La Santa Sede no es solo una institución de fe, también es una entidad financiera. A través del polémico Banco del Vaticano, como se le conoce popularmente al Instituto para las Obras de Religión (IOR), la Iglesia Católica administra sus finanzas. ¿Qué pasará con esta entidad con la muerte del papa? Le contamos.

¿Qué es el Banco del Vaticano?
El IOR no es un banco en el sentido tradicional —no cualquiera puede abrir una cuenta o pedir dinero prestado—, se trata, más bien, de una entidad financiera que administra fondos de las instituciones católicas. Sus clientes tienden a ser diócesis, congregaciones, empleados del Vaticano y entidades relacionadas con la Iglesia.
¿Cómo se financia?
El Banco del Vaticano se financia principalmente a través de las contribuciones de instituciones e individuos vinculados a la Iglesia Católica. Además, genera réditos por las inversiones y los ingresos derivados de sus propios servicios financieros.
¿Quiénes lo administran?
El papa no es quien lo administra en el día a día, esa tarea la ejerce la dirección general y la junta directiva, ambos supervisados por la Comisión Cardenalicia. También hay una oficina de auditoría que se encarga de fiscalizar a la entidad.
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No obstante, el líder católico sí tiene una influencia importante, ya que es quien renueva los estatutos del banco, aprueba reformas estructurales y nombra a los miembros de la Comisión Cardenalicia. Es decir, es quien elige, en el mediano y largo plazo, la dirección en la que se moverá la entidad financiera.

¿Qué pasa cuando muere el papa?
Cuando el líder de la Iglesia muere, el banco no cierra ni interrumpe sus operaciones, pero su gestión y supervisión pasan a estar bajo el control del Camerlengo, quien es el cardenal encargado de la administración temporal de la Santa Sede mientras no hay papa.
La Comisión Cardenalicia del Banco Vaticano también se encarga de que, durante el periodo de elección de un nuevo líder, el banco siga funcionando con normalidad. Además, la oficina de auditoría también mantiene sus funciones de fiscalización durante el tiempo de espera.
Una vez elegido el nuevo Papa, este asume nuevamente la autoridad sobre el Banco del Vaticano y puede nombrar a nuevos miembros en sus organismos de dirección.
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¿Por qué es polémico?
A la Iglesia Católica nunca le han faltado escándalos y su banco no ha sido la excepción.
Su primer gran polémica se dio en la década de los ochenta, cuando se vio envuelto en el colapso del Banco Ambrosiano y cuando invirtió con el financista vinculado a la mafia, Michele Sindona, quien, antes de su caída, fue asesor del Papa Pablo VI y socio de la familia mafiosa Gambino de Nueva York.
El Banco del Vaticano admitió en 1984 que compartía la “responsabilidad moral” por el caso del Banco Ambrosiano y acordó pagar casi $250 millones para resolver las reclamaciones de los acreedores del banco italiano, según rescató The Wallstreet Journal.
Los reclamos más comunes de los últimos 20 años tienen que ver con lavado de dinero. En 2010, la fiscalía italiana incautó 23 millones de euros del banco por sospechas de lavado de dinero. En 2012, Ettore Gotti Tedeschi, entonces presidente del IOR, fue destituido en medio de investigaciones sobre prácticas de blanqueo. Más recientemente, en 2021, Angelo Caloia, expresidente del banco, fue condenado por malversación de fondos y lavado de dinero.
Apenas asumió el Papa Francisco, en 2013, empezaron una serie de reformas para tratar de trasparentar las acciones del IOR, Entre los cambios estuvo reforzar la supervisión de la Autoridad de Información Financiera, órgano que debe vigilar el accionar del banco, y el cierre de miles de “cuentas sospechosas”.