaptación que tendrían que realizar.
“Hemos tenido que adaptarnos”, dice David León, hijo de Lilliana y quien se incorporó al negocio familiar Pova Boutique después de trabajar como diseñador gráfico en varias agencias publicitarias.
En la actualidad Pova Boutique opera solo en forma virtual, aunque tiene varios planes para reabrir la tienda y ampliar las líneas de productos. Debe hacerlo porque la actividad en comercio de ropa es intensa.
La importación de productos textiles a Costa Rica se mantuvo entre $764 millones y $780 millones entre 2015 y 2019; en 2020 descendió a $670 millones y luego volvió a aumentar hasta $981 millones en 2023. En el primer semestre de este 2024 suman $550 millones, según datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).
Los datos disponibles de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) indican que, a mediados del 2023, habían 440 empresas registradas en la actividad de venta al por mayor de productos textiles, prendas de vestir y calzado. A ellas hay que sumar otras 1.909 en venta al por menor de esos mismos productos.
Y, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 20% de las microempresas del hogar se dedicaban en 2023 al comercio, unas 79.432 iniciativas en todo el país.
El viaje
A finales de 1995 la familia León Porras realizó el viaje para celebrar el cumpleaños de Laura, que pidió el viaje en lugar de una fiesta. También iba David.
Su padre, Germán, era mensajero en Industria Dioico, y Lilliana trabajaba en la casa, pero desde 1985 tenía un bazar con el que desarrolló su instinto para los negocios. El bazar estaba en un espacio de la casa y vendían productos escolares y de librería.
Durante el viaje les llamó la atención los abrigos y otras prendas que se vendían y usaban las personas en México. A los 15 días, Lilliana hizo maletas de nuevo y empezó a traer productos. Ahí vino la primera adaptación.
Los colores de las prendas eran muy llamativos. En Costa Rica la tendencia es preferir los grises y los totalmente oscuros. Para venderlos aprovecharon la experiencia de Germán.
Datos vitales |
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Empresa: Pova Boutique. |
Fundación: noviembre de 1995. |
Fundadores: Lilliana Porras y Germán León |
Ubicación: San Juan de Dios de Desamparados. |
Productos: gabardinas, abrigos, suéteres, bufandas, cardigans (suéter abierto con botones) tejidos. |
Precios: de 18.000 a 80.000. |
Recomendación: “Lo primordial es aprender a escuchar a tu público, aprender a escuchar las necesidades de la gente. La gente te dice lo que necesita. El servicio tiene que ir enfocado en el problema que ellos tienen y que vos podés solucionar”. |
Él salía los fines de semana a colocar y a realizar cobros, con el sistema conocido como “de polaco”, en el que los clientes van pagando en cuotas. Los abrigos los compraban los vecinos de San Juan de Desamparados y de otras comunidades cercanas. Luego se extendieron. También se amplió la línea de productos.
Lilliana también traía perfumes, zapatos y otras ropas. Pero mantuvieron un nivel de ventas que les permitió generar los ingresos familiares y para el estudio de David (como diseñador gráfico) y de Laura (como docente). David siempre se planteó incorporarse al negocio familiar cuando concluyera su carrera.
Lo hizo en 2013, pero empezó a compartir su tiempo en los trabajos en las agencias de publicidad y el negocio de la familia, ayudando en las ventas y en la atención a los clientes. Las dos actividades se complementaron.
En sus trabajos David empezó a conocer cómo y por qué comprar, así como que un negocio debe identificar y definir bien a cuál población meta dirigirse: a quién venderle y qué venderle. El primer cambio más importante vino a la vuelta de los años.
Más ajustes
Los cambios son parte de un negocio. Lo que hoy se reconoce como la capacidad de resiliencia o adaptación. El primero fue casi que obligado.
En 2020 se cerró el bazar, en medio de la pandemia y con los estudiantes recibiendo clases en forma virtual desde sus casas. Apenas se pudo se retomó la importación de suéter y otras prendas. David seguía apoyando en las ventas.
Aprovechando aplicaciones como WhatsApp, David les mostraba fotografías de los productos a los clientes y ellos elegían los de su gusto. También vendían a través de redes sociales. Además, participaban en ferias organizadas por las Asociaciones Solidaristas.
Por el tipo de producto, los clientes surgían en las zonas altas del Valle Central y en localidades como Aserrí, Montes de Oca, La Unión, Cartago, Curridabat, Guadalupe, Coronado, Moravia, San Isidro y San Rafael de Heredia y hasta de Poás en Alajuela. Solo que también debieron hacer otro ajuste.
Este otro cambio también fue obligado, pero en este caso por el cambio en la temperatura. Lo detectaron en los ingresos hace poco más de dos años, pues las ventas cayeron a una tercera parte. Los clientes mismos empezaron a pedir abrigos y prendas más livianas para un clima más cálido. Hay un cambio también con el tipo de tejido. “Buscamos textiles más frescos”, dice David.
Incorporaron un tejido llamado “polar”, que es un tejido fresco y no sofoca, explica David. Otro tejido que empezaron a traer es acrilan, un tipo de fibra acrílica, más flexible, suave y resistente como el poliéster. La demanda también obligó a buscar proveedores de prendas de mayor tamaño, como una gabardina delgada e impermeable que también les piden desde Monteverde.
Las ventas a través de las plataformas de redes sociales y de mensajería les llevó a la creación del sitio web para recibir pedidos. Incluso reciben pagos en criptomonedas. Los envían a través de Correos de Costa Rica.
David se incorporó a tiempo completo en el negocio y, con la asesoría de Alejandra Ramírez, que fue gerente de mercadeo de Del Río, están definiendo varios planes para que el negocio crezca.
Entre los proyectos está abrir un kiosco de ventas en un centro comercial o mall, desarrollar una colección e incluso que David se traslade a México para explorar y negociar con los proveedores para ampliar las líneas de negocio.
“Aprendemos a escuchar”, dice David. “Cuesta entender y asumir que uno está para el público, para atender las necesidades de la gente”.