Los negocios de café de la familia de Juan David Aristizabal en Colombia se vieron fuertemente afectados por un terremoto y una crisis económica de finales de la década de los 90′s. Dos décadas después le plantearon de la Bolsa de Valores de ese país que necesitaban 1.500 personas con conocimientos y habilidades en informática para contratarlos.
Ante ambas situaciones Juan David empezó a desarrollar diversas plataformas que se incubaron como emprendimientos sociales dirigidos a apoyar a otras personas emprendedoras y a quienes desean empleos de calidad, teniendo en cuenta la demanda de talento tecnológico y las tendencias en el campo ambiental.
“Cada vez entiendo mejor dónde hay que mover la aguja”, Juan David Aristizabal, CEO y cofundador de PROtalento, que impulsa una plataforma regional de inclusión laboral y formación profesional y de emprendedores.
Juan David participó en 2019 como copresidente del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza; es reconocido como uno de los 19 jóvenes líderes emergentes en educación a nivel global WISE Qatar y parte de la lista 30 Under 30 de la revista Forbes. Por sus iniciativas también cuenta con reconocimientos como el MTV MIllennial Award y el Premio Internacional Princesa de Girona.
Nació en 1989, en Pereira, en el seno de una familia originaria de la zona de Antioquía, al norte de Bogotá, y que desde principios del siglo XX se instaló en la región conocida como el “Eje cafetero” (ubicada en medio de Calí, Medellín y Bogotá). Se guiaron por su espíritu cooperativista en sus actividades, pero la prosperidad no era eterna.
Un terremoto en 1999, conocido como el Terremoto de Armenia o Terremoto del eje cafetero el lunes 25 de enero, con una magnitud de 6.2 Mw, y más de 1.000 personas fallecidas, afectó a la economía de la zona. Cerca de 8.000 fincas cafeteras fueron destruidas, parcial o completamente, y 13.000 estructuras de empresas e industrias fueron afectadas y estuvieron fuera de servicio de manera temporal o permanente.
Se le unió una crisis de la economía colombiana, “la peor recesión de Colombia” según Portafolio, con una caída de 4,2% del Producto Interno Bruto (PIB).
La familia de Juan David no escapó de verse arrollada por la situación. Su hermana mayor, Ana María, no pudo iniciar en ese momento la carrera universitaria. Luego se graduaría en finanzas y ahora incluso está montando un fondo regional de inversión para empresas tecnológicas.
Una pequeña herencia de una tía les permitió a ambos retomar los estudios después. “Mi hermana se pagó los primeros semestres de la universidad y yo decidí ir a vivir, trabajar y aprender inglés en Estados Unidos”, dice Juan David. Pero él siempre se preguntó sobre las razones por las que su familia y otras familias productoras eran afectadas tan fuertemente por ese tipo de eventos.
La muerte de un amigo a manos de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) fue otro factor que motivó a Juan David a tomar la decisión de ir a EE. UU. La experiencia en ese país sería clave para los proyectos que en el futuro emprendería.
En Massachusetts se encontró con muchos colombianos y latinoamericanos, de quienes le sorprendió su dedicación al trabajo. Ahí observó que solo les faltaba una condición para mejorar sus condiciones: formación para competir en el mercado. Tenían una educación muy básica e insuficiente para obtener empleo y vida de calidad.
Pensando en lo que vivió su familia, su diagnóstico era claro: se habían concentrado en productos de muy poco valor agregado, tenían limitaciones de idiomas (“nadie hablaba inglés”) y se realizaba poco mercadeo. Esas ideas le dieron vuelta cuando inició su carrera universitaria en administración en el Colegio de Estudios Superiores de Administración en Bogotá. Y decidió no quedarse con los brazos cruzados.
En el año 2006, en su primer año de universidad, impulsó una fundación llamada Talento Latam con el objetivo de conseguir recursos para emprendimientos. Ese mismo año Juan David conoce personalmente a Mohammad Yunus, un emprendedor social que ganó el Premio Nobel de la Paz por la creación de Grameen Bank en Bangladesh y ser pionero de los microcréditos y las microfinanzas.
“Su tesis es que a las personas de los países pobres no nos prestan dinero porque no ven nuestro potencial, solamente ven nuestro flujo de ingresos actual, y eso es un impedimento para el progreso”, resume Juan David.
Con su fundación, Juan David crea un sitio web para ayudar a las personas emprendedoras a encontrar recursos y a obtener visibilidad para sus emprendimientos. Su alcance lo sorprende.
Aunque era una plataforma beta, para él fue una experiencia enriquecedora por el cambio que pudo impulsar entre donantes, empresas aliadas, inversionistas, voluntarios y beneficiarios: casi un millón de usuarios. Y ese alcance le da un empujón a la iniciativa.
Juan David es elegido como miembro de Ashoka, una fundación sin ánimo de lucro fundada en EE.UU. en 1981, que es la organización de referencia en el campo del emprendimiento social. En la actualidad cuenta con una comunidad de más de 3.800 emprendedores sociales en más de 90 países. Su participación no fue en vano.
Se identifica más con el concepto de los emprendimientos sociales que sean sostenibles y empieza a conocer a emprendedores globales con proyectos de alto impacto.
La iniciativa no se interrumpiría cuando Juan David estudia tres años y medio en EE. UU. con el apoyo de una beca de US Fulbright Program, patrocinado por la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales del Departamento de Estado y que proporciona fondos a estudiantes y profesionales para estudios de graduación, investigación avanzada y enseñanza.
En 2011 se vende la plataforma y Juan David continúa en diferentes iniciativas. Ocho años después es invitado a participar en la definición de la agenda del Foro Económico Mundial, en su caso en el área de empleo y el impacto de la automatización. El enfoque del debate le deja un sinsabor.
“Las discusiones se centraban en el empleo formal”, acusa Juan David. “El 60% de la economía de América Latina es informal. Es un debate donde los informales no están sentados”.
La experiencia, empero, sería fundamental para el paso que daría al año siguiente y en medio de la pandemia.
En 2020 lo llama el presidente de la Bolsa de Valores de Colombia, la cual había iniciado un proceso de integración con las de Perú y Chile cuya culminación será en 2024. El ejecutivo le plantea a Juan David que tiene un problema: “Necesito 1.500 personas”.
Las empresas del grupo estaban requiriendo científicos de datos, analistas de datos y desarrolladores y no los encontraba. El problema también lo tenían los bancos y otras entidades financieras.
Actualmente la Federación Colombiana de la Industria del Software y Tecnologías Informáticas Relacionadas (Fedesoft) estima que el déficit de informáticos llegará a 160.000 personas en 2025. Otra estimación, a nivel de América Latina y de la firma IDC, indica que el faltanta es del 38%.
“¿Usted está dispuesto a hacer algo diferente?”, le responde Juan David.
La situación también es global: hay un déficit de talento tecnológico (las estimaciones indican que faltan entre 3,5 millones y 10 millones de especialistas en ciberseguridad, solamente). En contraste, una cuarta parte de la población joven está desempleada.
La limitación para incorporarse al mercado laboral que demanda habilidades blandas y técnicas es la educación. Y ese campo lo conoce Juan David, que también es docente. Él tiene una idea.
Se la plantea a la Bolsa de Valores y así surge la plataforma PROtalento. En el mismo 2020 se crea una versión de prueba y se busca financiamiento.
Tocan muchas puertas y varias se abren. Una de ellas, la de Village Global, una firma de capital de riesgo para emprendimientos en etapas iniciales que tiene como fundadores a Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Bill Gates, así como a Diane Greene (fundadora de VMWare) y Reid Hoffman (fundador de LinkedIn), entre otros.
La propuesta de la plataforma es simple.
Primero se evalúa a las personas que se postulan para comprobar si cumplen con el perfil (especialmente ver sus habilidades lógico-matemáticas) y crearles rutas de formación. No solo se fijan en las habilidades.
Hay una cualidad fundamental: que tengan claridad de lo que quieren hacer en el futuro y cómo pueden aprovechar oportunidades laborales en un mercado de alta demanda de talento digital. Además, se incorpora la formación en inglés.
La formación se realiza apoyándose en centros de entrenamiento o bootcamp que ya existen en cada país (actualmente se cuenta con 13 bootcamps aliados), pues la idea es integrar las iniciativas de formación existentes, no competir con ellas, y en cursos virtuales en vivo en 97%. El costo es de $1.000 en promedio, con diferentes esquemas de financiamiento o pago según la situación de cada persona.
De esta forma, se facilitan los contactos entre las personas participantes en los programas de aceleración de talento. Asimismo, se trabaja con más de 200 empresas, la mitad ubicadas en EE. UU., España, India e Inglaterra.
“Nuestro sueño principal es que todo el mundo quiera volverse un pro”, sostiene Juan David. “Cuando hablamos de pro es una persona que cuida del planeta, que cuida de otros, que cuida de sí mismo”.
Los retos son variados: incorporar a las universidades y otras instituciones de formación técnica y profesional; fomentar la “vocación de poder” (“que en América Latina podemos ser fundadores de talla mundial en muchas industrias”) para generar oportunidades laborales y de inversión en emprendimientos; e impulsar iniciativas en el campo ambiental y en proyectos de absorción de CO2 del aire.
Las primeras personas beneficiarias venían del sector informal o eran desempleadas. Pronto se amplía la geografía de cobertura.
Actualmente se cuenta con más de 30.000 talentos formados de 90 ciudades de América Latina, incluyendo México, Centroamérica, el Caribe, Sudamérica e incluso España y Miami. La idea no es quedarse en la formación de talento para un empleo.
“La promesa de valor es la empleabilidad en su propia empresa”, dice Juan David. Pero no cualquier tipo de emprendimiento: emprendimientos de calidad y alta productividad en industrias de alta demanda, para lo cual es imprescindible que la persona realice su experiencia laboral en una firma.
Actualmente también se trabaja en una actualización en inteligencia artificial y en cambio climático, dos de los principales temas de este 2023 y para los siguientes años con alta incidencia en las empresas y en el empleo.
Como emprendimiento social, PROtalento recibe el apoyo de Alejandría, la incubadora de emprendimientos de alto impacto fundada por el costarricense Luis Javier Castro, al que Juan David considera su mentor. Castro también es fundador y CEO de Mesoamérica Investments.
Juan David sostiene que para el futuro inmediato un área que aumentará de importancia en América Latina es la que tiene que ver con la disponibilidad del agua. “En el mediano plazo, además de la docencia, espero dedicarme más a este tema”, afirma.