Aunque el país ha presentado una tendencia hacia la desaceleración durante el 2022, de momento los pronósticos costarricenses no señalan hacia un recesión ineludible para el próximo año, por lo menos en el plano local (afuera, especialmente en Europa, la situación es más compleja y eso podría oscurecernos), sin embargo en el hipotético caso de caer en una, ¿cómo se sabría cuándo el país padece de una recesión económica?
Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con una institución específica que se encarga de declarar cuándo el país cae en recesión: su nombre es el Buró Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés). En Costa Rica, en cambio, no hay una figura como la NBER, lo más cercano que hay es el Banco Central y su Informe de Política Monetaria, donde con cada cierta periodicidad se realiza una especie de radiografía sobre los principales indicadores macroeconómicos del país.
En esta entrega de El Explicador abordaremos qué es una recesión, cómo la define Estados Unidos y en cuáles indicadores costarricenses tendríamos que fijarnos para declarar este padecimiento en el país.
Empecemos por lo primero: ¿qué es una recesión?
Una recesión, a grandes rasgos, es una contracción de la economía. Muchas veces se define como dos trimestres consecutivos en los que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrae, pero a pesar de que este fenómeno es sumamente común durante una recesión, no siempre es la regla. En 2001, por ejemplo, se decretó una recesión en Estados Unidos incluso cuando el PIB real no cayó por trimestres consecutivos.
Dadas esas limitaciones y para facilidad de este reportaje, nos basaremos, entonces, en la definición de la NBER: “una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por toda la economía y que dura más de unos pocos meses”.
¿En qué se fija la NBER?
Realmente no hay regla fija sobre qué medidas sopesan al proceso de determinación o cómo se ponderan en las decisiones de la NBER, sin embargo los indicadores que más suelen tomarse en cuenta son los de ingreso personal real menos transferencias, empleo de nómina no agrícola, gastos de consumo personal real, ventas mayoristas-minoristas ajustadas por cambios de precios, empleo medido por la encuesta de hogares y la producción industrial.
Básicamente, una serie de medidas mensuales de actividad económica real agregada publicadas por las agencias federales de estadística. Si quisieran revisarlas, pueden ingresar en este enlace donde la Reserva Federal de St. Louis las agrupa todas.
Además, estas medidas deben contar con tres características principales que determinan si el nivel de afectación es lo suficientemente amplio como para pronunciar una recesión: la profundidad, difusión y duración. El buró explica que aunque estas tres deben cumplirse individualmente hasta cierto punto, las condiciones extremas reveladas por un criterio pueden compensar parcialmente las indicaciones más débiles de otro.
LEA MÁS: ¿Recesión en Costa Rica? Así se veía la economía la última vez que pasó
Es decir, una caída muy pronunciada y ampliamente difundida en la actividad económica, por ejemplo, podría considerarse como una recesión aunque haya sido durante un periodo corto, como sucedió en 2020.
¿En cuáles indicadores nos fijaríamos en Costa Rica?
Aunque Costa Rica no posee la riqueza de diversidad de indicadores económicos que sí tiene Estados Unidos, hay suficientes como para intuir cuándo el país cae en una recesión.
Para Róger Madrigal, presidente del Banco Central, los principales indicadores a los que habría que prestarle atención en la hipotética tarea de declarar una recesión serían el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), la Encuesta Continua de Empleo, el consumo como componente del PIB y el comportamiento del crédito.
En estas variables tendría que presentarse, a nivel general, una contracción o un estancamiento muy marcado que se dé, por lo menos, en dos trimestres consecutivos (aunque como se mencionó anteriormente, podrían haber excepciones). Analizemos qué nos dicen cada una:
IMAE: este indicador es uno de los más reveladores debido a que justamente mide cómo se comportó la actividad económica en el corto plazo (mes a mes): su fin es aproximar la evolución del valor bruto de producción a un determinado mes para las diferentes industrias que conforman el PIB a precios básicos.
Una variación interanual negativa en la tendencia ciclo del IMAE nos hablaría, a grandes rasgos, de una contracción en la actividad económica. Ojo: recordemos cómo describe la NBER una recesión: “una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por toda la economía y que dura más de unos pocos meses”.
En la recesión de 2008-09, por ejemplo, este índice presentó caídas interanuales desde noviembre de 2008 hasta noviembre de 2009, lo cual coincide con la definición norteamericana.
Empleo: Esta variable no necesita mucha explicación: un aumento en el desempleo inmediatamente arrojaría dudas sobre la capacidad de crecimiento económico del país. Las claves nos las daría la Encuesta Continua de Empleo que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Volvamos a poner el ejemplo de la recesión de 2009: entre 2008 y 2009 la tasa de desempleo pasó de un 4,9% a un 7,8%. Estos datos no son comparables con los actuales, pues hubo un cambio en la metodología
Además de un aumento en esta tasa de desempleo, Juan Robalino, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica, considera que también hay que tomar en cuenta la calidad de los empleos que se generen y esto se mediría a través de los niveles de informalidad.
Además, una reducción en los salarios reales sería de igual forma un indicativo de que el mercado laboral se debilita.
Consumo: Cuánto consume el país es otra de las variables que determinarían la senda del crecimiento de la economía. Una contracción en la demanda interna del PIB a través de variaciones negativas en los gastos de consumo final de los hogares sería evidencia de un deterioro en la confianza de los consumidores normalmente asociado con periodos de incertidumbre económica (como en una recesión).
Crédito: El comportamiento del crédito está muy asociado también con el consumo y aunque popularmente pueda tener connotaciones negativas —por ejemplo, por una sociedad sobreendeudada— la realidad es que un crecimiento en los préstamos también está vinculado con una época de mayor optimismo empresarial: los negocios están más anuentes a realizar expansiones (lo cual se traduce en mayor generación de empleo). Una cartera crediticia que se contraiga o se paralice, al contrario, hablaría de un menor apetito por la inversión y, por ende, planes de crecimiento mucho más conservadores.
Además de los mencionados, según Madrigal, hay otros indicadores de corto plazo como el consumo de electricidad y de combustibles y la recaudación de impuestos que también ilustrarían cómo se ha comportado la actividad económica a la hora de declarar una recesión.
¿De qué sirve declarar una recesión?
La tarea de precisar cuándo una economía entra en esta dolencia va más allá de la simple declaratoria y tiene que ver más con la capacidad que tenga la política económica para afrontar dicha etapa del ciclo. Sin embargo, el problema está en que su definición es inevitablemente una tarea que se hace a posteriori, ya que no todas las actividades económicas caen simultáneamente. Incluso la NBER, con todo y la diversidad y precisión que tienen los indicadores estadounidenses, puede tardar entre cuatro y 21 meses para determinar una recesión.
Aún así, el seguimiento de las variables recopiladas en este reportaje es una tarea que ya hacen las autoridades del país en búsqueda de paliar los posibles daños de una desaceleración y eventual recesión de la economía. Incluso el mismo Madrigal considera valiosa la creación, aunque sea a nivel académico, de un indicador de recesión hecho a la medida costarricense.
“Sería un trabajo interesante crear un indicador para definir la recesión en Costa Rica y que tenga actividad económica, empleo, mercados financieros”, considera el presidente del Banco Central.