Una cena o una reunión de amistades con vino no es extraño ya para muchas personas en Costa Rica. Tampoco es extraño incorporar esta bebida en eventos, celebraciones o incluso en una sesión de lectura a solas en la casa. Las opciones en el país crecen también.
Por ejemplo una mimosa, un cóctel de jugo de naranja con un vino proseco, puede ser apropiado para un desayuno, un brunch o una tarde de verano en la playa. Se puede acompañar un almuerzo o una cena con un vino tinto ligero, blanco o espumoso. O uno más fuerte con una carne. O recurrir a un digestivo para complementar la ocasión.
El crecimiento de la cultura y del consumo de vino es acompañado por un aumento de la oferta comercial, con empresas que apuntan a la expansión, a la atención del cliente y a generar novedades.
“Decidimos innovar, seguir creciendo y expandiéndonos”, dice Sofía Poma Murialdo, gerente de relaciones públicas e innovación de la distribuidora Alpiste y las tiendas Bottega. La firma acaba de abrir su segunda tienda Bottega en Nunciatura, Rohrmoser, y ya tiene marcados en el mapa otros sitios más.
Alpiste y Bottega surgen por una iniciativa del fundador de la familia Poma en Costa Rica, Alessandro, quien nació en Roma, Italia, y emigró a Costa Rica, donde se estableció en San Vito, de Coto Brus.
En esa zona a principios de la década de los cincuenta un grupo de pioneros italianos empezaron a impulsar cultivos agrícolas en la zona, en especial de café, bajo el estímulo de una iniciativa estatal de colonización de áreas alejadas.
Alessandro luevo se estableció en San José y sus cinco hijos, todos nacidos en Costa Rica, se dedicaron posteriormente al comercio, la construcción y la ganadería.
Uno de ellos, Pietro, el padre de Sofía, estudió economía. Aunque empezó a ayudar en el negocio familiar de café, luego obtuvo un trabajo en una empresa y, tiempo después cuando se quedó sin empleo, aprovechó una iniciativa que Alessandro había iniciado casi como un hobbie.
Eran los tiempos en que la demanda y la cultura de vino eran muy reducidas. Alessandro inicialmente traía cajas de vino y vendía en el garaje de su casa entre sus amistades.
Pietro, al quedar sin trabajo, vio la oportunidad de convertir esa iniciativa en un negocio. Empezó con la comercialización de pastas, tomates y aceites y algunos vinos italianos. Luego fue incorporando vinos de otros orígenes.
El nuevo negocio se convirtió en una distribuidora de alimentos y bebidas conocida como Alpiste, el cual ya tiene treinta y cinco años. Su crecimiento ocurrió de la mano con el incremento del mercado de vino en el país no solo en la venta al detalle, con fechas de mayor demanda como el 14 de febrero o el 15 de agosto.
Encontraron también oportunidades de negocios a nivel corporativo con diferentes servicios, incluyendo canastas de Navidad para clientes, proveedores o colaboradores.
Euromonitor estima que el mercado de vino crecería 1,7 veces en una década en Costa Rica, desde $80,9 millones en 2015 a $143,2 millones en 2025. Cada año el incremento sería de 25% en promedio. La cantidad de mayoristas lo atestiguan.
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A nivel de distribuidores, junto a Alpiste, compiten Florida, Grupo Pampa, Ole Gourmet, Ciamesa, French Paradox e Isleña, que comercializan más de 700 etiquetas de vinos tintos, blancos, rosados y espumosos provenientes de España, Italia, Francia, Estados Unidos, Chile, Argentina, Nueva Zelanda, Australia, Israel y de las misma Costa Rica.
Crece también la competencia local en el área de tiendas enogastronómicas. Recientemente abrió A qué vino, ubicada en el centro comercial Trejos Montealegre con una inversión de $140.000.
“A los ticos también les gusta mucho viajar y se topan con el vino en otros países”, dice Sofía. “Ya incorporan el vino o un cóctel en la mesa y cuando comparten con las amistades, no solo con cerveza, el ron o el whisky. Eso va en aumento”.
Como pioneros e importadores de vinos de Italia, inicialmente, también encontraron una gran afinidad con los propietarios de restaurantes italianos. Luego se fue surfeando la ola del incremento de la demanda local de vinos.
El portafolio incluye un amplio rango de precios que permite al cliente ir escalando y llegar hasta donde lo permitan su gusto y su presupuesto. Un nicho que creció con fuerza es el de los extranjeros residentes, que cuentan con capital y conocimiento de vinos.
Por eso la empresa dispone de una cava específica para los vinos más prestigiosos.
Sofía da como ejemplo, del crecimiento en el consumo, con el vino rosado, que gana espacios desde hace unos cinco años. Antes era muy demandado a nivel internacional. En Costa Rica no llamaba mucho la atención. Eso cambió. Ahora el consumidor costarricense lo busca y lo consume.
El vino rosado siempre estuvo en el portafolio de Alpiste. Se amplió cuando los consumidores lo fueron adoptando.
En las instalaciones de Alpiste siempre se tuvo un espacio de venta al público, pero no estaba diseñado ni era de autoservicio. El cliente hacía su pedido y lo alistaban en la bodega. El proceso era más lento. Había que hacer algo.
Sofía se había incorporado hace once años a la compañía. Primero apoyando el área gastronómica en Alpiste, pues tiene formación como chef. Ella estudió cocina en Roma. Luego amplió su preparación a otras áreas.
Siguió hotelería en Suiza y posteriormente una maestría en mercadeo internacional en Londres. Cuando concluyó sus estudios en Inglaterra, ya Bottega estaba operando.
Bottega (que significa bodega) nació hace siete años, en Guachipelín de Escazú, para responder a la necesidad de mejorar la experiencia del cliente final.
Es una tienda enogastronómica, que combina el conocimiento de los vinos con los alimentos, cuya oferta abarca vinos, otros licores (ron y whisky), complementos (copas de vino) y delicatesen (alimentos selectos o exquisiteces).
Cuando se iba a inaugurar se realizó un ejercicio creativo con una agencia publicitaria para encontrarle el nombre de marca. Don Alessandro (q.d.e.p.) dijo que quería que fuera Bottega.
Su surgimiento implicó la inversión en una tienda más diseñada y pensada con la asesoría de la firma internacional de arquitectura Gensler, que tiene presencia en el país.
Esa tienda es de quinientos metros cuadrados, pues ahí se realizan y se brinda servicios de eventos y catas de vino. Cuenta con amplio parquero, también.
En los eventos las personas son acompañadas por un chef y un sumiller con los que pueden aprender de la cultura del vino. Adicionalmente se realizan actividades en restaurantes. Pronto dieron otro paso para acercarse al cliente.
Sofía, que estuvo primero en la dirección comercial, actualmente se enfoca más a la innovación, especialmente en la expansión, con las modernas tiendas de conveniencia y la incorporación de productos nuevos.
En noviembre pasado, justo en la temporada alta de fin de año, Bottega abrió su segunda tienda en Nunciatura, Rohrmoser, tras una inversión cercana a los $194.000.
Esta segunda tienda tiene 75 metros cuadrados y también fue diseñada con el apoyo de Gensler, que cuenta con una amplia experiencia en el área de diseño de tiendas de venta al detalle (retail).
El diseño, explica Sofía, es fundamental porque Bottega se debe pensar muy bien la estrategia de ubicación de los productos en función del recorrido que hace el cliente dentro de la tienda.
El portafolio en la tienda de conveniencia se estructura con los productos de más venta, tanto en alimentos o delicatesen —importados, locales y de producción propia— como en vinos tintos, blancos, rosados y espumosos de Italia, España, Francia, Chile, California, Argentina y de Nueva Zelanda, así como champagne, cervezas de origen italiano, galletas, snacks, chips, pastas y dulces como turrón y otros.
Hay un elemento diferenciador respecto a otras opciones en el mercado.
Sofía explica que apuntan al servicio, de forma que los clientes encuentren siempre un chef o un sumiller (persona encargada de los vinos y licores) que les asesore.
En la tienda también se cuenta con un servicio de degustación, con cuatro vinos diferentes durante la semana. Además del autoservicio en tienda, donde el cliente elige sus productos, se dispone de servicio a domicilio.
En Nunciatura y Rohrmoser, donde las personas suelen caminar, si la compra es grande se puede hacer una entrega a domicilio con una bicimoto. Los clientes también pueden hacer sus pedidos mediante WhatsApp o en línea para entrega a domicilio en cualquier sitio de Costa Rica.
Actualmente se está concluyendo la terraza, en la cual se colocarán mesas para que las personas disfruten de una copa de vino acompañada de algún producto que se tiene en la tienda.
Sofía señala que el proyecto de la tienda en Rohrmoser es una prueba para determinar y afinar las estrategias de logística, comercialización y productos en la futura apertura de nuevos puntos de venta retail. En la tienda ofrecen los productos más demandados en cada categoría.
“Hemos ido agarrando la ola de consumo, leyendo mucho lo que el cliente. Viendo lo que quiere”, dice Sofía. “Hay posibilidades de crecimiento y de estar a la par del consumidor en muchas partes del país. La idea es expandir, una o dos tiendas en este año, y siempre tener productos novedosos que solo se consiguen solo con nosotros, siguiendo las necesidades y tendencias como el caso de los productos libres de gluten”.
Dos puntos están a la vista para abrir tiendas: en el este de San José y en Liberia, donde aún no tienen locales específicos pero sí conversaciones con desarrolladores. No se limitarán a esas zonas, pues seguirán observando dónde lo dicta el mercado.