Al momento de adquirir un producto financiero, como un crédito, las entidades y los bancos ofrecen diferentes tasas y en algunas ocasiones, le presentan a sus clientes dos opciones: tasa fija o a tasa variable.
Sin embargo, sus diferencias son muy importantes y determinan, en gran medida, lo que va a pagar el cliente durante el tiempo que dure el contrato.
Una tasa de interés fija es un tipo de interés sobre un pasivo o deuda, tal como una hipoteca o un préstamo, que permanece igual (fijo) durante todo o parte del plazo del endeudamiento.
Por lo contrario, una tasa variable es aquel donde los pagos por la deuda o pasivo varían, al alza o a la baja, dependiendo de las condiciones del mercado financiero y por lo general, están representadas a través de una tasa de interés de referencia, como la Tasa Básica Pasiva (TBP), la TED, la Tasa Libor o Prime o la más reciente, la TRI.
"La diferencia radica en que las tasa fijas evitan o eliminan el riesgo de las tasas de interés; o sea, de los problemas que se podría tener si las tasas de referencia aumentan o disminuyen. Contrariamente las tasas variables se ajustan, cada cierto tiempo, a las condiciones del mercado", comentó el economista Melvin Garita.
Garita afirma que el uso de una tasa o la otra depende en su mayoría de las condiciones monetarias y fiscales de un país.
Por ejemplo, en un país donde el Banco Central ha hecho históricamente un buen papel manejando la inflación y el Gobierno presenta finanzas públicas sanas, sería de esperar que se presente más el uso de tasas de interés fijas.
Por lo contrario, en otras economías donde el Central ha fallado en mantener la inflación a niveles bajos y positivos, o que el Gobierno tenga problema en sus finanzas públicas, se utilizaran tasas variables en los productos financieros.
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Depende también del tipo de cliente el uso de una tasa u otra.
Si por ejemplo, una empresa o persona tiene ingresos variables que se correlacionan con determinadas condiciones, esta empresa buscaría préstamos o deudas referenciadas a una tasa variable que se ajusten a las condiciones que también tienen sus ingresos.
Sin embargo, si una persona o empresa tiene ingresos fijos o en su mayoría fijos, estos preferirían tasas fijas a las variables.
Para comprenderlo mejor, se puede tomar este ejemplo:
Imaginemos que alguien compra una casa de ¢100 millones con una prima de 20%, por lo que esa persona toma una hipoteca de ¢80 millones con una tasa fija de 7% a un plazo de 30 años. Esa persona, durante cada mes de la vida del préstamo deberá pagar el 7%, es decir ¢587.012.
Si en este mismo caso la persona toma la hipoteca a tasa variable y se toma como base de referencia la tasa TRI o la TBP a 6 meses más 1,50 puntos porcentuales, y esa tasas de referencia a seis meses se ubican en 6%, esa persona pagará al inicio del préstamo ¢559.372.
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Sin embargo, si las condiciones del mercado hacen que las tasas bajen a 5,75% o suban a 6,25%, la persona tendrá que pagar alrededor de ¢13.500 menos o más, respectivamente.
En síntesis, lo importante es que la persona considere cuál es la naturaleza de sus ingresos: si son relativamente fijos y el mercado le permite elegir una tasa fija, lo ideal es que busque productos financieros con esa naturaleza.
Por el contrario, si sus ingresos son variables y se mueven de cierta forma alineados con las condiciones de mercado, podría recurrir a productos financieros con tasas variables.