Eremita Cervecería Ermitaña, una reconocida cervecería artesanal, introdujo al mercado su último producto bajo en calorías que vende en el bar restaurante Eremita Tap Room en El Alto de las Palomas, en Escazú, su página web, bares especializados y pronto en supermercados y tiendas de conveniencia.
No es su único producto y no es su única línea de productos, pues se le une la línea de aguas carbonatadas con CBD. Además, tiene en marcha planes de expansión de los puntos donde los comercializa.
“Damos respuesta a la necesidad de variedad e innovación”, explica Ignacio Castro, fundador de Eremita Cervecería Ermitaña.
Él y un grupo de socios inversionistas se propusieron crear y comercializar cervezas especiales propias y con variedad de sabores.
El sector viene creciendo desde la década anterior en mercados de América Latina y en España, así como en Estados Unidos.
La Promotora de Comercio Exterior (Procomer) reportó que las ventas de cerveza artesanal en los EE. UU. alcanzaron un valor de $22.000 millones en el 2015, el 12% del valor total de todas las ventas de la categoría cerveza en este mercado.
En la pandemia ocurrió una disminución de marcas, pero rápidamente se retomó el ritmo.
En Ecuador se reportaban, por ejemplo, 250 marcas de cerveza artesanal en 2021, 20% más que antes de la pandemia.
En Costa Rica la Asociación de Cerveza Artesanal indicó que en 2022 operaban 73 marcas, las cuales generaban 400 empleos directos y 1.300 indirectos.
El origen
Ignacio es oriundo de Caracas, Venezuela, descendiente de españoles que llegaron a ese país sudamericano.
Su padre y sus tíos empezaron allá de cero. Fueron limpiabotas. Luego iniciaron una venta de telas que se convirtió en una de las principales cadenas locales en el sector.
El negocio les permitió que sus hijos, la segunda generación, pudiera estudiar en la universidad y ser profesionales.
Ignacio se graduó en leyes y en ciencias políticas. Además, fue profesor universitario y asesor de organismos públicos.
Hace casi dos décadas vino a Costa Rica debido a la situación política de su país. Empezó a trabajar en Pórtico, una tienda de muebles y decoración. Pero un amigo le mostró una cerveza artesanal que estaba produciendo.
Ignacio creía que las cervezas solamente se producían y las comercializaban grandes fábricas. La probó y se quedó pensando que debía mejorarse. Le hizo una apuesta a su amigo.
“En medio año puedo hacer una cerverza. Si gano la apuesta abriremos una cervecería”, le dijo.
La idea de emprender siempre había estado en su familia y él mismo tenía clientes como abogado y politólogo. Ganó la apuesta.
Al poco tiempo, en 2015, iniciaron Treintaycinco Fábrica Cervecera, una de las pioneras en el movimiento de cervezas artesanales en Costa Rica. La empresa creció y exportó a diferentes países.
Ignacio quedó enamorado de la creación de cervezas. No había manera de que lo sacaran de ahí.
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Su idea era continuar con la creación de cervezas especiales, aprovechando las levaduras naturales, y no tanto seguir el modelo de las grandes industrias.
Para él, además, era fundamental ver a sus clientes cuando consumían y disfrutaban sus productos. Quería una cervecería que fuera una casa para la gente que le gusta la cerveza y adonde pudieran llegar.
Decidieron tomar caminos distintos. Además, Ignacio se dio cuenta que le daba mejor hacer su propio recorrido. “Era algo tenía que pasar tarde o temprano”, reconoce Ignacio.
Él habló con Andrés Salazar, otro emprendedor cervecero. Le propuso comprar el equipo. Pero Andrés le hizo una contrapropuesta.
No le vendía el equipo. Quería ser socio del nuevo emprendimiento.
En esa época, Ignacio tuvo que viajar a Guatemala como juez en un torneo cervecero. Allá se encontró con un amigo de la infancia, Héctor Valero. Tenían veinte años de no verse.
En su conversación, Ignacio le comentó el proyecto de la nueva cervecería.
Héctor lo venía siguiendo en redes sociales y se interesó por participar en la nueva iniciativa.
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“Quiero ser parte”, le dijo Héctor a Ignacio. “Puedo levantar capital aquí en Guatemala”.
La propuesta era atractiva. Héctor es especialista en finanzas (“Un genio”, dice Ignacio) y trabaja en la gestión de fondos de inversión. Se empezó a mover rápidamente.
A cuatro inversionistas les atrajo la propuesta de negocios. Resultó un apoyo clave. Además del capital, cada uno aportaba su experiencia y conocimiento de los negocios por las empresas en las que participaban. Con Ignacio se vino parte del equipo de Treintaycinco.
Inauguración
A finales de 2021 iniciaron la construcción de las instalaciones donde se ubica el bar restaurante. Ahí también está la fábrica, al fondo, y la bodega con los barriles de madera a un costado, donde se ve el vaho causado por la baja temperatura.
La inauguración se realizó 10 meses después, en agosto de 2022.
Se ubica en El Alto de las Palomas, detrás de la subestación del Instituto Costarricense de Electricidad, entre Escazú y camino a Santa Ana por el llamado “camino viejo”.
Hay residenciales y una actividad comercial en auge. Pero en ese punto predomina la vegetación, terrenos baldíos y parte de la montaña sin urbanizar. De ahí la idea del ermitaño. “Lejos de todo”, explica Ignacio.
El bar restaurante y los productos se dirigen a personas de alrededor de 30 años, interesadas en la gastronomía.
El ambiente es tranquilo y familiar, para parejas o para grupos de amigos.
Se puede disfrutar cerveza, ensaladas, hamburguesas o sándwiches (de cerdo, de pulpo, cubano, doble tocino, de barbecue y vegetarianos).
La propuesta es encantar a los consumidores con diversidad de cervezas: negras, rojas y de inspiración estadounidense, francesa, belga o alemana.
“En Latinoamérica, en general, crecimos entendiendo que la cerveza era una sola. Queremos dar respuesta a la necesidad de variedad e innovación”, recalca Ignacio.
El programa abarca cervezas frescas y salvajes.
Las frescas son tipo Lager, que se fermentan con levaduras de fondo a bajas temperaturas (entre 4 y 12 grados centígrados), y tipo Ale, de fermentación alta.
En esta categoría se cuentan con ocho opciones fijas y cada mes producen dos novedades que se pueden adquirir a través de la página web.
Para las salvajes se utilizan levaduras originarias del Valle Central, que le dan personalidad.
En lugar de cebada o trigo como manda la “ley de pureza alemana”, se utiliza arroz, maíz, centeno, lactosa, miel y azúcares de frutas. Se utilizan también frutas locales, como limón, cas, maracuyá, guayaba e incluso café y cacao.
No se utilizan preservantes ni enzimas (con excepción de las que se producen naturalmente en el proceso).
Nada de eso aleja la innovación que realizan de las tradiciones de la industria cervecera desd ehace 200 años.
Ignacio explica que el tiempo de proceso de las cervezas (hasta tres años en una de sus cervezas) es una de las principales diferencias respecto a las industriales, que duran menos plazos, tienen procesos más automatizados y utilizan más tecnología.
Variedad y planes
Eremita Cervecería Ermitaña actualmente produce y comercializa 48 cervezas distintas, que incluyen ocho series fijas y dos innovaciones cada mes, en presentaciones de lata (de 12 onzas o 355 miligramos) y de botellas (75 miligramos), así como bajo contenido de alcohol para que el consumidor mantenga el balance y el disfrute de la bebida.
Su último producto es la cerveza Eremita Low Cal, de solo 72 calorías, 2,8% de alcohol y sin antioxidantes ni preservantes artificiales. En su creación se tardaron seis meses.
Los planes se enfocan también en expandir los puntos de venta donde los clientes pueden adquirirlas, además del mismo bar restaurante y la página web.
A partir del segundo trimestre de este 2024, se comercializarán los tres estilos de cervezas que más se venden en la actualidad en una cadena de supermercados y en tiendas de conveniencia. Actualmente están en conversaciones con las cadenas.
Hay otros planes: abrir un bar en el este de San José, manteniendo la producción en El Alto de las Palomas, y probablemente en las zonas turísticas en volcanes y playa.
Eremita produce, adicionalmente, la línea Superonda de aguas carbonatadas con CBD, sin azúcar, baja en sodio, baja en cafeína, con esencias naturales y vegana. Se comercializa en cadenas de supermercados y otros comercios a través de un distribuidor.
Actualmente la planilla alcanza 17 personas.
El resultado es reconocido. En los 15 meses que tiene la empresa abierta obtuvo 18 premios en competencias cerveceras en Chile, Argentina, Colombia, Guatemala, Venezuela y Ecuador, entre otros.
“Espero que en unos 10 años tengamos un sabor absolutamente reconocible a nivel mundial”, dice Ignacio. “De cómo sabe una cerveza hecha con levaduras del Valle Central de Costa Rica”.