Al definir metas y objetivos, o sueños y aspiraciones, tenemos que asegurarnos de tener los pies bien puestos sobre la tierra. Hay que pasar cada idea por el filtro de la realidad, someterla a la prueba ácida de la sana crítica. Este ejercicio puede evitarnos frustraciones, gastritis y desperdicio de recursos y oportunidades. Es una de las lecciones que nos deja el episodio de la lucha del Caballlero de la Triste Figura contra los molinos de viento.