El 2023 probablemente vaya a ser conocido como uno de los años que mayor oferta de dólares ha tenido. Como consecuencia, el tipo de cambio se ha mantenido en niveles bajos, en comparación con años anteriores. En setiembre la divisa llegó a tasarse en su precio más bajo desde el 2015, alrededor de ¢533, ya muy lejos de los ¢700 que tocó en junio del 2022.
La abundancia de dólares se ha dado incluso en una “estación seca”, como en la que estamos ahora, en la que suele bajar la oferta de la moneda estadounidense, un factor que tiende a ayudar a que el tipo de cambio aumente.
Esas presiones al alza, típicas de estos meses, sin embargo, han sido opacadas por un mayor volumen de dólares que fluye en el país y que ha introducido cambios en el ciclo de la divisa.
Estación no tan seca
En el mercado cambiario hay un fenómeno conocido como la estacionalidad. Las estacionalidades son periodos en los que el mercado de divisas tiende a comportarse de una manera similar en cada año. Estos comportamientos no son categóricos, es decir, no por estar dentro de una estación en particular el tipo de cambio va a subir o bajar como respuesta directa al mes en el que se encuentre, sin embargo sí pueden verse como un periodo donde la tendencia de mayor o menor oferta de divisas tiene un impacto sobre la cotización del dólar.
Dichas estacionalidades responden a las características de la economía costarricense. Por ejemplo, en la época alta de turismo, aumenta el flujo de divisas que traen los vacacionistas. Algo similar ocurre con la estacionalidad de las cosechas como la del café, la cual le genera un ingreso importante de dólares al país. Estas dos temporadas coinciden en un par de meses, especialmente hacia finales y principios del año.
De forma simplificada, entre mayo y octubre suele haber una menor oferta de divisas, mientras que de noviembre a abril el dólar se mueve en mayores volúmenes. Estos fenómenos se observan por medio de los superávits de divisas en las ventanillas de los intermediarios financieros. Es decir, en el nivel en el que el público cambia más dólares por colones.
Sin embargo, este 2023, si bien ha mostrado disminuciones relativas en los superávits, congruentes con los meses de la estación más “seca” en los que nos encontramos, los volúmenes de oferta han sido ampliamente superiores a los de años previos.
Según cálculos hechos por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), el superávit en ventanillas de agosto fue de $532 millones, superando en un 41% el que se observó en el mismo lapso del 2022 ($376 millones).
“Lo que estamos viendo en cuanto a ese cambio de la ciclicidad es que los volúmenes que se manejan, particularmente en los sobrantes del mercado de ventanillas, sí están superando en mucho el promedio que teníamos de previo y ahora es muy común ver montos de $40, $50 y hasta $80 millones en un solo día”, dice Vidal Villalobos, asesor financiero de Prival.
Mayor abundancia
Ante este fenómeno, vale la pena preguntarse: ¿vino esta abundancia para quedarse? Aunque no es algo fácil de responder, el análisis debería comenzar por las razones que han propiciado ese exceso de dólares y separar las que son coyunturales de las que podrían volverse permanentes.
En ese sentido, lo primero que habría que hacer es descartar el factor de las tasas de interés. El alto premio por ahorrar e invertir en colones que ha ayudado a mantener el colón fuerte no debería de perpetuarse, especialmente con la mejora inflacionaria que ha registrado el país durante este 2023, considera Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR.
De hecho, aunque las tasas del Central siguen en terreno restrictivo, el premio de apostar por la moneda nacional ya ronda el cero.
El mismo descarte podría hacerse con la caída en el precio de las materias primas importadas, la cual ayudó a que la demanda de dólares no fuera tan alta y le restó fuerza a las presiones al alza en el tipo de cambio. Algunas de estas reversiones ya son observables, como en el aumento del precio de los combustibles.
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Por otro lado, la inversión extranjera sí podría mantenerse alta por los próximos años, perpetuando la mayor oferta de divisas. Esto se debe al éxito que ha tenido el país en la atracción de empresas transnacionales. El crecimiento de este tipo de negocios es fácilmente observable a través del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), el cual en julio pasado creció a una tasa alta del 18,6% interanual para este régimen.
Su efecto en el mercado cambiario tiene que ver con la cantidad de dólares que estas empresas traen al país, no solo por la inversión inicial, sino también por los pagos que periódicamente deben hacer a sus proveedores y empleados. En otras palabras, el país tiene un flujo constante de dólares, que aumenta en las quincenas y cierres de trimestres, que viene de afuera y que termina inevitablemente por colonizarse en mayor o menor medida.
“Esa es inversión extranjera que llegó para quedarse en el país y que se va a mantener muchísimo tiempo, no es una inversión especulativa”, explica Villalobos.
La permanencia de estos flujos no significa que las estacionalidades vayan a desaparecer, por lo menos no se puede decir a ciencia cierta. Principalmente porque los flujos de temporada alta de turismo y cosechas seguirán influyendo en la oferta de dólares con la misma periodicidad. No obstante, de mantenerse, en las temporadas bajas el dólar fluiría en mayores volúmenes a los que estaba acostumbrado el país anteriormente.
¿Qué esperar con el tipo de cambio en lo que resta del año?
Saber en qué nivel va a cerrar el tipo de cambio es una tarea poco realista, especialmente en un año tan impredecible. Sin embargo, preste atención a estos fenómenos que le comentaron Villalobos y Cubero a este medio para determinar qué podría poner presión hacia el alza y hacia la baja en el precio del dólar.
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Hacia el alza:
- La disminución de las tasas en colones que realice el Banco Central en lo que queda del año tras mejoría en la inflación.
- La dolarización de capitales, en especial la que tengan los inversores institucionales como los fondos de inversión y las operadoras de pensiones tras escasez de opciones de inversión en el mercado doméstico y pérdida del premio del colón.
- Las tensiones geopolíticas que impulsen hacia el alza el precio de la energía.
- Últimos meses de la temporada baja de dólares; octubre suele ser un mes particularmente seco.
Hacia la baja:
- Que se mantenga el éxito de las zonas francas y su inyección de dólares.
- Ingresos de recursos externos al Gobierno, como la colocación de otra emisión de $1.500 millones en eurobonos.
- Apetito por inversión en títulos del Gobierno, pese a la escasez, debido a la mayor estabilidad fiscal.
- Factor estacional: regreso con fuerza de la temporada alta del turismo y de las cosechas hacia finales del año.