El presidente del Banco Central (BCCR), Róger Madrigal, advertía desde junio del año pasado que era previsible una desaceleración de la economía mundial y la costarricense. recesión quizás no, pero un “frenazo” era seguro. El efecto de las subidas en las tasas de interés y de otras medidas que se tomaron para restringir el consumo y frenar la inflación era inminente. Ese momento de estancamiento ya llegó para las empresas de la economía local.
Los datos más recientes del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) dan cuenta de que las empresas del régimen definitivo –el 85% del parque empresarial del país– casi dejaron de crecer.
Las empresas del régimen de zona franca y otros sectores especiales siguen vigorosas, pero representan solo el 15% restante del sector productivo, tienen un impacto más acotado en materia de impuestos y emplean a menos del 6% de las personas ocupadas en el país.
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El sector industrial, economistas y políticos consideran que hay poco que hacer en el corto plazo para la mayoría de la ecoomía nacional, a pesar de que su peso relativo es grande.
A lo sumo se podría rogar que la trayectoria de la inflación mejore y eso le permita al Banco Central reducir las tasas de interés de referencia, provocando un mayor optimismo y mejores condiciones para el consumo. Pero esa no es una salida por el momento y sus efectos tampoco serían inmediatos.
El BCCR tomó la decisión, este 25 de enero, de mantener su Tasa de Política Monetaria (TPM) en un 9% anual y Róger Madrigal aseguró en una reciente conferencia de prensa que cada decisión se tomará con base en la información disponible en el momento.
Además las acciones del Central no solo están basadas en lo que pasa en el presente, tienen un enfoque prospectivo de varios meses hacia adelante, pues las medidas no surten efecto de un día para otro.
Entre tanto, la inflación va menguando; pero la empresa local queda atada de manos.
Gran diferencia
La dinámica de crecimiento económico es distinta entre las empresas de zona franca y las empresas locales.
Las empresas de régimen especial crecieron un 11% interanual hasta noviembre pasado (último dato disponible), según la serie tendencia ciclo del IMAE. Además, su crecimiento se viene acelerando desde el segundo semestre del año pasado.
En cambio, las empresas del régimen definitivo casi dejaron de crecer en las últimas mediciones y su variaciones interanuales ni siquiera alcanzan un 1% desde agosto del año pasado.
Ahora bien, no existe una palanca mágica que se pueda mover y que al día siguiente se reactive la economía local. La ralentización de la actividad puede ser explicada por varias razones que están relacionadas con decisiones estratégicas del pasado. En otras palabras, son asuntos estructurales como el modelo de desarrollo económico de Costa Rica.
Carlos Montenegro, director ejecutivo de la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR), señaló que las empresas de la economía local sufren por una amalgama de factores coyunturales y estructurales que limitan cualquier capacidad de respuesta que pudieran tener en este momento.
Históricamente, las empresas del régimen definitivo se enfrentan a mayores problemas de tramitomanía, a condiciones de una economía local más cara y al pago de mayores cargas impositivas que las empresas de regímenes especiales, las cuales se benefician de tratos diferenciados en materia de impuestos y procesos con el Estado.
Pero ahora, las empresas del parque local también deben enfrentarse a problemas coyunturales de la economía costarricense. Por ejemplo, el menor consumo interno por las altas tasas de interés más elevadas y la misma inflación que se intenta aplacar; una menor capacidad de inversión y un menor espacio para competir con la producción importada, que llega a menor costo por el comportamiento del tipo de cambio.
El IMAE también deja ver la diferencia si se analizan los datos por actividad económica. Las dos más resilientes a la inflación y la subida en las tasas de interés son la información y las comunicaciones, y las manufacturas, las cuales están ampliamente ligadas a la actividad en zonas francas.
En tanto, otras actividades como la agricultura, la construcción, las actividades inmobiliarias o el comercio se sitúan con tasas de crecimiento cercanas o inferiores a cero.
Sin ‘botones mágicos’
Los problemas de la economía local son multifactoriales y no tienen soluciones mágicas en el corto plazo.
Las medidas de política monetaria, como la subida en las tasas de interés, se han tomado para frenar la inflación –un mal mayor– y los factores estructurales que limitan el crecimiento del sector interno de la economía se han acumulado por años, requieren de análisis y transformaciones más profundas, cuyos efectos pueden tardar años en visibilizarse.
De hecho, Pedro Morales, asesor económico de la CICR, consideró que es muy probable que la situación de estancamiento se extienda al menos por el primer semestre del año, si se mantienen la presión de las tasas de interés y el tipo de cambio. Todo dependerá de que la inflación ceda y permita al Banco Central quitar presión sobre el consumo.
Los problemas estructurales –como la ineficiencia en los trámites, los rezagos de infraestructura pública o el pago de cargas más elevadas que las de empresas del régimen de zona franca– no se visualizan como cuestiones que puedan intervenirse rápidamente.
Los efectos del estancamiento, sin embargo, serían grandes, cualquiera que sea el tiempo que duren.
Por ejemplo, Morales señaló que un frenazo de seis meses ya implicaría un duro reto para el país en materia de empleo. Aún si las empresas de zona franca crecieran a ritmos elevados en sus niveles de contratación, su impacto sería “marginal” en la comparación con el resto de empresas, pues su peso relativo es mucho más pequeño, recordó.
La ausencia de “botones mágicos” para frenar el golpe también la señalan otras figuras políticas como el expresidente Miguel Ángel Rodríguez, o el exministro de Planificación y exdiputado Ottón Solís; ambos economistas.
“Siempre hay que tener conciencia de que lo que uno puede hacer en la generación de políticas públicas es limitado por conocimiento, por las circunstancias, por los recursos y por el tiempo”, afirmó el expresidente Rodríguez. “A veces uno quisiera estripar un botón o mover un switch y que se prenda la luz, pero las cosas de la política pública son bastante más complicadas que eso”.
Tanto Rodríguez como Solís, sin embrago, coinciden en que la situación invita a tomar medidas para corregir la situación a futuro.
A fin de cuentas, una diferencia tan abismal como la que se aprecia en este momento entre empresas de zona franca y empresas del régimen definitivo habla de rezagos importantes que se deben atender.
Los gráficos actuales, indicó Solís, hablan de una economía local a la que le cuesta competir desde hace mucho tiempo, sobre la cual se han aplicado pocos o nulos incentivos y cuyos problemas ahora se han exacerbado.
Por lo demás, es poco lo que se puede ejecutar que tenga un efecto inmediato o siquiera pronto.
Rodrigo Cubero, expresidente del Banco Central (2018-2022), precisamente insiste en la ausencia de esas palancas o botones mágicos y más bien se explica que el crecimiento o la falta de este en una parte de la economía costarricense obedece a las decisiones de las personas y las empresas; al papel del Estado y a una serie de obstáculos que en el caso de Costa Rica están identificados.
Soluciones en el tiempo
El único factor que podría reducir el estancamiento del sector local de la economía en el corto plazo es una política monetaria menos restrictiva. Principalmente, una baja en las tasas de interés de referencia que se traduzca en mayores niveles de consumo interno.
Sin embargo, eso solo será posible si el BCCR determina que la inflación ha cedido lo suficiente y ese no es el escenario todavía.
Sobre qué esperar a futuro en esta materia, el actual presidente del BCCR, Róger Madrigal, afirmó en conferencia de prensa que las subidas en las tasas de interés y demás medidas que se han tomado para moderar los efectos inflacionarios han tenido “relativo éxito”. No obstante, añadió que todavía se está “lejos” de la meta de inflación del 3%.
El jerarca evitó realizar mayores predicciones, pero recordó que la TPM se mantiene en un mismo nivel desde octubre, sin rebajas pero sin alzas tampoco.
Las declaraciones las dio el 18 de enero pasado y solo ocho días después el BCCR mantuvo, también en enero, el nivel de la TPM invariable (un 9% alto, pero invariable desde octubre).
Rodrigo Bolaños, expresidente del Banco Central, afirmó que por el margen de maniobra para generar una reactivación es poco o ninguno mientras se mantenga esta política restrictiva, aunque la considera necesaria.
Desde su punto de vista, el BCCR está “haciendo lo que tiene que hacer” respecto al manejo de tasas de inflación y a tasas de interés, y –mientras esté presente ese combate contra la inflación– se frenará la economía como efecto secundario, aunque doloroso. “(Este año) Nos cayeron las plagas, las externas y las locales; por eso le toca a la nueva administración socar las tuercas y eso era inevitable”, aseguró.
La política restrictiva, sin embargo, debería permanecer solo por algunos meses, en tanto cede la inflación y el Banco Central puede ajustar a la baja la presión sobre el consumo. “Estamos con las manos atadas por un rato”, dijo Bolaños.
Aún así, un cambio en las tasas de referencia tampoco implicaría ajustes demasiado bruscos e inmediatos. Esto tampoco implicaría un switch que encienda la luz, aunque ayudaría en esa dirección, según el expresidente Rodríguez.
Conversaciones inacabadas
La situación de la economía local, sin embargo, evidencia rezagos estructurales si se compara con la situación de las empresas de zona franca.
Las personas entrevistadas para este trabajo coinciden en que, si bien no se pueden esperar efectos inmediatos de atender esas cuestiones, convendría hacerlo para evitar situaciones similares en el futuro.
Ottón Solís considera que uno de los principales problemas en ese sentido es que el país ha concentrado sus esfuerzos en simplificar las gestiones de exportadores; pero sin el cuidado de aplicar la misma lógica para el mercado interno.
“Los trámites de las empresas de zonas francas los hace el mismo Estado. Cuando llegó Intel, fue el mismo presidente de entonces quien hizo algunos trámites personalmente. Las empresas de zona franca tienen toda una estructura de exportaciones que le ayuda en los trámites y la psicología del gobierno es que hay que facilitarles todo, pero eso no existe para las pymes nacionales o para los emprendedores costarricenses”, anotó.
“Hay una ineficiencia del Estado sesgada, porque hay empresarios grandes –casi todos extranjeros– que disfrutan de una mayor fluidez del Estado y de una tramitología (sic) paralela y diferenciada, pero el productor local enfrenta las ineficiencias, las lentitudes y los costos de ir una y otra vez a hacer un mismo trámite”, subrayó.
Solís también dijo considerar que la carga tributaria del país se ha cargado excesivamente sobre las empresas locales y que por eso valdría la pena analizar el papel de los regímenes especiales en ese sentido, como propone la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con la propuesta de un impuesto mínimo global.
Sin embargo, ningún cambio en materia de trámites o de impuestos es sencillo ni inmediato; aunque explorar soluciones en estas materias es un trabajo realizable, con metas temporales razonables, según el exministro y exdiputado.
El expresidente Miguel Ángel Rodríguez, por otra parte, agregó que existen rezagos importantes en cuestiones como la formación de la fuerza laboral y que se carece de apoyo tecnológico y de asesoría para diversificar sectores muy golpeados, como el agrícola.
“Son cosas que tenemos que atender, aunque no tengan una consecuencia inmediata”, añadió.
Los representantes de la CICR también sumaron a toda esa lista los rezagos en materia de infraestructura. No solo se carece de mayor apoyo tecnológico, sino de carreteras, puentes, medios de transporte y puertos realmente eficientes.
Cubero también mencionó una lista de obstáculos o problemas por solucionar para que las empresas locales tengan un mejor ambiente: reformar al costo del trabajo, disminuir en el precio de la electricidad, unificar las relaciones entre el sector privado y el Estado (tal como lo hace Cinde para empresas extranjeras) y generarle al país las destrezas necesarias para satisfacer las necesidades de recurso humano, entre otras razones.
La solución de esas y otras limitaciones son las señaladas como claves para mejorarle las condiciones a las personas y empresas locales. Sin embargo, su ejecución es difícil o impopular como lo reconoce Cubero. Por ejemplo la de aplicar un cambio importante en la estructura financiera del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) para que se puedan bajar las tarifas.
Por ese motivo es que la situación económica carece de soluciones efectivas y de corto plazo, pues lo que se requiere tomaría más que unos meses.
Todo ello, coinciden, habla de descuidos históricos que algún día deberían atenderse para dinamizar la economía que más empleo y más impuestos le aporta al país.
Según Rodrigo Bolaños, es innegable que la economía local es la que más sufre en este momento, en buena medida por el descuido de años anteriores y el aislamiento del sector exportador. “Dejamos que el sector local pagara las ineficiencias del Estado”, resumió.