La democracia costarricense merece una oposición legislativa seria y responsable, que asuma el encargo que se les encomendó el 6 de febrero pasado. Y que lo haga bien.
La democracia costarricense merece una oposición legislativa seria y responsable, que asuma el encargo que se les encomendó el 6 de febrero pasado. Y que lo haga bien.