Carlos Villalobos conoció a Juan Carlos Méndez, un ciclista que corrió la Vuelta a Costa Rica y es reconocido como mecánico experto de bicicletas, en una competencia recreativa en Monteverde, Puntarenas.
Años más tarde Juan Carlos lo entrenó para una de las ediciones de la Ruta de los Conquistadores y ahí hablaron de crear un negocio dedicado a la reparación de bicicletas, uniendo la dedicación y la experiencia en ciclismo y en los negocios, además de una motivación personal adicional.
“Soy una persona muy activa y comprometida con el trabajo y la responsabilidad que se tenga”, dice Carlos, fundador de Officina Di Biciclette (ODB), una empresa de servicio de mantenimiento y reparación de bicicletas a domicilio.
Carlos Villalobos es oriundo de Barrio Cristo Rey. Estudió en la Escuela República de Nicaragua y en el Liceo de Costa Rica en 1977. Precisamente este viernes 14 de octubre, él y sus compañeros celebraron los 45 años de la graduación en la secundaria.
A partir de entonces trabajó en diferentes entidades y empresas, donde acumuló una extensa y rica experiencia en los negocios. Al mismo tiempo, en un doble esfuerzo que dice mucho de él, estudió administración.
Entre 1978 y 1982 trabajó en el extinto Banco Anglo Costarricense y en el Banco Nacional en el canje de cheques y comprobantes, en el primer caso, y en la sección extranjera, en servicios de apoyo a importadores y exportadores.
Su salida del Banco Nacional coincidió con la conclusión de su diplomado en administración de negocios en el Instituto Técnico de Administración de Negocios (ITAN), que quedaba en Zapote y donde actualmente se ubica la Universidad Véritas.
Pasó a trabajar en Pop’s, Abonos Superior y Continex, sucesivamente, como contador y asistente de gerencia general y finalmente como gerente financiero en 1989, cuando concluyó el bachillerato de administración de empresas en la Universidad Autónoma de Centro América (UACA).
En los dos años siguientes estudió una maestría en el INCAE. El programa inició en la sede de Nicaragua y concluyó en Costa Rica, en la sede de La Garita, en Alajuela.
Desde ese momento retomó su carrera laboral trabajando en la Central Azucarera Tempisque (Catsa), lo que implicó trasladarse con su familia a Guanacaste, en Atlas Eléctrica en Heredia y en Grupo Sur, en puestos de gerencia financiera. En esta última firma estuvo durante dieciséis años y al final ocupaba la vicepresidencia financiera y administrativa, hasta el 30 de setiembre del 2019 al optar por la pensión.
Aunque se pensionaba hasta el 2 de mayo de este 2022, Carlos optó por la jubilación anticipada pues había ahorrado y planificado para hacer su transición. El 20 de octubre de 2020 empezó a recibir la pensión. Pero su idea tampoco era retirarse a no hacer nada.
En enero de 2020, Carlos y Juan Carlos retomaron la idea que habían comentado años atrás de una tienda de reparación de bicicletas.
Carlos tuvo su primera bicicleta cuanto tenía diez años, en 1970. Su padre, José Luis (q.e.p.d.) y que se dedicaba a la ebanistería, la compró para que la compartiera con su hermano, Ramón. Era una época donde la Vuelta Ciclística a Costa Rica era un acontecimiento muy popular y esperada cada final de año.
Cuando empezó a trabajar en el Anglo, Carlos compró su propia bicicleta y empezó a practicar el ciclismo de manera aficionada. Como ingresaba a las nueve de la mañana al banco, se iba a entrenar hasta Cartago, Las Nubes de Coronado, Aserrí y Santa Ana. Nunca compitió, pero empezó a participar en eventos para aficionados.
En una ruta recreativa organizada en Monteverde, en la época en que trabajaba en Atlas, conoció a Juan Carlos, quien había competido en la Vuelta de 1990, en una contrarreloj cuando se inauguró el Velódromo Nacional por ese entonces y trabajaba como mecánico de bicicletas en un taller ubicado en Sabana Sur para la época de la ruta recreativa de Monteverde.
Luego Juan Carlos entrenó a Carlos para la Ruta de los Conquistadores, que fue cuando conversaron sobre tener un negocio.
En ese momento, Juan Carlos trabajaba en una tienda de venta de bicicletas, en un ciclo y conocía la evolución que estaba dando el mercado en el país, tanto a nivel aficionado como a nivel competitivo de ciclismo y triatlón. Desde el primer momento conversaron en dar un servicio a domicilio. “Era una buena idea que en aquel momento no habría pegado”, dice Carlos Villalobos.
A principios de 2020, cuando ya Carlos se había pensionado, conversaron de nuevo y definieron las reglas de juego para brindar un servicio de mantenimiento y reparación de bicicletas de ruta, mountain bike y spinning. La devolución se realiza al día siguiente o el mismo día según el caso.
Empezaron a conseguir un software que sirviera de plataforma para recibir, mediante una app, y procesar las solicitudes de los clientes, e integrarlo al sistema contable administrativo y al de facturación electrónica. La situación había evolucionado y era el momento propicio.
En ese 2020 las personas aumentaron la demanda de servicios a domicilio, hubo un incremento de aficionados y practicantes del ciclismo (el parque de bicicletas creció a 1,5 millones de unidades), se elevó la digitalización de los consumidores y ocurrió un cambio generacional.
La aplicación móvil (disponible para iPhone y dispositivos Android) permite que las personas soliciten el servicio a domicilio y les brinda información de los colaboradores de ODB que recogerán la bicicleta, de la camioneta (que está plenamente identificada) y de cada uno de los pasos del proceso: llegada al taller, inicio de reparación y conclusión, facturación.
El servicio incluye un seguro de protección de la bicicleta para tranquilidad del cliente, por lo que se toman fotografías al recogerla para corroborar su estado.
La recolección a domicilio se brinda en el Área Metropolitana, cubriendo el radio entre Coronado y Tres Ríos (al este), Desamparados, Aserrí y Alajuelita (al sur), Santa Ana, Ciudad Colón, Alajuela y Poás (al oeste) y Barva y San Isidro (al norte).
Aquí se aplica el mismo concepto de las carreras de automovilismo, cuando los vehículos ingresan a los pits de reparación y un equipo de personas realizan diferentes tareas mecánicas en menos de un minuto. La bicicleta pasa por lavado, desarmado, reparación y rearmado. Además de apoyarse en lo tecnológico, la estrategia la de precios competitivos.
Se ofrece, además, un servicio preventivo de mantenimiento programado (por $20 con IVA incluido) de dos veces por mes, donde el cliente indica a través de la app con una semana de anticipación la fecha de recolección de la bicileta. Si quiere enviar una bicicleta adicional se paga $10 cada vez.
El monto incluye el traslado, el seguro, el purgado de frenos y el engrasado. El costo de repuestos, si se requieren, se suma al total. Carlos recalca que no venden repuestos, solo brindan el servicio de mantenimiento y reparación apoyados en una red de proveedores. Solo en algunos casos (cuando los repuestos no están disponibles) se puede tardar más del plazo establecido.
Para facilitar las solicitudes y pago por parte de los clientes se estableció una alianza con BAC para facilitar el pago de los servicios.
ODB brinda clases de mecánica básica sin costo, mediante videoS en Facebook e Instagram, pues los mismos clientes pueden hacer algunas reparaciones y tener cuidados elementales que no ameritan un técnico.
La operación inició propiamente el 11 de agosto de 2020. A la fecha superan más de 1.500 gestiones atendidas.
Hay clientes que prefieren dejar la bicicleta directamente en el local de ODB en Plaza Los Olivos, al costado oeste de las antiguas instalaciones de Mabe en San Pablo de Heredia.
Juan Carlos es un socio trabajador, a cargo del área de servicio operativo junto con otro mecánico. Además, la empresa cuenta con un chofer, una persona de servicio al cliente y la hija de Carlos, Laura, encargada del mercadeo digital.
La digitalización del servicio permitió que ODB fuera calificada como experta en la aplicación de madurez digital del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), con lo cual es parte del grupo de pequeñas empresas expertas (5%) y avanzadas (9%) en digitalización.
Desde el inicio encontraron nuevas oportunidades para abrir sucursales, ya sea talleres o centros de acopio, en algunos lugares del Área Metropolitana y fuera del Valle Central. La motivación de Carlos, sin embargo, va más allá.
Cuando él decidió jubilarse se planteó asesorar a personas con problemas financieros, por sobreendeudamiento en especial, que terminan afectándolas en su salud y en lo emocional. Además, está impulsando una red de cuido de adultos mayores a partir de la experiencia con su propio padre y con su madre, Elizabeth Carvajal, quien cumplió 87 años hace una semana.
“Tengo mucho que dar”, dice Carlos. Y hace una analogía: “En un portafolio de inversiones hay que diversificar las fuentes de ingresos. Tener la plata en el banco no crea valor”.