El mercado de criptomonedas sufrió su enésimo golpe del año con la quiebra de FTX, la segunda plataforma de intercambio cripto más grande del mundo.
Si bien el escándalo se originó con FTT, la criptomoneda de FTX, la enfermedad se propagó por el resto de activos digitales y mermó un mercado que está sufriendo un 2022 para el olvido.
Quizá la forma más gráfica de medir las secuelas de la catástrofe es a través del comportamiento de la criptomoneda reina, el bitcoin. Este activo suele ser una especie termómetro que mide la salud del mercado: cuando este sube, el resto de monedas le siguen, pero lo mismo suele suceder cuando baja.
Entre el 7 y el 9 de noviembre, fechas en las que se destapó el caso de FTX, el valor bitcoin cayó en alrededor de $5.000, lo que equivaldría a una pérdida del 23%. Algo similar sucedió con la segunda criptomoneda más grande del mercado, el ether, la cual vio una disminución del 30%.
Estas caídas no son de extrañarse, no solo por la misma volatilidad ya intrínseca en su naturaleza, sino porque se trata de un golpe muy público. FTX era la segunda plataforma de intercambio de mayor tamaño y su posicionamiento de marca tenía amplio alcance en la cultura popular: el estadio del equipo de baloncesto Miami Heat llevaba su nombre, tenía alianzas con la escudería Mercedes y los árbitros de las grandes ligas llevaban en las camisetas su logo.
Un 2022 demoledor
El 2022 ha sido una especie de baño de realidad a un mercado cripto que venía de vivir en 2021 su momento de mayor gloria. Después de un año de altos históricos, el valor de estos activos se ha alejado notoriamente de sus máximos.
El índice S&P Cryptocurrency Broad Digital Market, el cual sigue el rendimiento de activos digitales que cotizan en bolsas digitales abiertas reconocidas, registra una caída interanual del 68,91% al 14 de noviembre.
Además de FTX, otros proyectos importantes han caído. Terra, la criptomoneda “estable”, fue uno de los casos más sonados del año y su desplome, al no poder mantener más su paridad con el dólar, también resonó en el valor de otras criptomonedas.
Celsius, la plataforma de colocación de criptoactivos también sufrió un destino similar al de FTX y en junio del presente año se acogió al capítulo 11 de la ley de quiebras de Estados Unidos.
El problema está en que incluso en las criptos más sólidas ha sido difícil escapar de las pérdidas. Un reciente estudio del Banco Internacional de Pagos reveló que alrededor de un 75% de las personas que compraron bitcoin entre 2015 y 2022 perdieron dinero. Este porcentaje tan alto es congruente con un activo que es capaz de perder tres cuartas partes de su valor en tan solo un año, como le ha sucedido entre 2021 y 2022.
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Ethereum, la segunda red más grande del mundo, también vio el precio de su criptomoneda, el ether, caer en un 73% entre su techo del 12 de noviembre del 2021 y su cotización del 14 de noviembre del presente año.
Solana, la que por un momento se alzó como una alternativa al ether, también tuvo una caída aparatosa en su valor: pasó de un pico de $258,78 el 6 de noviembre del 2021 a valer solo $12,54 para el 14 de noviembre del 2022.
Una reputación más débil
Aparte de los millones de dólares que han pérdido los inversores, quizá el golpe más fuerte que han sufrido las criptomonedas está en su reputación. Esa sensación de conquista del salvaje oeste que proyectaba el mercado antes de la crisis actual se ha cambiado por uno de mayor cautela.
El mismo fundador y director general de Binance, Changpeng Zhao, propuso en Twitter la creación de un fondo de recuperación “para ayudar a proyectos que son sólidos, pero se encuentran en una crisis de liquidez”.
La época de los inversores jóvenes que alcanzaban el estatus de millonarios de la noche a la mañana se ve lejos de regresar y aunque muchos ven este mercado bajista como una oportunidad para comprar barato de cara a una recuperación, lo más probable es que se necesite más tiempo para recuperar la confianza en un mercado al que nunca le han faltado sus detractores.