Las mujeres en Costa Rica se financian principalmente con cooperativas de ahorro y crédito para adquirir bienes de consumo.
Para activos de sus empresas y vehículos acuden a bancos estatales, programas especiales y bancos privados.
Mientras que los bancos solicitan garantías, fiadores y otros requisitos, las mujeres han encontrado una fuente de financiamiento que le brinda más facilidades en las condiciones. Pese a que deben hacer un aporte mensual adicional.
Lo anterior se desprende del Informe sobre Brechas Financieras elaborado por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), el Instituto Nacional para la Mujer (Inamu) y el Sistema de Banca Para El Desarrollo (SBD), publicado la primera semana de setiembre.
En el estudio, de 330.806 mujeres deudoras, el 30% de los créditos se solicitan a cooperativas de ahorro y crédito, el 20% en bancos creados por leyes especiales (Banco Popular) y otro 20% en bancos privados.
Esta tendencia predomina cuando se trata de créditos de consumo, para vehículo y tarjetas.
Las proporciones son ligeramente diferentes en el caso de los hombres, donde el 29% se financia en cooperativas, el 25% en bancos creados por leyes especiales y otro 24% por la banca privada.
Aunque los datos son similares, la diferencia está en el número de hombres y mujeres deudoras en cada producto, siendo los primeros una mayor cantidad.
Mientras que la participación de las mujeres es de 330.806 en créditos de consumo, la cantidad de hombres es de 428.183.
Del total de operaciones de créditos para vehículos a mujeres, el 50% fue otorgado por bancos privados. El resto se lo reparten los bancos comerciales del Estado. En vivienda, la banca privada tiene una participación menor al 15%.
Gestiones de entidades
Coopenae, cuya cartera colocada a mujeres representa un 48,6% del portafolio total, explicó que para ellos el bono de vivienda y el bono-crédito (un tipo de préstamo) son las facilidades que hacen que las personas prefieran las cooperativas.
Estas entidades argumentan que pueden acceder a otro tipo de población que no está bancarizada porque tienen un modelo de negocio diferente a la banca y por lo tanto aprovechan un nicho inexplorado.
Hugo Villalta, director de mercadeo y venta de Coopeservidores, explicó que el año pasado la cooperativa definió un modelo diferente conocido como microfinanzas con la meta de llegar a más población.
Este modelo permite que la entidad tenga contacto con personas de ingresos más bajos y a los que históricamente se les ha limitado el acceso a instituciones financieras tradicionales. De esta forma, ganan un público nuevo, por el que no tienen que competir con los bancos.
Para la banca, la clave está en productos diseñados específicamente para este público y los beneficios para Pymes y emprendedoras.
El Banco Nacional, por ejemplo, tiene una línea de crédito para Pymes cuya única garantía es un pagaré firmado por el deudor, que no requiere fianza ni hipoteca.
La entidad también tiene una línea de productos solo para mujeres y alianzas con el INA y el IMAS para financiar micro y pequeñas empresas.
La Sugef, el Inamu y el SBD enfatizaron en que es necesario que las entidades financieras privadas revisen los mecanismos para brindar opciones de crédito a escala nacional y evaluarlas desde la igualdad de género, dada la falta de productos disponibles y las necesidades del mercado.
Sectores rezagados
A pesar de que los resultados del estudio denotan una preferencia por las cooperativas y los bancos del estado, hay una porción de la población que carece completamente de acceso al financiamiento.
De acuerdo con un sondeo adicional dentro del estudio, del total de mujeres emprendedoras que solicitaron financiamiento para sus actividades productivas, un 54% aseguró no contar con la posibilidad de financiarse en el 2018.
Estas mujeres fueron consultadas durante una feria de emprendimiento del INA, en la que asistieron empresarias con proyectos que habían nacido incluso hace más de 5 años.
Las principales razones para esta brecha en el acceso es la excesiva tramitomanía, cuotas mensuales elevadas, solicitud de fiadores, garantías y altas tasas de interés.
Estas situaciones aparecen como los motivos para que las mujeres se alejen de la bancarización y el acceso a financiamiento productivo.
Las que sí tuvieron acceso, lo hicieron en su mayoría por medio de bancos estatales, pero admitieron que no habían recibido acompañamiento después de la colocación.
Lo anterior implicaría que las entidades no cuentan con productos desarrollados para este nicho y que carecen de estrategias de acompañamiento y seguimiento del crédito, un hecho que podría llevar en el futuro al incremento de la morosidad de las carteras.
Poca participación
Las mujeres también tienen una baja participación en actividades tradicionalmente consideradas como ´masculinas´, como agricultura, ganadería, caza y actividades de servicio relacionadas a la pesca, acuicultura y explotación de minas y canteras, según explicó el estudio.
Los créditos para construcción, compra y reparación de inmuebles se otorgan en su mayoría a hombres, al igual que los créditos para compra de vivienda.
Este hallazgo resulta relevante dentro del estudio, pues explicaría parte de lo que sucede entre la población.
En el caso de vivienda, al ser un crédito de muy largo plazo, es posible que implique que el ingreso de las mujeres es menor y no le permite calificar para una operación y que hay menos mujeres en el mercado laboral con capacidad de pago y trabajo formal.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el segundo trimestre del 2019, la brecha del ingreso entre hombres y mujeres era del 87%, a pesar de que la proporción entre mujeres y hombres con ocupaciones calificadas altas y medias son muy similares.
De acuerdo con el Instituto, la diferencia del ingreso entre un hombre con una ocupación altamente calificada y el de una mujer del mismo grupo es de hasta ¢116,093.
En el caso de un hombre y una mujer de ocupación calificada media, la diferencia de ingreso es de hasta ¢124.783. Estas disparidades entre los ingresos hace una importante diferencia a la hora de pagar un crédito.
Según datos a diciembre del 2018 publicados en el estudio las mujeres demostraron que son mejores pagadoras y tenían menos morosidad pese a un menor otorgamiento de préstamos.
El 91% de las mujeres mantenía sus créditos al día frente a un 88% de los hombres.
Además, la mora a menos de 90 días y de 90 días a un año era también más alta en el caso de hombres.
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El estudio fue elaborado en conjunto por las tres entidades a partir de datos suministrados por Sugef, el Inamu y el sistema de Banca para el Desarrollo con corte a diciembre 2018. Las entidades elaboraron ocho variables a partir de todos los datos de Sugef entre los que destacan indicadores de acceso al crédito, indicadores de integridad, indicadores de análisis de brecha e indicadores de acceso a productos pasivos.
Fuente: Informe sobre Brechas Financieras entre Hombres y Mujeres.