Jim Córdoba es oriundo de Curridabat y estudió biología. Se especializó en entomología, que estudia los insectos. Cuando eligió esa rama no se imaginó que eso lo llevaría a iniciar un proyecto de conservación en medio de la Península de Osa.
Junto con el antropólogo Eddier Blanco, Jim creó la fundación BioSur e inició varios proyectos emprendedores para mantener y ampliar la Reserva del Río Nuevo, que incluye un bosque primario y secundario. Es colindante a la zona de amortiguamiento de la Reserva Forestal Golfo Dulce y el Parque Nacional Corcovado.
“No es fácil”, dijo Jim. “Tenemos un enfoque para que la población se empodere”.
La iniciativa forma parte de un grupo de proyectos emprendedores apoyados por el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), que incluye a productores de abono orgánico, café de especialidad y chocolates artesanales, entre otros.
Con el Catie, BioSur trabajó en el área del ecoturismo, que incluyó financiamiento con capital semilla no reembolsable por un monto de ¢6,75 millones para la creación de infraestructura en la Reserva: mejoramiento de senderos internos en la reserva y de la plataforma para avistamiento de aves y del bosque, construcción de instalaciones sanitarias y compra de equipos para el mantenimiento de los senderos, entre otros.
El apoyo incluyó capacitación de emprendedurismo, negocios y naturaleza, mentorías especializadas 1 a 1 y networking, indicaron Vladimir Valera, director de Activa Catie, y Ricardo Padrón, mentor del Catie.
Donación inicial
Los viajes de Jim a la Península de Osa, en la zona sur de Costa Rica, empezaron cuando varios hoteles lo contrataron para que realizara estudios de la biodiversidad y los insectos locales, ante el déficit de investigaciones. Como buen entomólogo empezó a crear una colección de insectos.
Desde el inicio se dio cuenta de la relación contradictoria de las comunidades y los productores agrícolas con la conservación. Él y Eddier vieron cómo los habitantes de las localidades cercanas a Corcovado resentían los efectos adversos de las políticas y programas ambientales. No es un problema exclusivo, pues en Europa buena parte de los pequeños productores agrícolas también se sienten afectados por las medidas ecológicas.
El paso clave fue una donación o herencia de una veterinaria estadounidense; Adriana Otto, oriunda de California y hoy residente en México. “Haz lo que desees”, le dijo Adriana a Jim. Y él decidió comprar 60 hectáreas en Osa.
El proyecto se amplió en servicios, iniciativas ambientales y comunales, y la integración de más áreas de conservación. En la actualidad la Reserva del Río Nuevo abarca 277 hectáreas, lo que es 3,5 veces más grande que el Parque Metropolitano de La Sabana, en Mata Redonda de San José. Los retos son múltiples, tanto a nivel financiero como ambiental.
Retos de sostenibilidad |
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Desafíos que enfrenta BioSur a nivel operativo y en conservación ambiental: |
En sostenibilidad financiera: lograr que la conservación del área de la reserva y las investigaciones que realizan, se puedan sostener a partir de los ingresos por visitación, sin que esto represente un turismo masivo destructivo. |
En sostenibilidad ambiental: son muchos, desde evitar la caza y la tala ilegal, controlar los incendios forestales provocados en las fincas vecinas, hasta el tema de restauración ecosistémico de paisajes . |
Fuente: Catie |
Los proyectos
Jim y Eddie decidieron formalizar la iniciativa como una fundación enfocada en contribuir a la conservación ambiental de la Península de Osa y del Golfo Dulce, acompañando y adaptándose a las comunidades locales. BioSur empezó a operar en 2020, después de su legalización en el 2019.
Uno de sus pilares es el impulso de un turismo más accesible. Además de la Reserva, que permite la mitigación del turismo masivo que llega a Corcovado, se creó el Centro de Exhibición de Infectología. Ambas se ubican a 20 minutos de Puerto Jiménez.
La Reserva cuenta con siete kilómetros de senderos, que los turistas recorren para observar especies de flora y fauna, entre las que se encuentran felinos, monos, perezosos, guatusos y pizotes.
El Centro es la segunda colección de 1.500 ejemplares de insectos de Costa Rica, como escarabajos, mariposas morpho y moscas (incluyendo algunas de las más grandes y de las más extrañas).
Jim trabajó en el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio), la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Museo Nacional, donde estuvo relacionado con sus colecciones de insectos.
La iniciativa se complementa con una aplicación móvil llamada Animal of Costa Rica, que se puede descargar de las tiendas de apps de iOS de Apple y de Android de Google. Es una guía virtual con información e imágenes de 7.000 especies.
La reserva permite generar 3 empleos directos y más de 100 indirectos, entre guías ambientales, transportistas, tour operadores, restaurantes y servicios locales para turistas.
Aparte de las donaciones de los turistas que llegan en viajes organizados por las agencias turísticas, los tours operadores y los hoteles de la zona, BioSur se financia con premios de entidades internacionales ambientalistas.
Se cuenta, también, con diferentes alianzas que permiten promover el proyecto de BioSur, como con BAC Credomatic y aerolíneas internacionales (que incluyen información de la Reserva en sus revistas para pasajeros).
También los programas de Animal Planet y de influenciadores en YouTube, que alcanzan más de dos millones de vistas, ayudan a su difusión. BioSur también cuenta con sus plataformas en redes sociales y pronto con su sitio web, para lo que recibe la colaboración de una empresa gracias a un acuerdo de colaboración.
Con la comunidad
Jim recalca la necesidad de generar y sostener una relación armoniosa con la población y los productores locales alrededor de las áreas de conservación.
Para lograrlo se impulsan programas de educación ambiental, incluyendo una Escuelita Agroecológica en la que participan 150 menores de edad: dura un año lectivo y aborda temas ecológicos, desarrollo sostenible y agricultura no tradicional.
Se implementan, además, dos proyectos complementarios: uno de economías verdes y otro de investigación sobre abejas.
El de economías verdes se dirige a impulsar iniciativas productivas locales en la comunidad que, a la vez, impulsa la conservación de los recursos de la selva tropical. Por ejemplo, un mariposario desarrollado por mujeres de la zona de Guadalupe de La Palma, en Osa.
El de investigación sobre abejas tiene como propósito ver el rol de las abejas nativas de la Península de Osa en la polinización de la vegetación y en el bosque tropical húmedo, característico de la zona.
Es un estudio muy relevante si se toma en cuenta que Costa Rica concentra el 3% de las formas de vida de la Tierra por kilómetro cuadrado y Osa se caracteriza por la alta intensidad, en comparación con otras zonas del país. “Es el lugar más intenso, según National Geographic”, recalca Jim.
En la investigación se comparan cinco sistemas ecológicos identificados en la Península.
Para Jim, siguiendo el ejemplo de Adriana Otto, la principal misión es dejar un legado. “Estamos generando un patrimonio ambiental para la conservación y con el apoyo social a la población de la región”, dice Jim.
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