Cuatro meses después de la intervención de Coopeservidores, los principales indicadores del sistema financiero todavía se mantienen relativamente sólidos, sin embargo, como era de esperar, hay algunas consecuencias, principalmente en el sector cooperativo. Algunos de esos golpes son ecos de la intervención, pero otros responden a un periodo de nueva normativa, ajustes de política monetaria e incluso a cambios en la moneda de preferencia.
El Financiero conversó con los gerentes de Coopenae y Coopealianza, las dos cooperativas más grandes del país por activos, para entender cuáles han sido los principales efectos que dejó el cierre de la Coopeservidores.
Efectos
Los indicadores generales de estas dos entidades todavía son fuertes: el Índice de Suficiencia Patrimonial (ISP) se calculó en junio (último mes publicado por los supervisores) en 18,36% y 16,71% para Coopenae y Coopealianza, respectivamente. Sin embargo, los gerentes de estas entidades dicen que han subido ese número a 19,05% y 17% a agosto. El mínimo que exigen los reguladores para estar en “normalidad” es de un 10%. El sector financiero, como un todo, tiene un ISP del 18,4%.
Este indicador es la herramienta que, de forma general, muestra la solidez del capital y qué tan preparada está una entidad para soportar los riesgos de su operación. Cuanto más alto sea, mejor.
Además, a agosto ambas han levantado sus utilidades en este 2024 en comparación con las que llevaban para este mismo mes, pero del 2023: Coopealianza lleva un 20% más y Coopenae un 84%.
Aún así, los dos gerentes no niegan la existencia de efectos después de la intervención de la cooperativa.
“No se puede tapar el sol con un dedo, cuando se ven situaciones como la de Coopeservidores y Desyfin, la gente queda nerviosa”, dice Francisco Montoya, gerente general de Coopealianza.
Esos nervios han derivado en que para estas cooperativas sea más complejo mantener a algunos de sus depositantes. Aún así, no se han concretado salidas o retiros que pongan en riesgo sus operaciones.
“El impacto que hemos tenido en nuestro portafolio de inversiones no ha sido mucho, un 2% o 2,5%, pero no estamos logrando crecer como lo veníamos haciendo. Desde la intervención de Coopeservidores reforzamos los niveles de liquidez porque es mejor estar preparados”, cuenta Montoya.
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Adrián Álvarez, gerente de Coopenae, agrega que el impacto reputacional se ha sentido con más fuerza en el sector cooperativo.
“No estamos igual que como estábamos en marzo de este año (antes de la intervención de Coopeservidores), por supuesto que ha habido un impacto que creo que va a durar algunos meses (más)”, cuenta.
Álvarez dice que en líneas generales han logrado mantener la mayoría de sus depositantes, pero no han podido renovar alrededor de un 50% de las asociaciones solidaristas, por lo menos al 27 de setiembre.
“Hay algunas asociaciones que tristemente han dicho: ‘No más cooperativas’. Para nosotros no es la parte más importante de la cartera (de captación), llega a alrededor de un 5%, así que el tema es muy manejable”, dice el gerente de Coopenae.
Este es un comportamiento que no sorprende cuando se considera que los solidaristas fueron uno de los grupos más afectados por el cierre de Coopeservidores. Según el Informe Final del Proceso de Intervención, publicado en La Gaceta, 27 solidaristas estaban entre los 100 mayores inversionistas de Coopeservidores. Estás asociaciones reportaron un saldo en depósitos a plazo de ¢34.874 millones, un promedio de ¢1.292 millones cada una, muy por encima de los ¢6 millones garantizados.
Para Coopealianza el tema reputacional también ha sido complicado, especialmente porque fueron objetivo de rumores sobre una intervención. Tan fuerte fue el cotilleo que el 13 de agosto la Superintendencia de Entidades Financieras (Sugef) tuvo que salir a desmentir la supuesta intervención de la cooperativa.
“Esta Cooperativa presenta una adecuada situación económica financiera con un nivel patrimonial y de liquidez con capacidad suficiente para responder ante situaciones adversas del mercado y cumple holgadamente con los requerimientos normativos establecidos por este órgano supervisor”, mencionó el comunicado de la Superintendencia.
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Consultada sobre los rumores de Coopealianza, la jerarca de Sugef, Rocío Aguilar, le dijo a este medio ese mismo 13 de agosto que los reguladores habían concluido un proceso de supervisión en el que no encontraron “una situación ni cerca a lo que era Coopeservidores”.
Montoya menciona que tras esos rumores se tuvo que idear un plan para comunicarle a los asociados que la entidad cuenta con indicadores de solvencia por encima de los requerimientos normativos. Álvarez también relata que han tenido que invertir muchos recursos en comunicación para tratar de calmar a los asociados.
Las cifras de captación
Cuando se observan los movimientos en la captación a plazo se evidencian esos efectos de los que hablan Montoya y Álvarez.
La captación a plazo del sistema cooperativo pasó de crecer de un 9,42% interanual en abril del 2024 (mes antes de la primera intervención) a un 1,07% en agosto, según datos disponibles en el portal de Sugef. Eso sí, hay que tomar en cuenta que la salida de Coopeservidores reduce estos montos porque hay una cooperativa menos en los cálculos a partir de julio.
La captación a la vista, en cambio, se incrementó de un 5,07% en abril a un 10,68% en julio, pero en agosto bajó a 6,61%,
Lo llamativo es que otros sectores no han visto caídas así de fuertes en sus números, sino crecimientos. La captación a plazo de los bancos privados pasó de crecer un 1,27% en abril a un 3,81% en agosto. En los bancos estatales (Banco de Costa Rica y Banco Nacional) la diferencia es incluso más fuerte: pasó de contraerse en un 10,23% a crecer un 11,41%. Estas dos entidades cuentan con garantía del Estado en caso de inviabilidad.
En los casos específicos de Coopealianza y Coopenae, la captación a plazo pasó de crecer un 13% y un 10% anual, a un 7% y 3%.
Sin embargo, cuando se ponen esas cifras en contexto se descubre que en la ecuación hay más variables que explican la baja en el sector cooperativo, además del pánico tras Coopeservidores, que también jugó su parte, como dicen Álvarez y Montoya.
Para comenzar, los depósitos a plazo en general han venido desacelerándose en comparación con los depósitos más líquidos, los cuales crecen a un ritmo más alto. Con datos a agosto, la captación a plazo del sistema financiero solo creció un 3,47%, mientras que la captación a la vista lo hizo en un 8,53%.
“Vemos un incremento en los depósitos a la vista, pareciera que hay una especie de espera a ver qué va a suceder para ver dónde, a qué plazo y en qué moneda voy a colocar”, dijo Aguilar el 24 de setiembre pasado.
Ante esta situación, Montoya anticipa unos depositantes que probablemente no van a querer comprometerse a plazos largos, como sí sucedió cuando las tasas en colones estaban más altas.
Esto concuerda con el análisis que hace Carlos Fernández, exgerente del Banco de Costa Rica: “normalmente, cuando existe nerviosismo por los depósitos, los inversionistas denominados conservadores optan por depositar a corto plazo los recursos en bancos o intermediarios financieros muy seguros. Por ejemplo, bancos con la garantía del estado o bancos con respaldo internacional o con patrimonios muy sólidos o en bonos de Gobiernos Soberanos o bonos AAA”, explica Fernández.
Además, se muestra una inclinación por ahorrar en dólares por encima de la moneda local. En todo el sistema, los depósitos a plazo en colones se han contraído en términos interanuales por siete meses consecutivos. Los de dólares, en cambio, llevan diez meses seguidos creciendo por encima del 10%, según datos a agosto del Banco Central de Costa Rica.
Este es un comportamiento congruente con el proceso de ajuste de política monetaria que está viviendo el país. Las tasas de interés pasivas en colones han venido a la baja, mientras que las de dólares han subido en el último año (aunque están próximas a bajar).
En un contexto en el que se favorece el ahorro a plazo en dólares sobre la moneda local, vale la pena recordar que las cooperativas son entidades que colocan y captan principalmente en colones, así que el mayor apetito que pueda tener el público en dólares mueve poco la aguja para ellas.
“Nuestra captación siempre ha estado enfocada en colones, también lo hacemos en dólares, pero es un porcentaje muy bajo”, dice Montoya.
Esto los deja en una coyuntura de bajo potencial de crecimiento: hay una efecto reputacional en el sector y la moneda más apetecida para el ahorro a plazo (los dólares) no es el fuerte del negocio cooperativo.
Además, captar más dólares probablemente se traduciría en tener que prestar más en la divisa, lo cual le sumaría un riesgo cambiario —y un aumento en la estimaciones crediticias— a la cartera, un riesgo que estas dos cooperativas no buscan asumir, ya que la gran mayoría de sus asociados perciben sus ingresos en colones.
Menos crédito
Montoya y Álvarez confirmaron que en este 2024 la colocación de crédito no ha sido fuerte en estas dos entidades.
“Hemos venido cerrando un poco la llave del crédito. Creemos que este cierre de 2024 y posiblemente inicios del 2025 nuestro crecimiento no va a ser tan acelerado y puede ser que tengamos un decrecimiento en algunas partes de la cartera”, dice Montoya.
Álvarez también menciona que ha sido un año en el que han “colocado mucho menos”. El gerente señala como una de las razones un ajuste en la normativa de suficiencia patrimonial (Sugef 3-06) en el que se cambian los ponderadores de riesgo en función del plazo. Esto pone una especie de castigo patrimonial a las entidades que coloquen a más tiempo.
“Nosotros tomamos la decisión inmediata de reducir los plazos máximos de los créditos (...), pero no todos los actores la tomaron, entonces tenemos un volumen importante de crédito que no colocamos porque hay varias alternativas que ofrecen una cuota menor (cuanto mayor es el plazo, menor la cuota)”, explica Álvarez.
Además ocurre un fenómeno similar al de la captación: las cooperativas colocan relativamente pocos préstamos en divisa. A agosto, el crédito en dólares creció en el sistema financiero a un 11,9%, mientras que el de colones lo hizo en un 3,3%
Regulación más exigente
Los dos gerentes consideran que el ingreso de nuevas y más estrictas normativas en los últimos dos años ha tenido un efecto sobre la rentabilidad del sistema. Una de estas nuevas normas es la Conassif 14-21, la cual elevó las estimaciones que los intermediarios debían guardar por su cartera de crédito a partir de este 2024.
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“Esa normativa es mucho más exigente y tenemos que tener claro que nosotros venimos saliendo de una crisis del Covid”, dice Montoya.
Álvarez mencionó que el problema no es la rigurosidad de las nuevas normativas, “las vemos bien”, sino la velocidad con la que se aplicaron.
“En 2025 entrará la nueva norma de suficiencia patrimonial y eso va a impactar a todo el sistema financiero. Yo le puedo decir que desde una Coopenae, con un ISP del 19%, no es problema, porque lo va a reducir en unos 200 puntos base y estamos muy holgados, pero tenemos que verlo de una forma macro. Los principales efectos de la pandemia en los balances de las instituciones financieras se están viendo ya, entonces creo que hay que repensar (los cambios). Estamos presentando a la superintendencia algunas sensibilizaciones”, explica el gerente de Coopenae.
José Luis Arce, expresidente del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif), le mencionó a este medio en agosto, tras la intervención de Desyfin, que los reguladores deberían plantearse la posibilidad de que hayan apretado muy rápidamente a las entidades un periodo de crisis.
“Son muchas cosas juntas: el nerviosismo de la gente, la ley del manejo eficiente de la liquidez, el que las cooperativas ahora sean encajadas como un banco, el hecho de que (las entidades) tengan que empezar a pagar las líneas de crédito pandémicas que dio el Banco Central. Entonces son muchas cosas juntas que en tiempos normales podrían no tener efectos, pero que ya después de dos intervenciones sí pone nerviosa a la gente”, dijo Arce.
Por el momento, a las cooperativas —y al sistema financiero, en general— les tocará resistir el embate de dos intervenciones seguidas, de una regulación más exigente y de una menor confianza de parte del público.
“Para todo el sistema financiero este 2024 ha sido tal vez el año más caliente del siglo”, dice Montoya.