El descenso en el tipo de cambio ha sido notable en los últimos tres años, pues el precio del dólar pasó de ₵688 a ₵509, aproximadamente, entre mayo de 2022 y mayo de 2025; una caída de unos ₵180. En consecuencia, algunos sectores afectados por la apreciación del colón han puesto en duda el accionar del Banco Central de Costa Rica (BCCR) en el mercado cambiario.
En este contexto, El Financiero analizó los datos del periodo, revisó los mensajes emitidos por la actual administración del BCCR y consultó a varios especialistas con el fin de identificar cuál ha sido el manejo cambiario del ente emisor.
Las reglas del mercado
Es importante recordar que el país mantiene desde hace 10 años un régimen de flotación administrada, en el cual se permite que el tipo de cambio sea determinado por las fuerzas del mercado.
Bajo este esquema, el BCCR solo puede intervenir en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) con tres propósitos: acotar movimientos abruptos en el tipo de cambio (operaciones de estabilización), suplir los requerimientos de divisas del Sector Público no Bancario (SPNB) y atender sus propios requerimientos (compra o venta de reservas).
Como organizador del mercado, el Central es juez y parte, pues también participa en él de manera activa. Si bien no puede establecer el valor de la divisa, su participación en el Monex tiene un gran peso que ejerce influencia en los precios.
Entre 2022 y los primeros meses de 2025 ha comprado $18.351 millones, correspondientes al 62% del total transado en el mercado cambiario.
El presidente del BCCR, Róger Madrigal, señala que es necesario diferenciar entre la participación y la intervención del ente emisor. En el primer caso, asegura, el Banco actúa como agente de las instituciones del SPNB y compra dólares al precio del mercado, “no tiene ningún objetivo de precio”.
Hay que recordar que el BCCR le vende al SPNB dólares de sus reservas y luego las repone mediante compras en el Monex. No obstante, el Central tiene la potestad de administrar esas compras a su discreción. Esto significa que no tiene que hacerlas todas un mismo día, sino que puede dosificarlas en el tiempo.
“La intervención es cuando el Banco se mete para que el tipo de cambio sea más alto o más bajo. Y eso no lo hemos hecho. A no ser que un día en particular, por razones que no están explícitas, el tipo de cambio empieza a subir y no hay ningún fundamento económico para que suba. Entonces, el Banco interpreta que eso es irregular, ya sea que suba o que baje, e interviene. Pero eso lo hace muy poco”, aseguró el jerarca en una reciente entrevista con este medio.
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Los primeros mensajes
La economía de Costa Rica enfrentó fuertes choques desde el inicio de la pandemia por COVID-19, que incidieron en el mercado cambiario entre 2020 y 2022.
“En poco más de dos años, la economía costarricense ha enfrentado, por un lado, una oferta de divisas cuya evolución ha estado marcada por una industria turística que aún no se recupera de los efectos de esta crisis sanitaria y, por otro, una mayor demanda de divisas que, en buena medida, reflejó los problemas en las cadenas globales de suministro, los incrementos en los precios internacionales de las materias primas (exacerbados por los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania), y la demanda de las operadoras de pensión que buscaron diversificar la cartera de inversiones financieras”, explicaba un comunicado emitido por el BCCR en mayo de 2022.

Para mitigar esos impactos, la entidad recurrió al uso de sus reservas internacionales, logrando atender los crecientes requerimientos del SPNB sin reponer los dólares vendidos en el Monex.
El 3 de junio de 2022, cuando recién se iniciaba la actual administración, el BCCR anunció varias “medidas de política dirigidas al mercado cambiario” que buscaban fortalecer las reservas y el blindaje financiero del país. Según se informó, esto facilitaría la atención de choques externos e internos y la intervención de la entidad en el mercado cambiario, “cuando los análisis técnicos así lo determinen”.
Estas medidas incluían: solicitar un crédito con el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) y modificar el horario del Monex, de modo que solo opere durante una hora al día, de 12 p.m. a 1 p.m., con el objetivo de mejorar el proceso de formación de precios en el mercado.
Efectivamente, en agosto de 2022, el Central recibió el desembolso del “crédito de apoyo a la balanza de pagos” del FLAR por $1.100 millones. La entidad aseguró que este blindaje favorecía la estabilidad interna y externa del colón.
Superávit de divisas
El economista Rodrigo Cubero, quien fue presidente del Banco Central entre agosto de 2018 y mayo de 2022, señala que ha existido un fuerte superávit de divisas en los últimos 3 años. Esto ha permitido que el BCCR compre suficiente, no solo para reponer los dólares que le vende al sector público no bancario, sino incluso para incrementar más reservas.
En su criterio, al hacerlo también está mitigando lo que hubiera sido una apreciación más fuerte en el tipo de cambio.
“El tipo de cambio no lo fija ni lo decide el Banco Central, lo determina el mercado, y muchas de las fuerzas que lo han venido empujando a la baja en los últimos tres años han sido factores muy bienvenidos. Por ejemplo, el auge en las exportaciones de bienes y servicios desde zona franca, la recuperación del turismo después de la pandemia, la atracción de inversión extranjera directa y la reversión de los incrementos en los precios de las materias primas”, afirmó.
Sin embargo, desde su perspectiva, otro factor que ha incidido sobre el tipo de cambio es la política monetaria, que en su opinión ha sido excesivamente restrictiva.
“Por el lado de la política cambiaria me parece que el Banco Central ha hecho lo que ha tenido que hacer, pero, por el lado de la política monetaria, me parece que no ha bajado la tasa de política monetaria tan decididamente como la subió cuando la inflación acechaba al alza. Esa asimetría, entre el manejo de la inflación cuando ha estado muy baja, en comparación a cuando estaba alta, también ha impactado de alguna forma la comunicación en materia cambiaria”, añadió.
Según dijo, los datos muestran que el Banco Central tiene espacio para bajar más la tasa de política monetaria (TPM) y ayudar a que la inflación pueda converger hacia la meta del 3%.
Aunque la TPM no es una herramienta cambiaria, puede influir sobre la cotización del dólar. Su efecto se produce al incentivar o desincentivar el ahorro en colones.
Cuando la TPM está muy baja en comparación con las tasas en dólares, entonces los portafolios de inversión tienden a dolarizarse o salir del país, lo cual crea una presión al alza; cuando está muy alta, se promueve una colonización de la inversión y los portafolios se mueven hacia la moneda local, creando una presión a la baja en el precio del dólar.
Para el economista Daniel Ortiz, esta administración del BCCR se ha preocupado más por el tipo de cambio que por su meta de inflación.
“Los mensajes del Banco presentan el hecho de que el tipo de cambio suba como un riesgo de que la inflación también suba, lo cual es contradictorio en un entorno donde tenemos ya prácticamente dos años de una inflación cercana a cero. El tipo de cambio es una variable de ajuste que, si sube, lo que permite es que el Banco Central cumpla su meta de inflación, de modo que no debería verse como un riesgo, sino como un mecanismo de transmisión”, dijo Ortiz, director de la firma Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa).
Por su lado, la economista Gloriana Ivankovich subrayó que el objetivo principal del BCCR es mantener la estabilidad de los precios y controlar la inflación, de modo que la política monetaria debe estar en función de ello.
“Ciertamente, la TPM tiene efectos no sólo sobre la actividad económica y la inflación, sino también sobre el tipo de cambio, pero el Banco Central considera el entorno interno y externo para definirla, velando por la estabilidad macroeconómica”, afirmó Ivankovich, directora ejecutiva de la Academia de Centroamérica.
Las compras del BCCR
La economía global se ha tornado más volátil en este 2025, a raíz de las nuevas políticas arancelarias del gobierno de Estados Unidos. Ante la incertidumbre en los mercados internacionales, varios sectores económicos han reclamado acciones para detener la reducción del tipo de cambio.
Particularmente, representantes del sector exportador se han referido a la necesidad de una mayor estabilidad cambiaria, mientras que los empresarios turísticos alegan que la depreciación del dólar golpea las ganancias para quienes se dedican a actividades turísticas, habitualmente cobradas en esa moneda.
“En Costa Rica hay un mito de que el Banco Central pone el tipo de cambio donde él quiere. Cuando uno analiza los datos de mercado cambiario, lo que ve es un banco muy ingenuo en la forma como interviene. Con sus compras o ventas, amortigua tanto las presiones hacia la baja como hacia el alza del tipo de cambio”, aseguró el economista José Luis Arce, director de la firma de asesoría FCS Capital.
Los datos de la entidad muestran que desde 2022 ha realizado ventas por estabilización —intervención para atenuar subidas— por un monto de $410 millones, la gran mayoría (un 87%) en el primer año de gestión de Madrigal, cuando el país vivía un encarecimiento en el tipo de cambio. Por el contrario, desde ese periodo no se observan compras por estabilización —intervención para atenuar caídas—, lo cual sugiere que el BCCR no ha visto la necesidad de intervenir ante la reducción del tipo de cambio (periodo en el que el precio del dólar se redujo en unos ₵180).
“La función de reacción del Banco Central no tiene por qué ser simétrica. Para un país que no emite dólares es más preocupante cuando tiene que intervenir vendiendo dólares que cuando tiene que intervenir comprándolos, por una razón muy sencilla, porque cuando interviene vendiendo dólares está gastando sus reservas”, dijo Arce.
Desde 2022, las compras del BCCR por operaciones propias suman $4.356 millones; mientras que las compras para el SPNB suman $13.995 millones, una suma relativamente similar a las ventas para ese sector, por $13.217 millones. Es decir, en líneas generales, ha empatado lo que compra en el Monex con lo que le vende de sus reservas al sector público, al mismo tiempo que mantuvo una política de incremento de sus arcas.
Pablo González, gestor de portafolios de Grupo Financiero Mercado de Valores, señaló que es importante revisar la conveniencia de que el SPNB participe en el Monex a través del BCCR.
“La demanda parece no estar reflejando las condiciones de mercado, dado el aumento de la oferta que se ha presentado en los últimos años y que no encuentra compradores suficientes, siendo que el BCCR es el participante final en el mercado para estos demandantes públicos”, afirmó. Si esto se corrige, dijo, las participaciones del Central serían menores y solo para atender necesidades propias.
En su opinión, la participación del BCCR para el SPNB causa incertidumbre, pues no es claro si las negociaciones que genera en una sesión se dan porque el ente emisor establece las posturas de compras “o si es que pega posiciones que están en pantalla”.
“Si es lo primero, significa que es el BCCR el que dirige el precio, si es lo segundo significa que es el mercado el que guía la formación del tipo de cambio; pero esta información no está disponible al público”, añadió.
Ahora bien, ¿el cambio de horario en la operación del Monex produjo la mejora esperada en la formación de precios?
En criterio de Arce, esta medida ha concentrado la oferta en un tiempo más limitado y eleva el riesgo de los intermediarios financieros a la hora de vender divisas en sus ventanillas. Esto puede causar que sean más conservadores en los tipos de cambio que ofrecen al público y, posiblemente, aumenta los márgenes de intermediación cambiaria.
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Más allá del Monex, Arce apuntó que las ventanillas cambiarias son “el verdadero mercado cambiario de Costa Rica”, donde los bancos compran y venden dólares.
Desde 2022 ha crecido notoriamente el superávit en las ventanillas, es decir, hay más gente cambiando dólares por colones, versus la cantidad de divisas que los bancos le venden a las personas.
En 2019 —para elegir un año no incidido por la pandemia—, el superávit total fue de $2.095 millones, una tercera parte de los $6.889 millones del 2024.
Los intermediarios cambiarios llevan esos dólares sobrantes al Monex. Al haber un mayor superávit en ventanillas, hay una mayor oferta de la divisa y por ende una presión hacia la baja en el tipo de cambio.
Presiones bajistas de esa magnitud, poco habituales en el mercado costarricense hasta hace un par de años, fueron toleradas por el BCCR. Como prueba de ello está la falta de intervenciones por estabilización durante la caída en el tipo de cambio, a diferencia de las intervenciones cuando el precio del dólar rozó los ¢700.
Madrigal, por su parte, defiende que no ha estado “en contra de ninguna presión alcista”. De hecho, los números indican que puede que haya sumado algunas fuerzas hacia el alza con las constantes compras que ha hecho en el Monex para fortalecer sus reservas.