Cuando un país percibe un golpe económico, el desempleo aumenta y el ingreso de los hogares disminuye. Es así como en cuestión de días, la capacidad de pago de los deudores se deteriora.
En medio de la emergencia sanitaria y económica actual, los bancos responden con programas de salvamento dirigidos a millones de consumidores endeudados. Estos planes fueron lanzados desde hace ya un mes.
Las ayudas aplicadas en el país incluyen moratorias en los préstamos, es decir la posibilidad de no pagar un crédito durante algunos meses, arreglos de pago, extensiones de plazo, congelamiento automático de mínimos en las tarjetas de crédito, entre otros.
Una y otra vez los bancos señalan a sus clientes que estas medidas de alivio están disponibles para quienes han percibido un deterioro en las finanzas personales o del negocio a causa de la emergencia del COVID-19.
Federico Odio, gerente de BAC Credomatic, al momento del lanzamiento de la oferta de este banco hizo un llamado a que la población que no reciba un golpe en sus ingresos, atienda sus deudas con normalidad, para que los esfuerzos del sistema financiero se enfoquen en quienes necesitan apoyo con mayor urgencia.
Con el objeto de salvaguardar el enfoque prioritario en los sectores y personas más afectadas, la banca aplica una serie de filtros para determinar si el solicitante es sujeto del programa de apoyo o no.
El llenado de formularios y la presentación de documentos son el paso más tedioso para los clientes, pero representan la forma en la que la banca depura la lista final de quienes recibirán un sí como respuesta, principalmente en los periodos de gracia.
Cientos de personas del sector público han tocado la puerta en busca de ayuda, pero ellos no han visto deteriorado su ingreso por la emergencia sanitaria y lo mismo ocurre con la población pensionada, ya que por ahora no han sufrido afectación, afirmó Francisco Montoya, gerente de Coopealianza.
Esta situación lleva a que más de la mitad de las solicitudes hayan sido rechazadas, lo mismo ocurre en otras entidades. Por ejemplo, en Coopemep, del total de 388 peticiones, 161 recibieron un no como respuesta al momento en que enviaron sus datos.
Cada entidad financiera utiliza diferentes criterios y algunas plantean sus propias excepciones. Algunas medidas generales han llegado a sectores de turismo y comercio, al ser los más golpeados, pero en general concuerdan en que cada caso es evaluado de forma individual.
Cuando el consumidor financiero solicita una medida de apoyo en una entidad, debe demostrar que la afectación en su condición laboral o la dinámica de su negocio se debe al golpe que dio el nuevo coronavirus a la economía.
¿Cómo hacerlo? La mayoría de bancos, cooperativas y mutuales han puesto a disposición del público formularios en línea para que los deudores llenen una serie de casillas que respondan algunas preguntas básicas.
Las más esenciales son lugar de trabajo, sector económico al que pertenece y una declaración que explique por qué pide el programa de apoyo, sea debido a la pérdida de empleo o al cierre de la empresa, o una reducción en los ingresos.
Si se trata de un ajuste a la baja en los ingresos, los deudores deben puntualizar cuál es la afectación. Por ejemplo, indicar si la empresa para la que labora le redujo la jornada laboral y por ende el salario en un 50%, y basado en esto, cuál es el salario que proyecta recibir en los próximos meses.
La mayoría de los programas de apoyo o alivio de la banca se enfocan en periodos de tres meses, esto en línea con los cambios recientes aprobados en el Congreso.
Mediante la Ley 9832 de Autorización de Reducción de Jornadas de Trabajo, se estableció la posibilidad para que las empresas modifiquen las jornadas de sus colaboradores y reduzcan consecuentemente los salarios. Esta posibilidad se habilita, bajo previa autorización del Ministerio de Trabajo, de forma temporal por un periodo de tres meses prorrogables hasta por dos periodos iguales.
Por ahora la banca opta por periodos de gracia de un trimestre, pero habrá que esperar cuáles serán las medidas si los ajustes en las jornadas de los trabajadores se extienden por un periodo más amplio, tal y como lo avala la misma ley.
Asimismo, los mismos bancos han explicado a los deudores la importancia de atender sus pagos a tiempo cuando sus posibilidades lo permitan.
“Recomendamos, además, dentro de lo posible, evitar la postergación de estas obligaciones financieras a fin de no extender estas deudas a futuro”, destacó Scotiabank en su más reciente comunicado de prensa.
El llamado se da porque los periodos de gracia dan alivio durante los meses de la moratoria, pero, por ejemplo, pueden implicar cuotas mayores cuando ese lapso pase, o una cuota mucho más elevada en la parte final del crédito.
La decisión de postergar los pagos son una medida necesaria para quienes no pueden pagar del todo sus deudas, pero que sin duda traerá consecuencias en la liquidez futura de los deudores. En algunos casos de forma leve, pero en otros significará un golpe mayor.
Detrás de los programas de apoyo
Estos planes pretenden evitar que la calificación de riesgo de los deudores se deteriore en los meses más nublados, para que cuando se despeje el panorama, las personas y empresas puedan retomar el pago de las deudas y sus finanzas entren en un proceso de recuperación.
Además, si las personas no deben cancelar sus deudas, podrán al menos mantener un leve consumo y así la economía no se paraliza.
Así, estas medidas buscan por un lado, evitar que los deudores reflejen un deterioro en su calificación de riesgo, y por otro, también pretenden evitar un mayor golpe en sus resultados financieros. No es un secreto que la banca debe cuidar su negocio.
Cada vez que una entidad financiera ofrece a un cliente una de estas opciones, debe disponer de recursos frescos para atender la demanda, para esto es que la banca necesita liquidez. Si el banco le presta más dinero para refinanciar sus deudas, debe tener esos recursos para poder hacerlo.
Los recursos de la banca son finitos y por ende, les resulta imposible aplicar opciones a personas de forma generalizada. Esto lo han explicado economistas y el mismo presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), Rodrigo Cubero, en diversas entrevistas con EF.
Los recursos se destinan a la población más afectada y lamentablemente, pero sin más remedio, las personas que arrastraban previo a la crisis sanitaria del COVID-19 una condición de desempleo, una reducción del ingreso en su negocio o un deterioro en su capacidad de pago quedan excluidas de la mayoría de estos planes de ayuda.
Aún así, algunos bancos ofrecen programas alternos de refundición de deudas para esa otra porción de la población que ya cargaba con el lastre de altos niveles de endeudamiento.
El sistema financiero carga con el lastre de una población que ya estaba muy endeudada, y ahora se suma el impacto del COVID-19 para desequilibrar aun más las finanzas de los hogares.