Tukasa Café nació el 5 de junio de 2002 en Cartago centro, cuando producto de un antojo los hermanos Eugenia y Marcelo Sancho decidieron aventurarse a crear su propio negocio (sin tener conocimiento de cómo hacerlo) con tan solo 27 y 23 años, respectivamente.
Tres meses antes de esa fecha, Eugenia había renunciado a su trabajo en Dos Pinos, donde estuvo por cinco años y medio. Uno de los motivos que estuvo presente en su decisión de dejar esa empresa fue que ya estaba cansada de viajar todos los días desde Cartago a El Coyol de Alajuela, lugar donde la empresa se instaló desde el 2000.
Además, con la iniciativa de montar un negocio, Eugenia —motivada por su papá— habló con su hermano Marcelo, quien estaba recién graduado de ingeniería agroindustrial en el Tecnológico de Costa Rica (TEC), para que juntos empezaran el proyecto. En ese momento, lo único que estaba claro era que el negocio iba a ser de comida.
En ese entonces el papá de ellos estaba construyendo un establecimiento en la Plaza María Isabel para que un banco privado abriera una sucursal; sin embargo, al final no se logró alquilar y el señor le dijo a sus hijos “¿por qué no montan el negocio?”
Aunque no tenían experiencia en el mundo gastronómico, solo que su mamá había tenido en el pasado un pequeño café al frente de la casa; desde noviembre de 2001 Eugenia y Marcelo tenían una sala de eventos en el segundo piso de ese mismo centro comercial (local que también construyó el papá de ellos) y en él trabajaban los fines de semana.
Cuando surgió la idea de ponerse un café, hablaron con la cocinera del salón de eventos para empezar a crear las recetas que iban a estar en el menú, el cual contemplaba los antojos de la casa de los Sancho.
“Empezamos a desarrollarlo (el negocio), empezamos a buscar proveedores y a aprender. Nos tomó desde marzo hasta junio (de 2002) afinar los detalles del negocio (...) Buscamos arquitectos que se especializaban en restaurantes y empezamos con la marca, que la tenemos registrada. La idea de Tukasa fue como un nombre que combinamos los dos como para que la gente se sintiera en la casa”, relataron.
Todo esto llevó a que el 5 de junio de 2002 Eugenia y Marcelo abrieran, con ayuda de sus papás, Tukasa Café en el centro de Cartago. En sus comienzos, tenían solamente tres colaboradores más ellos dos; pero a la semana tuvieron que buscar un pilero, un ayudante de cocina. “Porque no podíamos, no dimos abasto”; recordó Eugenia.
Eso sí, aunque estaban en un período de prueba y error, no se permitían que faltara nada para no quedar mal con el cliente. “Se nos iba a acabar el inventario que no sabíamos cuánto inventario había que tener, y mi papá y mi hermano (el mayor) iban al supermercado a comprar las cosas que faltaban para no decirle al cliente ‘no hay’”, dijo Marcelo.
El momento de la expansión
La cafetería en Cartago Centro se volvió pequeña para atender a las personas y también para el área de bodega y producción; eso motivó a que en el 2009 se diera la apertura del segundo local en la provincia, específicamente en El Molino.
En este local empezaron a producir mucho de lo que no se hacía en el de Cartago centro, como por ejemplo la pastelería, ya que en un inicio no era de ellos, porque no tenían la experiencia, entonces la encargaban a terceros.
“Cuando nos vinimos para acá empezamos a producir casi que el 90%. Como dos años después, hicimos una ampliación más, y producimos el 100% de nuestros productos, incluida la famosa torta chilena”, mencionó Marcelo.
Actualmente, desde este punto de venta se elaboran los productos para abastecer también los locales de Cartago Centro y del mall Paseo Metrópoli, el cual abrió en 2012. Esto, para que los productos que se consuman mantengan el mismo sabor y calidad en cualquiera de las tres sucursales.
Antes de la pandemia, el proyecto de expansión de la empresa era Pinares o el área de Curridabat. Sin embargo, aunque no se descarta la idea de abrir puntos de venta fuera de Cartago en el futuro, de momento el plan se mantiene en pausa.
“Tenemos muchísima clientela de fuera de Cartago. Es un proyecto que tenemos para el momento en que se pueda dar. A pesar de que ya salimos de la pandemia de salud, todavía queda rezago en la parte económica”, mencionaron los dueños de Tukasa Café.
Eso sí, por el control y la capacidad de producción para abastecer los otros puntos de venta, las miras a la expansión están enfocadas en zonas que no van más allá de Curridabat.
21 años de permanecer en el mercado
La gente nos decía ‘ay, pero por qué van a montar un negocio en Cartago, si en Cartago nada pega’ (...) Pero nosotros teníamos el concepto de que si hacíamos las cosas bien, iba a funcionar.
— Marcelo Sancho, dueño de Tukasa Café
Aunque en Cartago hay variedad de cafeterías, Eugenia y Marcelo consideran que la diferencia respecto a las demás son las recetas caseras y la constancia en la calidad y el servicio que brindan a sus clientes.
Estos tres ingredientes (recetas, calidad y servicio) mezclados en una olla, hacen que hoy Tukasa Café cuente con 21 años de operar en Cartago, tres locales y 60 colaboradores.
“No hay una estadística, pero Cartago es la provincia que más cafés tiene actualmente; yo podría asegurarlo. La competencia existe (...), de alguna u otra manera el círculo siempre se divide. Hay que generar cosas nuevas para atraer gente y para lograr mantener a los clientes con una oferta tan amplia”, comentó Marcelo.
Permanecer 21 años en el mercado es un logro. (Costa Rica) no es un país que ayude a los emprendimientos, a iniciarlos ni a mantenerlos. Cada vez hay más trabas, cada vez hay más cosas.
— Marcela Sancho, dueña de Tukasa Café
El secreto para que el negocio prospere
Eugenia y Marcelo Sancho siempre pusieron en práctica una frase que su papá les dijo antes de comenzar un negocio: “si van a tener un negocio, hay que ponerse el delantal”; es decir, siempre deben estar presentes en la empresa.
“Recuerdo que el primer año casi no tuvimos ni un día libre; solo para Jueves y Viernes Santo, el 25 de diciembre y el 1.° de enero. Nos daba miedo o no sabíamos a quién delegar. Por años siempre nos perdimos las actividades familiares, pero el negocio nunca se quedaba solo. Ya tal vez los últimos ocho años fuimos cambiando la parte administrativa, la estructura que nos soportara. Descansábamos un domingo cada 15 días, alternados”, recordaron.
“El ojo del amo engorda el ganado”, como también les dijo su papá.