Si empezamos a limitar las redes sociales únicamente a gente que piensa como uno, corremos el riesgo de vivir sumergidos en burbujas que endurecen nuestros sesgos ideológicos
Si empezamos a limitar las redes sociales únicamente a gente que piensa como uno, corremos el riesgo de vivir sumergidos en burbujas que endurecen nuestros sesgos ideológicos