Orlando Bruno escuchó los problemas de los pequeños finqueros de Verbena Norte de Turrialba.
Pensó en una solución como la de Airbnb. Así empezó con la creación de una plataforma llamada Turri.com, junto con otros familiares y productores. La idea es que también los consumidores también conozcan sus historias.
“Si los consumidores conocen a los productores y sus historias podemos cuidar la riqueza de la zona”, explicó Orlando.
Orlando es oriundo de San Francisco de Dos Ríos. Cuando era niño su familia se trasladaba, especialmente en vacaciones, a la finca familiar en Verbena Norte de Turrialba.
En esa época Orlando estudiaba en la escuela República Dominicana. Luego siguió en el liceo Rodrigo Facio, de Zapote, y se graduó en el Colegio Técnico Don Bosco en 2004 en programación y redes informáticas. De inmediato empezó a trabajar.
Primero estuvo en HP y luego en la empresa local ITS Infocomunicación. Paralelamente estudiaba saxofón, su pasión. Él quería profundizar los estudios en música y canalizar su creatividad artística. Encontró una opción: ir a estudiar a Chile.
Obtuvo el financiamiento con la Comisión Nacional de Préstamos para Educación (Conape). En Chile ingresó a la Universidad Tecnológica a la carrera de ingeniería de sonido.
Estando allá tuvo la oportunidad de trabajar en la producción técnica de eventos masivos. En los conciertos de Black Sabbath y Megadeth. También en la presentación del Cirque du Soleil.
Regresó a Costa Rica en 2015 y se fue a la finca. Le hizo reparaciones a la vieja casa y empezó a conocer la zona y su riqueza cultural: la mezcla campesina y de los cabécar.
Le atraía también la arqueología del Monumento Nacional Guayabo, ubicado en el distrito de Santa Teresita, en las faldas del Volcán Turrialba.
Poco a poco fue participando en conciertos y eventos pequeños también en el Valle Central, como encargado de sonido. Le salieron más trabajos y tuvo que trasladarse a San José.
Siempre inquieto empezó a generar conexiones de personas que se dedicaban a la música. Lo hacía por puro impulso.
“No sabía que era emprendedor”, dice Orlando. “Siempre he tenido ideas. Nunca seguí paradigmas de emprendimiento para manejar la incertidumbre y validar el modelo de negocios”.
Iba impulsando encadenamientos, empezando con personas que conoció cuando estudiaba saxofón. La vivienda que alquilaba en San Pedro se convirtió en Casa Mango.
Ahí se producían videos. Se grababa música. Conoció artistas urbanos, grafiteros franceses y estudiantes alemanes.
Ahí también conoció a su novia y actual esposa, Shirin Betzler, quien actualmente termina el doctorado en psicología.
Orlando se planteó estudiar administración de música. Empezó a hacer las gestiones para hacerlo en la Universidad de Osnabrück, en Alemania. De ahí es Shirin. En eso empezó a conocer la carrera de ciencias cognitivas.
Le llamó la atención que combinaba varias disciplinas: biología, ciencia del conocimiento, informática, inteligencia artificial, psicología y lingüística, entre otras. Lo que él quería era entender el consumo de música.
Viajó a Alemania en 2017. Hizo los trámites. Al año siguiente ingresó a la universidad.
Para esa época su padre don Orlando, al jubilarse en 2018, vendió la empresa de repuestos que tenía en San José y se trasladó a la finca.
Incluso estudió agricultura orgánica en el Instituto Nacional de Aprendizaje. Luego inició un proyecto de cultivo de algas para alimento de gallinas. Es una alternativa a la alimentación tradicional, cuyo costo había aumentado.
Cuando Orlando hijo vino de vacaciones a inicios de 2020, huyendo del crudo invierno de Alemania, lo fue a visitar hasta Turrialba. Shirin viajaría después. La pandemia y el cierre de los aeropuertos lo impidió.
Orlando quedó atrapado. Hasta que la Embajada de Alemania, varios meses después, organizó un charter para trasladar a ciudadanos alemanes y otras personas que vivían allá.
Entretanto empezó a recorrer Turrialba. Conversaba con los productores. Uno de ellos, era Froylan Garita, productor de leche proveedor de Lácteos Las Abras.
Ya en confianza, Froylan le comentó las dificultades con los intermediarios.
Orlando se da cuenta que muchos de esos problemas se pueden solventar con plataformas digitales: se puede disponer de datos y se puede conectar productores con consumidores.
Se da cuenta también que, en general, hay una brecha de conocimiento de las tecnologías digitales. Excepto algunos, con formación universitaria.
Orlando le comentó a su padre y a un tío, Edgar Núñez y quien es informático.
Cuando ya estaba en Alemania, Orlando siguió trabajando en forma remota en el desarrollo de la plataforma. Se integraron otros productores de la zona. Hoy son once.
La idea estaba inspirada en las soluciones como Uber o Airbnb. Mediante la solución se ofrecen productos frescos, de calidad y con todas las reglas.
Al mismo tiempo se brinda la historia y el perfil de cada productor. También, reportes de origen o procedencia y los métodos de producción. El objetivo es que los compradores tomen decisiones informadas.
Para este proyecto se constituyó una sociedad denominada Cybermarket S. A., propietaria de la marca registrada Turri Creadores de Origen.
La plataforma es un marketplace donde se muestra la oferta de cada uno.
Orlando, que reside en Alemania, lleva la gestión del proyecto y del desarrollo digital, el análisis de datos, el mercadeo y la creación de contenidos.
Su padre, don Orlando, se encarga de recoger los productos para cumplir los pedidos y conversar con los productores.
Su tío Edgar se encuentra en San José. Se encarga de la entrega de los pedidos en el Área Metropolitana. En esta labor también se involucra una hermana y la madre de Orlando, Ivonne Núñez.
Actualmente los pedidos se preparan lunes y martes. El miércoles se recogen en cada finca o cada productor los lleva al centro de acopio. Luego se entregan a domicilio.
En su transporte se mantiene la cadena de frío y los estándares requeridos. Esta tarea la realiza uno de los productores, que viaja a San José cada semana.
De esta forma se acorta la cadena de suministro.
Se siguen las recomendaciones de la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés). Esta entidad plantea que entre más cerca esté el consumidor del productor, mejores condiciones se generan para ambos.
La oferta actual incluye queso, chocolates suizos (de una productora que estudió en Suiza), productos de conserva y saludables (como kombucha), cafés (natural, sostenible y orgánico) y salsas.
En los planes se encuentra incluir también establecimientos turísticos y de souvenirs con productos y servicios auténticos.
Orlando explica que se cuenta con un formulario de contacto para los productores que estén interesados en participar. “Es importante que el producto esté diferenciado”, advierte Orlando.
Deben contar con una marca y empaque. En el caso de lácteos tiene que venir empacado al vacío, contar con certificaciones respectivas y plantas inocuas. Además, deben tener factura electrónica.
Por la venta se cobra un porcentaje para el mantenimiento de la plataforma y del proyecto.
Para quienes no tienen ese tipo de desarrollos, y requieren apoyo, hay una opción. Pueden recibir la asesoría de estudiantes preparados de la Universidad Nacional, de Heredia, y la Universidad de Osnabrück.
También se trabaja con productores de Dota en una iniciativa similar.
Orlando señala que se han realizado contactos con el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), la Municipalidad de Turrialba y el Consejo Regulador del Queso Turrialba, entre otras entidades.
La primera versión de la plataforma estuvo lista a finales de 2021. Se realizaron pruebas con tres productores. Al año siguiente se logró contar con el sitio web con las funcionalidades actuales.
Ahora una de las ideas es organizar tours para turistas y consumidores. El objetivo es que conozcan directamente a los productores y sus fincas.
Asimismo, vender a hoteles, tiendas y otros comercios a los que les interesan los productos con mayor valor.
El fin es generar un cambio en el paradigma de compras hacia un consumo sostenible y de productos locales.
Hay otros resultados esperados: generar canales de comercialización para los productores, dinamizar la economía local, establecer alianzas y promover la riqueza cultural y productiva de la región.
Todo por medio de canales digitales.
“Gracias a esta conexión, los consumidores pueden descubrir tesoros llenos de tradición”, recalca Orlando.