Las micro, pequeñas y medianas empresas se robaban la mirada de algunas entidades bancarias desde antes de la pandemia, pero ahora se abre la posibilidad de que las atiendan con mayor afán.
Más de 340.000 empleos provenían de este sector antes de la crisis. Aún así, hace tan solo unos seis meses, muchos negocios de este grupo productivo se sentían desatendidos, en particular, por el Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD).
Este será clave para la reactivación económica, por su aporte en la generación de puestos de trabajo y porque representa cerca del 98% del parque empresarial.
La banca tiene clara esta realidad, aún más en un momento en el que el crédito prácticamente no crece, por lo que acude a los recursos de banca para el desarrollo al ser estos más atractivos para los negocios. Son mucho más baratos que un crédito comercial.
¿Podrá el sistema financiero atender de una forma más ágil a este sector, para apoyar la reactivación? Algunos actores, como BAC Credomatic, Banco Popular y Mucap dan pasos hacia una oferta más novedosa y menos rígida.
A la vez, la reforma a ley que creó este sistema, y que entró en plena vigencia este año, así como otros cambios operativos prometen mejores resultados.
Uno de los cambios positivos, según operadores y la autoridad del sistema, fue que esta última asumiera la administración del Fondo Nacional para el Desarrollo (Fonade), antes gestionado por el Banco de Costa Rica (BCR).
Lo anterior, permitió reducir el tiempo de respuesta en los procesos de aprobación de los créditos.
Hasta ahora, los recursos del sistema se mueven más lento en comparación al 2019, sin embargo, se espera un golpe menor que el de otras carteras productivas.
Entre enero y julio, las entidades han colocado ¢125.388 millones y solo el Fonade acumula poco más de ¢16.600 millones. Al mismo periodo del 2019 se había alcanzado un saldo de ¢139.867 millones.
La meta es alcanzar un mínimo de ¢200.000 millones (contra ¢241.142 millones en 2019).
Cambio de estrategia
El sistema quiere avanzar en dos vías, la primera, nuevas estrategias para atender a las pymes de una forma menos rígida, y la segunda, una aprobación más ágil de los créditos.
¿Cómo funciona SBD? Cuando un negocio pide un préstamo a este sistema lo hace a través de una entidad financiera, denominada operador.
Bancos, cooperativas y mutuales forman parte de esa lista de entidades encargadas de llevar los recursos a las cuentas de sus clientes. En total, son 42 operadores.
Estas entidades son el punto de partida para que el sistema avance. Si no promueven la colocación y establecen trámites adicionales, los recursos fácilmente pueden quedar varados.
“El canal de distribución son las entidades que forman parte del sistema y si esas entidades lo que canalizan son los mínimos que la ley les obliga, entonces usted tiene un problema que subsanar”, resaltó Miguel Aguiar, director ejecutivo de SBD.
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Más de 130.000 micro, pequeños y medianos negocios operan en Costa Rica, pero no todos han tenido acceso a un préstamo de banca para el desarrollo.
Este sistema, además, representa solo un 5% de todo el crédito productivo otorgado por el sistema financiero.
Por lo anterior, Aguiar afirmó que “el modelo de negocios de los bancos, previo a la pandemia, no estimulaba la canalización de recursos hacia las pymes”.
En 2019, SBD lanzó una estrategia para el periodo 2020-2024, con el afán de ser más inclusivo, diversificar el perfil de quienes reciben los recursos del sistema y ser más ágil.
A pesar de ver con buenos ojos la visión de cada iniciativa, la Defensoría de los Habitantes señaló algunas deficiencias.
“Este esfuerzo (la estrategia) podría resultar insuficiente o no producir los efectos esperados, si el SBD no logra involucrar efectivamente en esta iniciativa a los operadores financieros del Sistema”, citó un comunicado emitido en noviembre, 2019.
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La pandemia, sin embargo, abrió las puertas para mejorar el aprovechamiento de recursos del sistema.
La actividad económica se contrae y el crédito al sector privado muestra una deprimente cifra de crecimiento del 0,8% en el último año (al cierre de junio).
Las necesidades saltan a la vista. Ahora más que nunca los operadores muestran interés en utilizar los recursos de SBD con el objetivo de sostener a las pymes mientras la economía está deprimida, y hasta que lleguen señales de recuperación.
También, la demanda surge en nuevos segmentos. Por ejemplo, el sector turismo tradicionalmente ha sido atendido por la banca tradicional, pero ahora acude a banca para el desarrollo a pedir ayuda, explicó el director de SBD.
Estos recursos son mucho más baratos, lo que explica el apetito de negocios que actualmente necesitan volver a abrir, luego de restricciones, pero no invertir grandes sumas de dinero.
“Un préstamo con fondos de banca para el desarrollo normalmente puede ser hasta cuatro veces por debajo de los precios de mercado de un crédito normal”, aseguró Omar Jiménez, gerente de Pymes y Comercios Afiliados de BAC Credomatic.
En colones, la tasa actual es al 4% y si presenta garantías, el plazo puede extenderse hasta 15 años. Mientras, un crédito comercial en el mejor de los casos llega a un 16% a 22%.
En medio de la pandemia, BAC Credomatic opta por sustituir créditos comerciales por operaciones con SBD, de forma que ha incorporado a clientes que no tenían este tipo de créditos al sistema.
Este banco también apuesta por el apalancamiento de negocios. Localiza a empresas grandes que generan encadenamientos con negocios más pequeños.
Son clientes que tienen contratos de venta, que pueden servir de garantía. Muchos del sector hotelero.
Por ejemplo, Mayca es una compañía que distribuye insumos a hoteles, a restaurantes, pero que al mismo tiempo contrata a proveedores para abastecerse de algunos productos. Este negocio genera encadenamientos, y los proveedores son los potenciales clientes del banco.
Una pyme que embotella agua es proveedora de Mayca, pero se le dificulta solventar el volumen que ese negocio requiere porque cuenta con apenas cuatro personas y vende poco. BAC le ofrece a esa pyme un crédito de SBD para que pueda satisfacer la demanda de la empresa grande y crezca.
Esta estrategia, ahora más potenciada por la crisis, es parte de lo que le ha permitido al banco pasar de una colocación de $39 millones en 2015 a $205,5 millones a julio del 2020. Estos recursos han llegado a más de 6.000 empresas.
Mucap, por su lado, apostó por lanzar un programa de líneas de crédito dirigido a pymes, con recursos de SBD y en alianza con la Municipalidad de Cartago.
Uno de los sectores más afectados por las restricciones sanitarias es el de las pequeñas y medianas empresas, y con la intención de reactivar la economía se utilizan los recursos de SBD, explicó Eugenia Meza, gerente de Mucap.
La intención es apoyar a las pymes con al menos dos años de continuidad en el negocio con préstamos de hasta 15 años plazo.
Los programas de financiamiento se orientan a sectores como el agrícola, agroindustrial, servicios, comercial e industrial.
Por su lado, el Banco Popular busca con especial interés atender a las pymes para que puedan superar su situación actual. Esta entidad está por lanzar un programa de microcréditos con recursos de banca para el desarrollo, cuyos detalles no han trascendido.
Desde el inicio de la pandemia, el Popular habilitó una línea de crédito a las micro, pequeñas y medianas empresas con buen comportamiento de pago, para atender situaciones urgentes relacionadas a capital de trabajo.
La ampliación de plazos de los créditos, con recursos de SBD, y los periodos de gracia de hasta nueve meses forman parte de la oferta que también lanzó a los negocios.
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Mejoras operativas
Los operadores deben llevar las solicitudes de crédito de los posibles beneficiarios, a quienes velan que se ejecute e implemente lo que determina la ley que creó el sistema.
Ahí es donde entra el Consejo Rector, la autoridad máxima de SBD, y la secretaría técnica.
El sistema ha registrado algunas demoras en procedimientos de aprobación, que ahora avanzan mejor, tanto a criterio de operadores como del Consejo Rector.
Un ejemplo de esto fue el cambio en uno de los fondos que forman parte del sistema.
El Fideicomiso Nacional para el Desarrollo (Finade) pasó a llamarse Fondo Nacional para el Desarrollo (Fonade) desde inicios del 2020. Este fue uno de los cambios que llegaron con la reforma a la Ley que rige a este sistema, aprobada en 2019.
Además del cambio de nombre, el fondo pasó de ser administrado por el Banco de Costa Rica (BCR) a ser comandado por el Consejo Rector directamente.
El traslado se completó en marzo, justamente al plazo máximo que le permitía la ley.
Ahora, se opera al costo, no existe una relación de rentabilidad. Además, se impuso un plazo promedio máximo para la atención de las resoluciones para que las operaciones estén formalizadas, ahora no se superan las tres semanas.
El director del Consejo admite que al asumir la administración se enfrentaron con procesos que tenían meses varados, sin resolución y sin causas que justificaran el atraso. “Existía poca capacidad de las partes de llegar a soluciones”, explicó Aguiar.
Al respecto, Renán Murillo, subgerente de Banca de Personas del BCR, explicó a EF que la entidad solo podía ejecutar las actividades y tareas que le permitía el contrato del fideicomiso, además toda instrucción debía darse en armonía con el resto del marco jurídico, al tratarse de fondos públicos.
Murillo afirmó que el banco “actuó usualmente con rapidez y eficiencia”, y que solo pudo haber atrasos ante la presencia de dudas sobre la capacidad de pago de posibles beneficiarios o de algunas instrucciones.