Un mercado laboral lleno de ofertas pero persiste el desempleo; crecimiento sostenido pero amenazado por una inflación récord; millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 pero las variantes delta y ómicron acechan: este es el camino tortuoso de la recuperación en Estados Unidos.
Algunas estadísticas son innegablemente buenas, e ilustran la capacidad de ponerse de pie de la mayor economía mundial.
Así, 18,5 millones de empleos fueron creados desde la debacle de abril de 2020, cuando el desempleo alcanzaba al 14,7% de la población económicamente activa luego de la parálisis económica por las medidas de restricción de movilidad para contener la pandemia.
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La tasa de desempleo baja constantemente. Pero en 4,2% en noviembre sigue por encima del 3,5% de febrero de 2020, que fue su nivel más bajo en 50 años.
Con ayudas masivas que inflaron el ahorro de las familias, algunos estadounidenses no tienen prisa por volver al trabajo.
Otros, esencialmente personas con bajo nivel de calificación en el sector servicios, renuncian cada mes, atraídos por mejores ofertas, con salarios más altos, primas y beneficios sociales.
Aunque la confianza de los consumidores mejoró en diciembre, los empleados de bajos salarios esperan nuevos aumentos.
Para los empleadores, el mercado laboral se volvió un rompecabezas, en particular para aquellos del sector de hostelería y restauración, así como educación, enfrentados a una escasez de mano de obra sin precedentes que limita su crecimiento.
Como resultado, en algunas escuelas del país los maestros están sobrepasados y, por falta de personal, establecimientos públicos comenzaron a pedir que los niños se queden una vez por semana en casa, para complicación de sus padres trabajadores y a riesgo de erosionar la productividad y el crecimiento del país.
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La economía estadounidense registró en 2020 su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Este año recuperó terreno, pero la explosión de crecimiento del inicio de 2021 dejó lugar a un crecimiento moderado.
Tras una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) de 6,4% en el primer trimestre en proyección anual (el crecimiento estimado en 12 meses si se mantuvieran las condiciones del momento de la medición), el PIB creció 6,7% en el segundo trimestre cuando la campaña de vacunación iba a toda máquina y los consumidores eran optimistas sobre el futuro.
Pero un resurgimiento de la pandemia al final del verano y el otoño boreales, con la aparición de la variante delta, moderó el crecimiento a 2,1% en el tercer trimestre.
Ahora ómicron es una nube en el horizonte económico.
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Además de la pandemia, la inflación galopante también amenaza a la economía estadounidense.
El incremento de precios alcanzó 6,8% en 12 meses en noviembre, frente a 6,2% en octubre, según datos del Departamento de Trabajo. Se trata de la inflación más alta desde junio de 1982.
Y los estadounidenses siguen pagando todo más caro, desde los alimentos hasta la ropa, pasando por los autos, la gasolina, los productos electrónicos o los pasajes de avión.
El alza de salarios no compensa la inflación, un riesgo para el consumo, que es el motor histórico del crecimiento en Estados Unidos.
El presidente Joe Biden había anunciado el mes pasado que su "prioridad principal" sería invertir la tendencia inflacionaria, pero la tarea es más difícil de lo esperado.
Y los datos del viernes complicarán más la adopción en el Senado de su plan “Build Back Better” (Reconstruir mejor) por casi $1,8 billones en reformas sociales y ambientales.
Los republicanos, e incluso algunos demócratas, sostienen que con una inflación tan alta, no es el momento de adoptar un proyecto de ley tan masivo.
La Cámara de Representantes aprobó a mediados de noviembre el proyecto. Los senadores demócratas quieren darle luz verde antes de Navidad.