Las deudas están creadas para que las personas obtengan beneficios, como la posibilidad de comprar una casa a la que muy pocos podrían acceder sin financiamiento.
Sin embargo, la mala gestión de las finanzas personales puede darle un giro a este beneficio y convertirlo en un riesgo o perjuicio.
Para muchos, las deudas son el iceberg que está a punto de golpearlos por un flanco y podría terminar hundiéndolos.
Es en ese momento, antes de ahogarse en deudas, cuando debe buscar asesoría financiera, más aún en una época de presión en las tasas de interés tanto en dólares como en colones.
La decisión de renegociar o refundir deudas es aún más “sabia” actualmente, en momentos de posibilidad de aumento de tasas de interés y las cuotas asociadas, dijo Renán Murillo, subgerente general del Banco de Costa Rica.
Así, aún ante ese mal panorama, no todo está definido. Existen opciones para esquivar esa gran masa de hielo que estruja la liquidez del hogar.
El mercado financiero ofrece vías para que un deudor -cuyas obligaciones se vuelven inmanejables- pueda sentirse más aliviado cuando se avecinen los pagos de cada mes.
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Probablemente ha escuchado algunas opciones, pero desconoce cómo funcionan y qué requisitos debe cumplir para utilizarlos.
Si lo que busca es pagar menos cada mes, encontrará tres vías para lograrlo: el aporte a capital, la refundición de deudas y por último el arreglo de pago o renegociación de un préstamo con la entidad financiera.
No existe una misma solución que se ajuste a todos los clientes por lo que cada una de estas soluciones financieras, por lo que se deberá negociar entre la entidad financiera y el deudor.
¿Cómo elegir cuál opción le conviene? Todo depende de las necesidades del deudor, pero sí es importante que al renegociar revise y compara las tasas de interés, productos y plazo que le ofrecen distintas entidades financieras, de forma tal que esa nueva deuda pagar realmente sea más conveniente para su presupuesto familiar.
Una realidad es que, si el deudor ha sido buena paga, encontrara más alternativas y condiciones más atractivas.
Un cuarto camino y el más importante de todos es la prevención.
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A continuación, el detalle de estas cuatro alternativas para reducir el pago mensual de los préstamos:
1. Refundición de deudas
La hipoteca de la casa, el préstamo del carro, el crédito personal que solicitó para atender una emergencia y la infaltable deuda de las tarjetas de crédito. Cuando estas obligaciones se acumulan, al punto de limitar las finanzas del hogar, se siente que el agua llega hasta el cuello.
El ingreso mensual se reduce y es cada vez menos el dinero disponible para pagar necesidades básicas como los alimentos, los recibos de los servicios públicos y hasta la educación de los hijos.
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Salir de esa situación no es fácil y tampoco es posible para todos, pero sí hay alternativas.
Si un deudor quiere mejorar su liquidez (el dinero disponible), la opción más recomendada es refundir los préstamos. ¿Qué quiere decir esto? Unir varias operaciones de crédito en una sola, con una tasa de interés y plazo que se ajusten más al presupuesto.
“Hoy en día, la refundición de deudas es lo más común que buscan las personas, ya sea porque tienen múltiples tarjetas de crédito y se excedieron en todas, o porque si le suman otras obligaciones financieras, se les complica su diario vivir”, explicó Erick Loría, director de Negocios de Coopeservidores.
Suponga que una persona tiene una deuda por ¢10 millones, entre préstamos de consumo, tarjeta de crédito, carro e inclusive negocios de electrodomésticos.
La cuota mensual que paga ese deudor en Coopeservidores es de aproximadamente ¢410.000 pero si refunde sus deudas puede pagar ¢247.148. Es decir, su liquidez mensual se liberaría en ¢162.852.
También sucede en casos de endeudamiento mayores como una deuda de ¢20 millones, en el mismo tipo de deudas y cooperativa del ejemplo anterior, aunque al tratarse de un monto mayor deberá aportar una garantía real (como una casa).
Este deudor debe erogar alrededor de ¢840.000 cada mes para cancelar estas obligaciones, pero podría pagar ¢598.088 (una diferencia de más de ¢200.000).
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Otro ejemplo, en este caso de Scotiabank, muestra que un deudor que cuenta con un crédito de casa, otro de carro, y por último uno personal y dos tarjetas de crédito. En total, estas operaciones acumulan una deuda de $141.913,04, que se traducen en una cuota mensual de $1.927,32.
Tras una refundición de deudas, el cliente podría ahorrarse $760,59 cada mes (pagaría $1.166,73).
Estos bosquejos permiten mostrar cuánto puede pagar de menos un cliente si consolida sus deudas, pero como los deudores y sus deudas son tan heterogéneos, pueden variar según cada perfil del cliente.
La consolidación de las deudas podrá tomar como garantía, por ejemplo, una vivienda. Si la casa tiene una hipoteca, la consolidación de la deuda se puede ejecutar al constituir una hipoteca en segundo grado. El requisito es que la hipoteca de primer grado esté en la misma entidad financiera.
Algunas entidades únicamente aceptan que la hipoteca sea en primer grado.
Si la primera hipoteca está en otra entidad financiera, se puede saldar esa deuda y consolidar las deudas, para así constituir una hipoteca de primer grado.
Además de la reducción de la cuota mensual, una refundición le permitirá inclusive obtener un plazo fijo de tasas de interés en algunos casos durante un año.
El camino para hacer una refundición tampoco es fácil.
Antes de aprovechar este beneficio, el deudor debe pasar por una valoración crediticia. En ese análisis, pesará el historial de crédito, la estabilidad laboral y el salario actual.
Si ha sido buena paga, pero cada mes se le dificulta más atender las obligaciones, es momento de que acuda al banco en busca de una solución. Si espera a acumular varios meses de impago o atrasos, las opciones que le brinde el banco podrían no llenar sus expectativas. Aun así, todas las entidades recomiendan acercarse en busca de asesoría.
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Algunos bancos inclusive limitan la opción a personas de un máximo de 64 años, y también solicitan que el empleo actual sea de un mínimo de seis meses o un año.
También, en algunos bancos la garantía es exigida e inclusive solo refunden deudas que incluyan como monto principal un préstamo de vivienda.
Otro factor por tomar en cuenta son los gastos legales y comisiones bancarias.
Algunos bancos cobran por hacer una consolidación de las deudas, otros no cobran ni el avalúo de la vivienda que hipotecará.
Un elemento más por estudiar son las condiciones de crédito, ya que para ofrecerle la refundición el banco podría subir la tasa de interés. Es importante que compare las condiciones entre entidades y elija la mejor opción.
2. Renegociar una deuda
Una opción para sentir menos presión en las finanzas familiares es negociar mejores condiciones con el banco para un préstamo que está vigente, pero que puede estar en riesgo de impago, dada la situación económica o financiera de la familia o persona.
En esta alternativa entran casos como el de una persona que adquirió un crédito con una tasa de interés muy alta y a muy corto plazo. Este deudor hoy enfrenta las consecuencias de una mala decisión y paga altas sumas de dinero en sus cuotas. Por tanto, quiere renegociar las condiciones.
Esto puede hacerlo al pedir un nuevo préstamo para cancelar una deuda en otra entidad o al renegociar las condiciones del crédito en el mismo banco.
Otro ejemplo, es aquel deudor que tiene un solo crédito, como la hipoteca de la casa, pero que, ante la expectativa de alza de tasas de interés, quiere cubrir mejor el riesgo.
Si el cliente enfrenta una serie de problemas como la pérdida del trabajo, una crisis por enfermedad o algún gasto relevante que surgió como imprevisto, puede renegociar un préstamo.
Eso sí, debe tratarse de una situación extraordinaria y temporal que impide al deudor cumplir sus obligaciones en tiempo y forma, dijo Javier Barnes, gerente de Crédito de BAC Credomatic.
Destaca que no todas las entidades financieras ofrecen la opción, pero muchas de ellas sí están dispuestas a asesorarle y brindarle las opciones para la nueva deuda.
Un camino es obtener un préstamo que le permita saldar la deuda vigente, ya sea en la misma entidad o en otra que le ofrezca mejores condiciones.
Al igual que en cualquier otro camino que ofrezca el sistema para desahogar las finanzas personales y contar con un mayor flujo de caja, el cliente debe haber demostrado que es responsable y que necesita ayuda antes de presentar impago.
Algunas entidades inclusive readecúan deudas a personas con algún tipo de atraso en sus pagos.
¿Qué puede renegociar un deudor en un préstamo? Mejores tasas de interés, plazo y moneda.
La disminución de la tasa de interés y la ampliación del plazo para cancelar la deuda es lo más común que puede obtener el cliente, aunque en algunos casos el cliente solicita también un cambio de moneda en el préstamo.
La renegociación se dará cuando el deudor se acerque al banco en busca de una alternativa.
La diferencia en cuota de un crédito de auto puede variar hasta un 30%, si el financiamiento es a 60 meses o a 96 meses, mientras que en un crédito hipotecario podríamos ver diferencias de entre un 12% y un 15% para cuotas definidas para 20 años o extendidas a 30 años, explicó Mariela Córdoba, gerente Comercial de Davivienda.
La realidad financiera de cada deudor es muy heterogénea, por lo que el acuerdo al que llegue la entidad financiera y el cliente dependerá de la composición de la deuda, su historial de pago, su salario, entre otros.
No necesariamente la oferta que realice el banco complacerá las expectativas del cliente, puesto que la definición de tasas dependerá del comportamiento de los intereses del mercado y según el tipo de crédito existe un plazo máximo por otorgar.
La renegociación del crédito podría terminar en una extensión del plazo, cuyo beneficio será contar con una mayor liquidez mensual porque la cuota baja.
En la otra acera, la mala noticia será que tendrá que cargará con ese préstamo por un periodo más amplio de tiempo.
El cambio de moneda no es tan usual, pero debe ser una opción a la que acuda el deudor si esto le genera un beneficio y no al precipitarse por un aumento en el tipo de cambio. La recomendación de siempre es que prevea ese riesgo al adquirir el préstamo y se endeude en la moneda en la recibe sus ingresos.
3. Aporte a capital
Puede suceder que, ante la alerta de tasas de interés al alza, un deudor que cuenta con un ahorro prevea que le resulta mejor aportar al capital del crédito para que la deuda sea menor y por tanto, la cuota mensual también.
Si el deudor quiere bajar la cuota mensual, no enfrenta problemas de liquidez, y además tiene ingresos “ociosos” o ahorrados, puede optar por abonar dinero al capital del crédito.
El aporte a capital es viable es una operación crediticia y no tanto cuando se trata de buscar mejores condiciones para varios préstamos.
Un aporte extraordinario a una deuda puede reducir la cuota en menor medida, si se compara con lo que se reduce el pago mensual en una refundición de deudas.
De nuevo, cuál opción elegir dependerá de las necesidades del deudor.
Si aporta dinero al préstamo, lo que baje la cuota varía según el tipo de operación.
Los ejemplos a continuación, aportados por el Banco Nacional, permiten ver este fenómeno.
Suponga que una persona cuenta con un crédito de consumo y paga ¢29.351 cada mes, por un millón de colones. Este crédito es a un plazo de cinco años y con una tasa media de 25%.
Tras aportes por un periodo de doce meses y un abono extra de ¢100.000, el nuevo saldo es de ¢785.000 y el valor cuota pasó a ¢26.028.
Es decir, la cuota mensual bajó en ¢3.323 al mes.
En los préstamos de vivienda el saldo del crédito es mayor y puede alcanzar hasta los 30 años plazo. Esto explica por qué la cuota por cada millón de colones es menor, respecto a un crédito de consumo, misma razón por la cual el aporte a capital también impactará menos el pago mensual.
Un crédito de casa a un plazo de 30 años y una tasa de 11% significa un pago mensual de ¢9.523 por un millón de colones.
Luego de 60 meses de abonos, el deudor logró pagar una pequeña porción y decidió aportar ¢100.000 al capital.
Con ese aporte, el valor cuota pasó a ¢8.536, lo que se tradujo en una reducción de ¢987 en la cuota mensual por cada millón.
Si tras el aporte, la deuda fuera de ¢87 millones, la cuota habría bajado en ¢85.869, pero para hacerlo necesitaría haber realizado un aporte de ¢8,7 millones.
El beneficio principal de un aporte extraordinario es reducir el saldo de la deuda, sin embargo, se debe valorar si el ajuste es significativo como para utilizar el ahorro en esta opción.
4. Prevención
Cualquiera de estas medidas debe ir acompañada de mejores hábitos financieros, de forma tal que el deudor pueda superar esa etapa de poca liquidez y evite enfrentar la misma situación de nuevo.
Si ganó liquidez al hacer una refundición o un aporte de capital, lo ideal sería que ahorre un poco de dinero para necesidades que puede enfrentar en el futuro y que no logró atender en el pasado.
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La entrada a clases de los hijos, marchamo, mantenimiento de la casa o el carro, entre otros, forman parte de esos gastos para los que usualmente no se preparan los consumidores.
Toda crisis financiera tiene un arranque, ese momento en el que la persona se sobre endeuda y no calcula bien todos los factores que inciden en la adquisición de un préstamo.
Es por esto por lo que, la prevención consiste en evitar inclusive la necesidad de acudir a una refundición o cualquier otra solución que lo salve de ahogarse.
El primer gran consejo es el ahorro. Si una persona tiene recursos guardados, puede utilizarlos para emergencias o imprevistos, en vez de endeudarse.
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El ahorro es un paso que le cuesta dar a la mayoría de la población, que prefiere endeudarse en vez de guardar dinero para emergencias, según estudios de la Asociación Bancaria Costarricense (ABC).
A esta baja cultura del ahorro, se le unen una serie de errores comunes en las gestión de las finanzas del hogar.
Al adquirir una deuda es usual que el cliente analice únicamente cuánto reducirá su flujo de caja al pagar el préstamo cada mes, y deja por fuera otros gastos.
El consumidor sabe que debe cancelar cierto monto para pagar el crédito del vehículo cada mes, pero deja por fuera los gastos que este bien le generarán, como el mantenimiento, el marchamo y el combustible.
Todo eso también será parte de los nuevos gastos y el deudor debe estar en la capacidad de cubrirlo, explicó Milagro López, directora de Premium Banking de Scotiabank.
Otra recomendación de las entidades financieras es que debe considerar el ingreso disponible, según los ingresos reales o pasados, pero no sobre los futuros, que pueden ser inciertos.
Otro gran fallo es el sobreendeudamiento, aun cuando hay alertas.
Si una entidad financiera rechaza un crédito, esto es alerta de que algo no está bien y que debe mejorar su historial de crédito o su estado financiero (balance entre ingresos y gastos).
Sin embargo, una decisión común es que el cliente acuda a otra entidad que sí le apruebe el préstamo, por ejemplo, prestamistas y entidades no reguladas por el sistema financiero. En el mediano plazo, esta decisión terminará como el barco a punto de hundirse por el iceberg.
Esto va en línea también con una gestión responsable por parte de la entidad financiera.
El banco cuenta con recursos humanos y tecnológicos especializados que le permiten determinar, con anterioridad al otorgamiento, si los deudores cuentan con capacidad de pago para hacer frente a los créditos que solicitan, evitando así llegar a situaciones inconvenientes, explicó Barnes, de BAC Credomatic.