“Tengo que comprar más lechuga, granos y galletas para poder comer, ahora es casi imposible pensar en que puedo llevar un buen trozo de carne”, me dijo Manuel Sanabria mientras hacía sus compras en una popular cadena de supermercados.
Lo que describe Manuel es la inflación de los alimentos. Los costos aumentaron de tal forma que tuvo que restringir la forma en la que comía.
Que él compre más lechuga y granos está bien, debido a que son alimentos que se recomienda agregar en una dieta balanceada; las galletas que llevaba en su canasta no, pero según él “con eso me termino de llenar”.
Un estudio realizado por la unidad académica del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional a finales del 2020, demostró que el 58% de las personas en el país tuvieron que disminuir su consumo de carnes debido a la difícil situación que vivían en medio de la pandemia.
El 47% de los encuestados dijo que fueron las frutas las que tuvieron que sacrificar por motivos económicos, seguido por un 45% que respondió verduras y legumbres.
Inseguridad alimentaria
En Costa Rica una de cada seis personas no puede cumplir con al menos uno de los tres tiempos de comida al día a raíz del encarecimiento de los alimentos, según lo reveló el informe “Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y Nutricional” de la Organización Internacional de la Alimentación (FAO), publicado en noviembre del 2021.
La FAO también mostró que los precios para finales del año pasado e inicios de este 2022 en carnes, lácteos, cereales, aceites vegetales y azúcar son mayores que los de la crisis global del 2010.
Los aceites de girasol, soya y palma son los que mayor incremento registran con un 60% anual.
La inflación alimentaria agrava el hambre y hace que tres billones de personas tengan dietas poco o nada saludables, donde la barrera de los precios es la principal causa de esta problemática.
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En Costa Rica la canasta básica alimentaria pasó de ₡50.693 mensual en mayo del 2021 a ₡57.860 para este mismo mes del 2022, y todos los subgrupos de productos que la conforman incrementaron su costo.
La inflación de los alimentos y bebidas no alcohólicas en Costa Rica tuvo una variación interanual de 11,89% en abril de 2022. Esta cifra es la más alta que se ha registrado en el país desde abril de 2009, cuando dicho indicador fue de 14,70%.
Estos datos se desprenden del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que calcula el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Las presiones sobre los precios seguirán robustas durante este 2022 y parte de 2023, con promedios para los alimentos por encima de los observados para el IPC en general.
Creatividad en la dieta
Una de las soluciones para enfrentar la inflación de los alimentos es sustituir los productos que más se encarecen por algunos más económicos sin sacrificar la salud.
Cuando el dinero no alcanza sucede que las personas aumentan el consumo de alimentos de un valor nutricional menor como los que se basan en azúcares, sales, pan, repostería, jugos, refrescos gaseosos porque su costo es más asequible.
“Una recomendación es que si se reduce el consumo de algunas carnes podamos asegurarnos que estén presentes leguminosas como frijoles, garbanzos, lentejas, combinadas con arroz, pasta, papa u otro con base harinosa para que haya una proteína de mejor calidad”, recomendó la nutricionista Gioconda Padil.
Con respecto a las frutas y verduras, el consejo va orientado en que se busquen las que están de temporada.
Por ejemplo, si percibe que el tomate está caro, entonces puede buscar dentro de la gran gama de hortalizas que existen en el país como el ayote, la vainica, la remolacha… Y así va a poder crear una dieta más variada sin incurrir en gastos adicionales.
Una proteína muy consumida por su facilidad y por la gran variedad de formas que hay para comerla es el atún enlatado. Puede resolverlo combinándolo con otros alimentos y así hacer que le rinda una porción para más miembros de la familia.
Ensaladas, pastas, croquetas, arepas y demás recetas que usted pueda crear.
“Es una época en la que por los altos precios tenemos que ser creativos y cuidar mucho nuestro bolsillo, pero también nuestra salud”, señaló Padil.
El encarecimiento del costo de vida provoca que el consumidor controle su gasto y compre menos cantidad e inclusive disminuya su frecuencia, según la investigación de la firma Kantar Consumer Insights del primer trimestre de este año.
Don Manuel dice que va menos veces al supermercado para no verse tentado a gastar de más. El problema que él tiene es que los precios suben, pero tiene más de tres años en que su salario no crece, por eso siente que nada contra corriente.
Ante esa realidad su respuesta es la resignación de esperar mejores condiciones económicas para retomar su consumo habitual, es decir, ya la creciente inflación hizo que don Manuel detenga parte de sus compras con el objetivo de que el dinero disponible le alcance para otras necesidades básicas.