Cuando el dueño de Jardines Secretos falleció, el matrimonio de Bernan Blanco y Shirley Jiménez heredó la propiedad, dejaron de ser empleados y se convirtieron en emprendedores.
Durante los siguientes ocho años siguieron aprendiendo el negocio. Se hicieron cargo y lo desarrollaron con nuevos servicios, convirtiéndolo en un sitio tanto para turistas nacionales como extranjeros.
“Heredamos la propiedad. Fue algo bonito”, dice Bernan, propietario de Jardines Secretos, que ofrece hospedaje, restaurante y un jardín botánico a 20 kilómetros de San Isidro de Pérez Zeledón, camino al Chirripó, el cerro más alto del país con 3.824 metros sobre el nivel del mar.
Pérez Zeledón es parte de una región con variedad de atractivos: concentra el 2,5% de la biodiversidad a nivel mundial, destaca el Instituto Costarricense de Turismo (ICT). Ahí se ubican, junto con los sitios costeros del Pacífico Sur, los cantones de Buenos Aires, Corredores y Coto Brus (donde está el Jardín Botánico Wilson, parte de la estación biológica Las Cruces, fundado en 1963).
La zona abarca, junto al Parque Nacional Chirripó, a un total de 10 áreas silvestres protegidas, 9 territorios indígenas, una amplia variedad de microclimas y extensas tierras dedicadas a la agricultura.
Todo esto favorece la amplia oferta de turismo rural con atractivos naturales, culturales, multiétnicos y agrícolas, así como servicios de micro, pequeñas y medianas empresas locales que brindan experiencias personalizadas. En Rivas de Pérez Zeledón la cámara de turismo está integrada por unas 20 pequeñas empresas.
Las tendencias locales impulsan también la demanda del mercado. Según la firma Airbnb, en los últimos cinco años Costa Rica experimenta un notable crecimiento en el turismo doméstico. El número de viajeros nacionales que reservan alojamientos dentro del país en la plataforma se triplicó en la primera mitad de 2024 en comparación con el mismo período de 2019.
De la agricultura al turismo
Bernan es originario de Rivas de Pérez Zeledón, en específico de una localidad llamada Herradura, ubicada a tres kilómetros de donde está Jardines Secretos.
Su familia, encabezada por su padre Juan Pedro Blanco y su madre María Calderón, se dedicaba al cultivo de café, hortalizas, leche de vaca y otros cultivos en su parcela.
Hace unos 30 años, Bernan solía ir a San Gerardo de Rivas. Esta comunidad se dedica al cultivo del café de altura, tomate, hortalizas y ganadería de leche.
En San Gerardo conoció a Klaus Sibert, un residente extranjero de origen alemán que tenía una propiedad de una hectárea y media, con un potrero y un pequeño cafetal.
Datos vitales |
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Empresa: Jardines Secretos. |
Fundador: Klaus Sibert. |
Propietarios actuales: Bernan Blanco y Shirley Jiménez. |
Año de fundación: 1996. |
Total de personas: 4 (además de Bernan y Shirley, sus hijos Juan Pablo Jiménez y Anthony Calderón y su hija Estefanny Calderón). |
Ubicación: en las faldas del Parque Nacional Chirripó en San Gerardo de Rivas de Pérez Zeledón. |
Servicios: tres cabañas para hospedaje, restaurante y jardin botánico con sendero, bosque y plantas ornamentales. |
Precios de cabaña: la grande ¢60.500 y las dos pequeñas ¢51.500 por noche y con desayuno incluido. |
Precios en restaurante: platillos tradicionales hasta ¢6.500. |
Precio de entrada al jardín botánico: ¢2.500 por persona. |
Recomendación emprendedora: “Hay que ser muy persistentes. Muchas veces uno piensa que no se puede. Hay momentos en que no todo va bien, pero hay otros en que todo marcha bien. No hay que desmayar. Hay que tener todo al máximo y lo mejor posible para que el turista pueda tener una bonita estadía”. |
Klaus hablaba poco español, pero logró darse a entender y contrató a Bernan para que le ayudara a crear un jardín botánico con senderos y unos lagos en su propiedad.
Todas las semanas Klaus y Bernan iban a San Isidro, la cabecera del cantón de Pérez Zeledón, a comprar plantas. Luego regresaban y empezaban a cultivarlas.
Sembraron también más árboles que completaron a los que ya había y que suelen atraer una rica fauna local, como armadillos, tepezcuintles, cuicos y hasta jaguares.
Bernan y Shirley tenían ya 23 años de trabajar en la propiedad cuando Klaus enfermó. Un mes antes de fallecer, Klaus les traspasó la propiedad. Él no tenía familia y un hermano suyo que vivía en Alemania nunca se interesó por visitarla ni por hacerse cargo.
De la noche a la mañana, Bernan y Shirley pasaron de recibir un salario a tener que ver cómo generar ingresos.
“Al mismo tiempo, (fue) un poquito complicado, porque nosotros teníamos un salario y ahora teníamos que ver cómo subsistíamos”, dice Bernan.
Una ventaja es que San Gerardo de Rivas se ubica en lo alto del valle del río Chirripó Pacífico, al pie de las montañas de Talamanca, y es el último pueblo antes de empezar a subir al Chirripó.
Es concurrido por excursionistas, senderistas, observadores de aves y entusiastas de la naturaleza, que se complementa con el estilo de vida tradicional del campo.
Negocio familiar
En el jardín botánico ya se recibían algunos turistas, por lo que Bernan, Shirley y sus hijos y su hija debieron idear cómo aumentar los visitantes. Tomaron dos decisiones.
Empezaron a cobrar la entrada al jardín botánico y abrieron el restaurante, enfocado en comidas tradicionales. Dieron otro paso más.
La casa que era de Klaus la convirtieron en una cabaña para hospedaje. Es la cabaña grande cuyo hospedaje cuesta ¢60.500 por noche con desayuno incluido. Les dio resultado y dieron otro paso.
Crearon dos cabañas pequeñas (el hospedaje cuesta ¢51.500 por noche). Los turistas empezaron a llegar.
En temporada alta del turismo (noviembre a mayo) llegan hasta 50 turistas por semana. No son los únicos visitantes en esa época.
En febrero se realiza la carrera atlética al Chirripó; una tradición de más de 30 años, y la afluencia aumenta ese fin de semana considerablemente. Bernan incluso tiene que habilitar dos habitaciones en su casa para recibir corredores como huéspedes.
“Es de locos”, dice Bernan.
En temporada baja —como la actual— disminuye la cantidad de visitantes, pero es más atractivo para quienes gustan viajar y visitar sitios con más tranquilidad.
Bernan explica que muchas personas que suben al Chirripó se hospedan ahí la noche anterior a iniciar la caminata o pasan al restaurante en su trayectoria.
Proyectos
Los meses de temporada baja los aprovecha el ICT y las cámaras del sector para impulsar el turismo local. Y en muchos hoteles y sitios turísticos también se realizan mejoras y se inician proyectos.
En la actualidad, la familia Blanco Jiménez está realizando varias obras en el restaurante y en el jardín botánico. También iniciaron un proyecto de aguas termales que esperan esté concluido para final del año, con el inicio de la temporada alta.
“Ya está muy avanzado”, dice Bernan.
¿Y para más adelante?
“Tal vez un par de cabañas. En el futuro. Eso está por verse”, responde.
En todos estos casos Bernan espera mantener el sello que le dieron a Jardines Secretos desde hace ocho años: que se acerque a la autenticidad de lo tico.
Para él lo más importante es que los visitantes se vayan contentos.
“Que les guste la comida, la atención, los precios, los valores que uno intenta transmitirle”, detalla Bernan. “Y que disfrute de la naturaleza. Esta zona es muy rica. Tenemos montañas, tres ríos muy bonitos: el Chirripó, el río Blanco y el Tavari. Son ríos de aguas cristalinas”.
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