El Ministerio de Hacienda alcanzó una meta que se había trazado desde hace mucho tiempo, pero sin tener éxito en ejecutarla, hasta ahora.
La composición de la deuda al fin muestra una mayor porción de títulos que vencen a un largo plazo: a siete años o más.
Estos vientos favorables se mantendrían a lo largo del 2020. Existe margen para que Hacienda mantenga esta gestión de deuda e inclusive reduzca las tasas de interés, para mermar aun más la presión en el mercado local.
“Visualizamos ajustes en las tasas de interés, a la baja. Hay espacio para hacerlo, al lado de la inflación baja”, explicó Mauricio Arroyo, subtesorero nacional.
La coyuntura económica, la política monetaria flexible y la confianza del mercado le abren las puertas para mejorar aún más el perfil de la deuda en el transcurso del año.
Esta realidad acogería al Gobierno aun al no contemplar una nueva emisión de eurobonos para este 2020, pero sí necesitaría al menos el ingreso de los préstamos de apoyo presupuestario contemplados por $1.430 millones.
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El mayor reto del año será reducir la carga de intereses de la deuda, es decir, cambiar deuda con tasas muy elevadas por otra con cifras más bajas.
En caso de cumplirlo, se anotaría un hito en un año en el que además, tanto el Ministerio de Hacienda como el Banco Central esperan una reducción del déficit fiscal, que pasaría de 7% en 2019 a 5,9% en 2020.
Esa meta impulsó los proyectos de ley que pretenden tomar las anualidades de algunas instituciones públicas, vender el Banco Internacional de Costa Rica (Bicsa), entre otras.
Además, para el 2020 está la expectativa de que el Gobierno demuestre las bondades de la reforma fiscal en el primer año de su plena aplicación.
Giro positivo
Hace un año el portafolio de la deuda del Gobierno era más robusto entre uno y cinco años plazo al vencimiento. Es decir, este era el periodo de tiempo que faltaba para atender la mayor porción de las obligaciones.
Hoy, en cambio, la deuda está compuesta en su mayoría por títulos que vencen a un plazo de siete y diez años.
El Gobierno logró posponer los pagos de la deuda a un plazo mucho mayor en 2019, lo que le da más oxígeno a sus finanzas. Además, en los dos primeros meses del 2020 mantiene la tendencia creciente hacia esos dos plazos (siete y diez años).
La caja chica del Gobierno en la actualidad está robustecida con una cifra que les permite tener un prefondeo para atender obligaciones de uno o dos meses.
Esto garantiza el pago de salarios, transferencias y el pago de la deuda, y también es un alivio para el mercado doméstico.
“El hecho de haber logrado alargar el perfil de vencimientos viene a reducir las necesidades de corto plazo y resta presión sobre las tasas de interés dado que no es necesario que el Ministerio de Hacienda salga agresivamente a captar recursos”, dijo Johnny Mora, director de Inversiones del grupo financiero Acobo.
Esto difiere en gran medida a la cruda realidad que experimentaron las arcas del Estado a finales del 2018, cuando el Gobierno vivía al borde de sus responsabilidad, si acaso con un margen de días.
¿Qué pasó? La deuda no se ha reducido, pero la confianza del mercado mejoró.
La reforma fiscal jugó un papel en eso, pero fueron otras condiciones las que apoyaron el resultado en mayoría. Entre ellas, la llegada de los recursos provenientes de la emisión de eurobonos, que quitó presión que existía por faltante de recursos, así como la gestión de política monetaria del Banco Central.
La reducción en el encaje mínimo legal, aplicada por el Central, permitió que el sector financiero liberara muchos recursos, que no son demandados de forma suficiente.
La alta liquidez hace que las entidades necesiten colocar sus remanentes y la opción de bonos de Gobierno se convierte en la vía usual, afirmó Freddy Quesada, gerente de INS Inversiones.
La política monetaria flexible ayudó. El Central redujo en varias ocasiones su tasa de referencia y esto ayuda a que las tasas activas y pasivas se reduzcan.
Camino despejado
En 2020, el Gobierno sostendría su gestión de deuda en línea con sus objetivos: mayor porción a largo plazo y tasa fija, así como una cartera menos dolarizada. Este último elemento sigue pendiente.
De entrada, este año por sí mismo representa una menor porción de obligaciones.
El 2020 es el año con menores necesidades de financiamiento previstas, de los últimos tres periodos. A su vez, representa menos presión que los próximos tres años.
Son muchos los determinantes que confluyen para que el Gobierno logre mejorar el perfil de su deuda.
Una buena parte proviene de la confianza del mercado sobre el mensaje de acciones para la sostenibilidad fiscal, pero otra, llega por las tasas de interés que ofrezca el Estado. Si son atractivas, los inversionistas acudirán a sus bonos.
Además de las reducciones aplicadas en la tasa de referencia local, por parte del Banco Central, el ambiente mundial también camina hacia menores tasas.
El resto de bancos centrales del mundo aplican una política monetaria más flexible. La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos redujo su tasa de referencia luego de la incertidumbre generada por el impacto que tendrá el nuevo coronavirus en la economía mundial.
Ante la ausencia de presiones en las tasas internacionales, Hacienda puede emitir tranquilo en el mercado local con tasas atractivas, sin necesidad de subirlas, anotó Quesada.
A esto se le suma que el sector financiero tiene “parqueada” una buena parte de los recursos ante la desaceleración de demanda de crédito, recursos que necesita colocar.
Un elemento adicional es la inexistencia de presiones inflacionarias, lo que también ayuda a Hacienda.
“La inflación está contenida”, afirma el Programa Macroeconómico del Banco Central, y además, el precio del petróleo, una de las materias primas que más impacta los precios costarricense, recientemente tiende a la baja por los efectos del coronavirus.
Este mismo documento destaca que la carga de intereses disminuirá gradualmente en el mediano plazo, conforme los rendimientos de la reforma fiscal se manifiesten en cifras de déficits menores.
Entre tanto, ese prefondeo con el que cuenta Hacienda, sumado a los préstamos de apoyo presupuestario, permitirían que Costa Rica sobreviva el 2020 sin eurobonos.
Lo anterior dependerá de elementos como la continuidad de la reforma fiscal, el crecimiento económico, la correcta aplicación de la reforma fiscal y el momento de entrada de los préstamos bilaterales, situación que está supeditada a la aprobación legislativa, dijo Silvia Jiménez, Gerente Grupo Financiero Mercado de Valores.