Renunciar a la cooperación multilateral conlleva resignarse a perder batallas como la del cambio climático, una actitud negligente que la Administración Trump ya ha adoptado con absoluto descaro. Vista esta alarmante dejación de funciones, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿de qué le sirve a un país ser la primera potencia mundial si, ante los grandes retos mundiales, su Gobierno elige condenarse a la impotencia?