Róger Madrigal, presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), dice estar consciente de las dificultades que vivirán algunos sectores debido a la caída del tipo de cambio. Aun así, sostiene que sería irresponsable mover el precio del dólar para subir la productividad de los afectados cuando ese precio —a criterio del BCCR— responde a las fuerzas de la oferta y demanda de divisas.
Es decir, menciona que lo correcto es que sea el mercado el que dicta los ganadores y perdedores y no una persona en el Banco Central.
Actualmente el país tiene un tipo de cambio de alrededor de ¢520, un número que no se veía desde hace una década y que llevó a los jerarcas de tres ministerios a redactar una carta al Banco Central en la que le externaron su preocupación por el posible impacto negativo de la política monetaria y cambiaria en los sectores económicos que atienden.
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Estos jerarcas fueron los de los ministerios de Comercio Exterior, Turismo y Agricultura y Ganadería.
El Financiero se sentó a conversar con Madrigal sobre cuáles consecuencias podría traer un dólar más barato, cuál fue su reacción ante las cartas de los ministros, cuáles riesgos inflacionarios ve en el futuro y los riesgos de usar la política monetaria como una herramienta para influir en el tipo de cambio.
—¿Considera que el nivel del tipo de cambio actual responde a un precio de equilibrio?
Lo que puedo decir es que responde a fuerzas económicas que son claramente observables: el crecimiento que ocurre con turismo, con exportaciones, con inversión directa. Hay un efecto de estacionalidad en el tipo de cambio, tal vez de enero a marzo (meses de abundancia de divisas) no va a ser el mismo tipo de cambio que de julio a septiembre (meses de menor cantidad de divisas), pero lo que el banco trata de hacer hacer es distorsionar lo menos posible ese mercado cambiario para que se manifiesten las fuerzas del mercado y que el tipo de cambio sea coherente con esas fuerzas.
—De ser un precio de equilibrio, ¿le preocupa que haya un sector más grande de lo esperado que tenga costos por encima de ese precio?
Definitivamente sí, pero eso siempre ha sido así. Si usted se pone a ver, el café de los años 50 y 60 pasaron por un proceso como este. Igual cuando hubo todo el fenómeno de sustitución de importaciones, de propiciar cierto tipo de actividades y entonces ahí era una intervención estatal en que se decía: “deje de producir esto y dedíquese a producir esta otra cosa”. Pero esos fenómenos se dan siempre en todas las economías. Hay un costo en la transición, tal vez ahí es algo que nos ha faltado como sociedad: planear mejor esa transición, cómo iba a ser, pero no le corresponde al Banco Central. Probablemente sea algún tipo de política pública para suavizar esos costos, para algún apoyo, pero eso tiene un costo y usualmente es con impuestos.
—¿Entonces va a haber empresas y actividades económicas que no van a sobrevivir este proceso?
No lo sé. Se ha hablado en días anteriores de una empresa productora de banano (que cerró dos fincas y despidió empleados). El banano creció 8,3% en el año 2023. La información que me han dicho es que eran fincas que tenían alguna situación con su productividad desde hacía varios años y la empresa internacionalmente ha tenido fluctuaciones en el valor de sus acciones, no por lo que ocurre en Costa Rica. Entonces, es parte de la vida económica: hay gente que le va muy bien, gente que le va muy mal (sic) y entonces la idea del Banco Central ha sido que no haya distorsiones para que las personas tomen las decisiones con el mejor conocimiento del momento y que no va a haber una distorsión adicional por política pública.
—¿Habrá un proceso de inevitable dolor?
Hay un proceso de ajuste y es ver cómo nos preparamos mejor como sociedad, pero para prepararnos mejor lo primero que había que hacer era poner en orden la casa, que es el ajuste macroeconómico y fiscal. No podríamos pensar en políticas fiscales que compensen eso (la caída en el tipo de cambio) cuando estamos con otras leyes que aprobamos y en las que se limita el gasto.
—¿Estamos en un punto donde los generadores de política pública tienen que preguntarse qué vamos a hacer con estos sectores que pueden quedar fuera por el tipo de cambio?
Es una discusión nacional y es una decisión de la sociedad. El año pasado un grupo de exportadores me decía: “¿Pero qué vamos a hacer?”. La solución no es del Banco Central. Ustedes perfectamente podrían plantear que haya algún tipo de apoyo fiscal y es la sociedad la que va a decidir, son los diputados. Entonces lo que usted le tiene que decir a una parte de la sociedad es: “Usted pague más para que estos sufran menos”, y eso en general es parte de la política pública, es el rebalanceo de cargas, pero (el responsable) no es el Banco Central y no es el tipo de cambio.
El año pasado un grupo de exportadores me decía: “¿pero qué vamos a hacer?”. La solución no es del Banco Central”.
—Usted podrá coincidir con eso o no, pero lo que se dice en la calle, y economistas de mucho renombre también lo dicen, es que el Banco Central se siente más cómodo con un tipo de cambio que baja, ¿siente que eso le ha jugado en contra a la hora de ordenar el mercado cambiario?
No, el Banco Central se siente más cómodo con un mercado que responda a las fuerzas del mercado. No más iniciando esta gestión (mayo de 2022), la situación era muy incómoda, era de presión (al alza) y las decisiones fueron en buena medida (dejar) que se manifiesten las fuerzas del mercado. Cuando empezamos a ver que había fuerzas que no respondían a eso, que había presiones, entonces eso era lo que podía justificar una intervención.
Un economista me contó que los clientes le decían: “dólar que yo tengo, dólar que vendo” porque sienten que mientras este esta presidencia, tanto del Banco Central como de la República, el tipo de cambio va a seguir cayendo, ¿siente que esa es una idea que se ha ido multiplicando y que de alguna forma le está jugando en contra?
Puede ser, pero recuerde que esta política está anunciada desde el año 2005. Esto se dijo: el Banco va hacia un control de la inflación y para eso vamos a adoptar un régimen de metas de inflación y lo que se quiere es que el tipo de cambio deje de ser la variable ancla de la economía y que sean las expectativas de inflación.
Para la gente informada esta es la política que el Banco dijo hace 20 años que iba a tener. Lo que pasa es que hace 20 años era muy difícil que nos creyeran. En el imaginario colectivo costarricense, no importa que pasara con las variables económicas costarricenses, lo único que podía ocurrir es que el tipo de cambio subiera. Y lo que ha ocurrido es que hay variables que sí intervienen en el precio del dólar, como las exportaciones, el turismo, las ganancias de productividad, las diferencias de inflación con nuestro principal socio y todo esto tiene un efecto en el largo plazo en el tipo de cambio. El déficit de cuenta corriente en Costa Rica como promedio viene reduciéndose, ya no tenemos esos déficits de 4% o 5%, estamos hablando de déficits de no más del 2%.
Pero repito la tesis: pareciera que la gente no le cree eso. La tarea de los banqueros centrales es principalmente económica, pero no deja de tener un tinte político, o sea: usted tiene que hacer que el mercado le crea. ¿Hoy siente que el mercado le cree?
Eso no lo puedo responder, tendría que preguntarle a otras personas si me creen o no. Lo que le puedo decir es que los anuncios que el banco ha hecho, cómo se ha comportado desde que la división económica inició este camino de transitar hacia metas de inflación, ha sido todo muy coherente. Le tocará a otros juzgar si nos creen o no. Las expectativas cambiarias y de inflación dicen que nos creen.
¿El Banco Central ha fallado en explicar a quienes no le creen o hay personas que no quieren entenderlo?
La comunicación el banco la ha dado, y estamos en la mejor disposición. Hago uno y otro esfuerzo de tratar de comunicar y explicar los mecanismos de transmisión y mostrar los resultados y la vinculación del comportamiento de algunas variables macroeconómicas con el mercado cambiario y su efecto en el precio.
Lo que usted me dice, y estoy de acuerdo, es que tengo que ser más insistente, siempre hay oportunidades de mejora, entonces tengo que mejorar la forma de la comunicación. Lo tomo para mí, no en ellos, sino para mí, tengo que comunicarme mejor.
—¿Qué opinión tiene usted de esto que sucedió con los tres jerarcas del Poder Ejecutivo que mostraron sus preocupaciones con lo que estaba pasando con el tipo de cambio?
Yo los entiendo, ellos lo que hicieron fue transmitir la preocupación de una parte de la población que les pide que hagan algo, entonces ellos se la comunican al Banco Central y lo que corresponde (por parte del BCCR) es explicarlo.
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—¿Y esa comunicación es de doble vía? ¿Usted también les ha externado preocupaciones a ministerios sobre ciertos temas?
Preocupaciones no. Yo no trato de preocupar a nadie, yo me trato de ocupar en lo que corresponde al Banco Central. Sí hablamos de vez en cuando, pero yo no me meto en más temas, yo no voy a ir a hablarle a un ministro del problema de las presas, ahí no.
—¿Le llama la atención el hecho de que se hicieran públicas esas preocupaciones que le externaron ustedes los tres jerarcas?
Lo que revela es mucha libertad. Creo que ellos se sintieron con libertad de expresarle al Banco Central. Pero no me preocupa, yo lo entiendo, o sea, es totalmente intuitivo.
—¿Siente que el hecho de que el mensaje fuera así de público también pudo haber sido una forma de meter más presión?
No lo miro como presión. Ellos son voceros de un grupo de la población que por un cambio macroeconómico se sienten perjudicados. Y eso es muy humano, muy normal. Si a mí me duele esto, yo le digo, “Ay, mire qué dolor siento aquí”.
—Pero una cosa es decirle “me duele la rodilla” y otra cosa es ir a pararme afuera del consultorio y gritar: “Este doctor no me ha atendido y me duele la rodilla”.
En realidad no le he dado mucho pensamiento a eso, me parece que hicieron lo que correspondía para atender al grupo de ellos, que era transmitir la preocupación. Ese objetivo lo cumplieron.
Una de las solicitudes más comunes en materia cambiaria es que se pague anticipadamente el préstamo de $1.100 millones con el FLAR, imagino que ustedes internamente lo habrán evaluado, ¿porque no han decidido pagarlo?
La plata del FLAR (Fondo Latinoamericano de Reservas) nunca vino al mercado cambiario, entonces nunca afectó efectivamente el flujo de divisas del mercado cambiario, lo que pudo haber modificado, no estamos seguros si lo hizo, fue las expectativas porque le daba más poder al Banco Central para poder intervenir. Y ahora, si lo pagáramos, y puede que se pague, habrá que ver en qué circunstancias, esa plata no va a salir del mercado cambiario, sale de las reservas, entonces no vamos a crear una escasez. Pero tenemos un mundo mucho más riesgoso.
¿Cuáles son los principales puntos de riesgo, tanto internos como externos, que ustedes están observando y que no les permite bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM) tanto como piden algunos sectores?
Lo primero es que si hay un desalineamiento muy grande entre las tasas internas y externas eso lo que lleva es a que nos pasemos de colones a dólares, eso ya lo vimos, 2008, 2014, 2017 y buena parte del periodo 2020-2022.
¿Y esos son ahorrantes e inversores internos o externos?
Esa es una cosa que hay que aclarar. La narrativa dice que esas diferencias de tasas hace que la gente en el exterior llega e inunda Costa Rica de dólares. Eso en estos últimos 20 meses no ha pasado. O sea, no es que alguien está pegado a las pantallas de Bloomberg en Nueva York para ver qué hace Costa Rica con la TPM. Si fuese eso, lo harían en Brasil, lo harían en México, lo harían en Colombia, etc., porque tienen tasas de interés mucho más altas que las tasas costarricenses.
Sí tenemos que reconocer que el costarricense sí puede hacer esos juegos: no de traer, sino de cambiarse y dejar los dólares aquí. Luego los que se los llevan son los bancos. Cuando usted compra un dólar y lo deposita, el dólar no queda en Costa Rica, una parte de ese dólar queda en el BCCR como encaje, otra parte de ese dólar el banco va a ver si lo puede prestar, si no lo puede prestar, lo deposita en el exterior para ganar algún dinero. Si nosotros desalineamos mucho un precio, eso tiene consecuencias macroeconómicas. Entonces, el banco sí tiene una restricción. Toda economía pequeña y abierta tiene una restricción en las tasas de interés con lo que le ocurre con el resto del mundo.
Luego, más que ver mecánicamente el número interanual de inflación, que es negativo, nosotros vemos otros indicadores, vemos alguna presión en costos laborales, en el sector privado los salarios reales están aumentando, las calificaciones bajas y medias están subiendo los costos laborales. La inflación subyacente nunca ha sido negativa, cuatro de cinco últimas lecturas del IPC (índice de precios al consumidor) han sido positivas, entonces la amenaza inflacionaria está ahí, pero con prudencia, no es que vemos como algo inminente, pero no queremos sobrerreaccionar por un asunto cambiario con la tasa de interés.
El mensaje que más se escucha afuera, por medio de agentes muy vocales y muy respetados, es que la inflación está tan baja que el Banco Central podría ser menos conservador. ¿Cuál es la respuesta ante esa tesis?
Yo iría con mucho cuidado porque la inflación nos da vuelta en cualquier momento. Fue muy, muy, muy rápido que llegamos a una inflación del 12%. Espero que se generen espacios para movimientos en la tasa, pero hay que ir con mucho cuidado. La otra cosa que hablan a veces de la velocidad para la subida (y la lentitud para la baja), esa tal asimetría no existe, porque son cosas muy distintas. Una cosa es cuando sube, otra cosa es cuando baja. ¿Cuándo está más en riesgo la credibilidad? Vea que la tasa de inflación llegó a 12.1% en un periodo muy, muy corto, eso lo que nos dijo es que las expectativas no estaban tan ancladas.
¿Le preocupa la mezcolanza de política cambiaria y monetaria que se ha hecho por parte de los grupos más afectados por la caída del tipo de cambio?
Sí, pero la discusión es buena porque es una oportunidad porque al final del proceso vamos a ganar comprensión.
¿Cuánto podría influir en el tipo de cambio una reducción en la TPM?
Hasta el momento se ha visto poco porque estamos en esa zona de indiferencia. Pero llega un momento en el que pasado cierto punto usted desata esa fuerza. Uno podría pensar que con una reducción muy drástica de la TPM le decimos a los costarricense: demanden dólares. Eso naturalmente va a subir el tipo de cambio. ¿Pero cuál es el sentido de eso?
Lo pregunto porque está la esperanza (de parte de los grupos afectados) que cuando baje la política monetaria el tipo de cambio va a subir.
No, porque el Banco tiene que buscar una tasa que sea neutral, y una tasa que provoque una enorme variación cambiaria que afecte la inflación no es neutral, entonces iría en contradicción.