Sin un acuerdo rápido que permita aumentar el límite de endeudamiento, el gobierno de Estados Unidos no podrá cumplir sus obligaciones, alertó la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, con el riesgo de un inédito default.
¿Qué puede pasar a partir del primero de junio?
La fecha es el primero de junio o, de forma más amplia, a “inicios de junio”, como subrayó Yellen. Concretamente es a partir de ese momento que las medidas excepcionales adoptadas desde enero, cuando el límite de endeudamiento del país que establece el Congreso fue alcanzado, no serán ya suficientes.
Sin un incremento de la capacidad de emitir deuda o la suspensión del llamado “techo de la deuda”, el gobierno federal no podrá honrar todas sus obligaciones y debería dar prioridad a las más importantes, en primer lugar los vencimientos de deuda, precisamente para evitar una moratoria.
Deberá por lo tanto reducir, retrasar o simplemente no realizar otros gastos.
Las consecuencias potenciales son muy concretas: retraso del pago a proveedores del gobierno, reducción temporal de las jubilaciones, retraso en el pago de ayudas de asistencia social y en el pago de salarios públicos.
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¿Cómo se sabe si un país está en default?
Un default o moratoria ocurre cuando un Estado no cumple con un vencimiento de pago a sus acreedores, sin importar si se trata de capital adeudado o intereses vinculados al crédito contraído. La suma en juego puede ser modesta pero la falta de pago puede constituir un default parcial o total.
El gobierno puede declararse en default al anunciar que no pagará vencimientos de deuda. El anuncio puede provenir asimismo de una agencia de calificación financiera tras un período de gracia de 30 días, y conlleva una degradación de su nota crediticia.
Estados Unidos tiene la mayor nota posible y su crédito se considera totalmente seguro.
Un acreedor privado puede denunciar públicamente que un país dejó de pagarle. También puede conocerse la moratoria por intermedio de la agencia estadounidense ISDA (International Swaps and Derivatives Association), que regula los CDS, una suerte de seguro contra defaults.
¿Quién posee deuda de EE.UU.?
En el imaginario colectivo estadounidense, la deuda está esencialmente en manos extranjeras y el primer lugar en la lista de acreedores lo ocupa China, seguido por Japón. Pero en los hechos, la situación tiene algunos matices: sobre un total de 31 billones de dólares, solo 7,4 billones están en manos extranjeras, según datos del Tesoro. De ese total, solo 859.000 millones están en poder de China, es decir 2,7% de la deuda pública estadounidense.
Este total concierne tanto a los bancos centrales o gobiernos extranjeros como a las instituciones financieras instaladas fuera de Estados Unidos. Por ello, 285.000 millones tienen “sede” en las islas Caimán.
Más de 75% de la deuda estadounidense están en manos de actores económicos nacionales. Y más de 12 billones de dólares están en manos... del gobierno, las agencias federales o la propia Fed, la Reserva Federal o banco central estadounidense. Se trata de casi 40% del total de la deuda pública via los fondos de pensiones de los funcionarios.
El resto, casi 11,6 billones de dólares, está en manos de privados estadounidenses como bancos, aseguradoras, fondos de pensión y en menor medida (160.000 millones de dólares), particulares.
¿Si hubiera un default cuál sería el impacto sobre la economía de EE.UU. y del mundo?
Antes de un default, la necesidad que tendrá el gobierno de ajustar sus gastos tendrá un impacto directo sobre la economía del país: puede haber funcionarios en desempleo técnico, un aumento del ahorro por precaución... todas medidas que reducirán la cantidad de dinero que llega a la economía.
Con un default, es otro nivel de dificultad que enfrentaría el país, puesto que implica una pérdida neta para los acreedores concernidos y también una caída del valor del activo “deuda estadounidense”, que podría desestabilizar a algunos tenedores.
Se produce además un alza automática de los costos del crédito para el país, las empresas y los particulares.
El efecto sobre los mercados financieros sería inmediato, con la posibilidad de un crack bursátil producto de la inquietud general.
En caso de default durante tres meses, la Casa Blanca espera una pérdida de 6,1% del PIB en 2023 y la destrucción de 8 millones de empleos.
Una moratoria más corta tendría un efecto más acotado, pero aún así se trataría de 500.000 empleos y una contracción del PIB de 0,5%.
Habría además un efecto enorme sobre la confianza de los inversores en la propia deuda de Estados Unidos. El hecho de que el país siempre ha honrado sus obligaciones ha hecho de la deuda estadounidense un valor refugio en la economía mundial, y contenido el costo de endeudamiento del país, que por esa confianza puede pagar menos intereses para financiarse.
Imposible saber entonces las consecuencias potenciales si se termina esta certeza.