Las principales bolsas del mundo iniciaron agosto en el terreno de los números rojos. La combinación de múltiples factores encendió el pánico entre los inversionistas y así quedó reflejado en los principales indicadores bursátiles del planeta, que cayeron en conjunto el primer lunes de este mes.
El Nikkei 225 japonés se contrajo un 8,6% entre el 31 de julio al 7 de agosto pasado; el Eurostoxx 50, del viejo continente, cayó un 3,6% en el mismo período; y el Nasdaq 100 norteamericano perdió otro 7,7%.
¿Qué explica estos comportamientos? Principalmente dos factores, aunque no son los únicos. Por un lado, las cifras desalentadoras de empleo en Estados Unidos reavivaron los temores de recesión en el gigante norteamericano y, por otro, el yen (una de las monedas más potentes del mundo) experimenta una apreciación atípica frente al dólar, cercana al 10% en los últimos 30 días, con implicaciones sobre cientos de miles de negocios e inversiones en el planeta.
Las caídas de esta semana llevaron a algunos medios y analistas a revivir términos como “lunes negro” para referirse a lo ocurrido este 5 de agosto, cuando la mayoría de indicadores se contrajo al unísono. Esta es una etiqueta que se utiliza para recordar lo sucedido el lunes 19 de octubre de 1987, cuando las principales referencias bursátiles del mundo cayeron en proporciones récord, empujadas por las tensiones geopolíticas en el golfo Pérsico y las políticas monetarias del momento.
Ahora, sin embargo, la situación es distinta.
¿Qué ocasionó la caída?
Los dos principales factores que “asustaron” a los mercados en esta primera semana de agosto fueron las cifras negativas de empleo en Estados Unidos y la apreciación del yen en Japón, una de las monedas más fuertes del mundo junto con el dólar, el euro, la libra esterlina y el franco suizo.
En cuanto a los indicadores de empleo de Estados Unidos, las noticias fueron muy negativas para los mercados, que últimamente se mostraban confiados sobre la fortaleza de la economía norteamericana.
La creación de nuevos puestos de empleo no solo se ralentizó en el mes de julio, sino que la tasa de desempleo estadounidense subió hasta un 4,3%: el indicador más alto desde octubre 2021, en plena recuperación de la pandemia del coronavirus.
Este dato fue negativo porque reavivó los temores de que Estados Unidos pueda entrar en una recesión, con todas sus implicaciones negativas para las capacidades de inversión y de consumo de personas y empresas,, a pesar de que la mayoría de estadísticas de crecimiento, empleo e inflación de la potencia norteamericana siguen lejos de mostrar ese escenario.
El pánico nace de que los números de julio puedan ser apenas el inicio de una nueva tendencia que, según analistas, se podría consolidar o hasta acrecentar si la Reserva Federal decide mantener por mucho tiempo más sus tasas de interés en cifras como las actuales para mantener a raya la inflación que se desató en 2022, como consecuencia de las políticas monetarias durante el covid-19 y los múltiples shocks ocasionados por esa y otras crisis sobre las cadenas de suministro.
Las tasas de interés actuales de la Fed son de 5,25%-5,50%: las más altas en 23 años.
En cuando a la apreciación del yen, esta afectó principalmente (aunque no exclusivamente) a la bolsa japonesa. El Nikkei 250, de hecho, fue el indicador que registró una caída más pronunciada de entre todos los índices más importantes del mundo (de un 12,4%) el 2 de agosto pasado.
La moneda japonesa ha recuperado casi un 10% de su valor frente al dólar en los últimos 30 días, una tendencia que se acentuó a partir del 31 de julio pasado, cuando el Banco de Japón decidió subir sus tasas de interés de referencia a un 0,25%, después casi década y media de mantenerse en terreno neutro o hasta negativo.
Este cambio de política monetaria —que había sido precedido por otra subida de -0,1% a 0,1% en mayo pasado— revalorizó el yen y ocasionó una especie de revés para múltiples inversionistas que se aprovechaban de las condiciones neutrales o negativas de las tasas niponas para endeudarse en ese mercado y generar ganancias invirtiendo el mismo dinero en otras regiones como Europa o Norteamérica, donde se ofrecen rendimientos más elevados, Esta es una estrategia conocida como carry trade.
A estos dos factores se sumaron otros menos evidentes, según explicó The Wall Street Journal. Por ejemplo, el cada vez más aplanado entusiasmo por el avance de soluciones de inteligencia artificial (que han disparado las cotizaciones de empresas tecnológicas a niveles nunca antes vistos, aún cuando todavía no se observen sus resultados trascendentales prometidos) y negocios como la venta por parte de Berkshire Hathaway (de Warren Buffett) de la mitad de sus acciones de Apple, aparejada con el aumento de sus reservas de efectivo.
¿Por qué éste lunes difiere del “lunes negro” del 87?
Pero este 5 de agosto fue “mucho más suave” que el “lunes negro” de hace 37 años, según The Wall Street Jorunal.
En el “lunes negro” de 1987, la caída de los indicadores fue mucho más pronunciada y el Dow Jones estadounidense retrocedió hasta un 22,6% en un solo día, un porcentaje que no se repitió más desde entonces.
Por aquel año, además, el mercado de la bolsa registraba varios años al alza y sin correcciones significativas, según explicó la cadena CNN, y las negociaciones informatizadas aceleraron las ventas de una población con temor y con menor acceso a información relevante.
El factor común entre aquel lunes 19 de octubre de 1987 y este lunes 5 de agosto de 2024, sin embargo, es el pánico acrecentado por varios factores; y qué tanto más (o menos) avance el deterioro dependerá de cómo evolucionen las condiciones que provocaron su inicio.
Una de las principales incógnitas es qué pasará con las tasas de interés de la Fed, que recién el 31 de julio pasado anunció su decisión de mantenerlas en 5,25%-5,50%.
Analistas consideran que los números actuales son demasiado altos y dificultan las condiciones del sector productivo, a pesar de que la propia Fed asegura ver una situación de los precios solo “algo elevada” (em junio el IPC interanual fue de 3%).
“El sentimiento del comité se está aproximando al de una bajada de tipos”, dijo el jefe de la Fed, Jerome Powell tras el último anuncio, y reconoció que un recorte de tasas “podría estar sobre la mesa en la reunión de septiembre”. Pero existen dudas sobre si la Fed finalmente esperará o no hasta ese momento para hacer una reevaluación.
Los indicadores norteamericanos de la bolsa son los que han tenido más problemas para recuperarse del reciente deterioro. En Estados Unidos persisten las dudas de que las tasas de interés altas de los últimos meses no desemboquen en una recesión, aunque nadie se atreve a señalarlo como el escenario más probable de todos frente a un crecimiento moderado, por el momento.
La sensibilidad del mercado a la información es alta en este momento, para bien y para mal. Por ejemplo, recién el martes 6 de agosto, el inmediatamente posterior al lunes de las principales caídas bursátiles de este inicio de agosto, los diarios ya daban cuenta de algunas mejorías relacionadas con mejores datos sobre el desempeño del sector de servicios.
¿Qué hacer si tengo inversiones expuestas?
Para el gestor de inversiones de la firma Mercado de Valores, Mauricio Moya, la caída de las bolsas de los últimos días “no estaba tan basada en datos de desempeño económico de largo plazo”, sino “en preocupaciones de algunos agentes por datos de corto plazo, decisiones de política monetaria que ya se esperaban y algunas operaciones de mayor riesgo y complejidad”.
Esto explica por qué se activaron los temores entre inversionistas, pero al mismo tiempo por qué lo mejor es actuar con cautela si se tiene inversiones expuestas a los mercados internacionales.
“Este tipo de eventos suele impactar significativamente la confianza de los inversionistas en el mercado de capitales; y una de las consecuencias más comunes es la generación de flujos masivos de ventas de activos, lo que puede llegar a desestabilizar aún más el mercado a causa de pánico colectivo, como ya ha ocurrido en otras ocasiones”, explicó. “Por ende, lo mejor es esperar para recuperar el valor perdido en esos días, en lugar de vender precios muy bajos y luego volver a comprar activos a precios más altos cuando estos se hayan recuperado”.
Entre los inversionistas que se pueden ver afectados por estas cuestiones están aquellos que tienen acciones o que accedieron a instrumentos financieros con participaciones en fondos indexados, entre otros.
Desde el punto de vista de Moya, en condiciones como las actuales, es especialmente importante buscar asesoría y no dejarse atrapar por informaciones que puedan causar “pánico innecesario”. Vender en malos tiempos, es sabido, muchas veces solo sirve para concretar pérdidas momentáneas que se pueden revertir rápidamente ante cambios de condiciones muy sutiles.