La suspensión de pagos de Rusia se perfila tarde o temprano como inevitable tras seis meses de sanciones occidentales a raíz de la invasión a Ucrania, pero los expertos aún tratan de evaluar qué consecuencias tendría.
Ninguna autoridad legítima ha oficializado hasta ahora el cese de pagos de Rusia. El impago se declara generalmente cuando un Estado no ha reembolsado un préstamo o los intereses de este préstamo en una fecha determinada, o cuando se declara públicamente insolvente, como ocurrió con Sri Lanka en abril.
Una o varias de las tres grandes agencias de calificación de riesgo —S&P Global, Fitch o Moody’s— confirma entonces el impago.
En el caso de Rusia, S&P la colocó en “impago selectivo”, un paso previo a la cesación de pagos. A su vez, la agencia Moody’s mencionó un “impago” después de que a finales de junio, un grupo de acreedores no recibiera $100 millones.
El impago también puede ser provocado por la activación de los seguros de impago de deuda (CDS), a los que se suscriben los inversores para protegerse, bajo iniciativa de un comité de acreedores integrado por grandes instituciones financieras.
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Después del impago por Moscú de $1,9 millones de intereses de penalidad en abril, el comité solo declaró un “evento de impago de crédito” en junio.
En el centro del problema están las sanciones impuestas por Occidente. Las agencias de calificación ya no están autorizadas a evaluar a Rusia y el comité encargado de activar los CDS anda a tientas para respetar los nuevos procedimientos.
"No se trata de un caso típico de impago", explica Levon Kameryan, analista especializado en Rusia para la agencia de calificación europea Scope Ratings.
Las sanciones también tienen parte de responsabilidad en los incidentes de impago rusos. Estados Unidos impidió primero a Moscú pagar su deuda con dólares depositados en bancos estadounidenses y después, pagar en dólares. Rusia tampoco puede captar dinero en el mercado internacional.
Sin embargo, Moscú "tenía suficientes divisas para reembolsar sus deudas", subraya Levon Kameryan, recordando la presencia de "enormes cantidades de divisas" en las arcas del Estado por la venta de hidrocarburos.
Es por eso que el Kremlin califica el impago de "ilegítimo".
Los ojos están puestos actualmente en el comité de acreedores, que el viernes anunció que se podría realizar un procedimiento de subasta en la primera quincena de setiembre, una operación destinada a fijar un precio de indemnización a los inversores que cuentan con el famoso seguro CDS.
Entre el evento de impago de crédito y la activación de los CDS suelen pasar 30 días, recuerda George Cahill, especialista de los CDS y asociado del gabinete de abogados internacional Alston & Bird. Pero hasta ahora, ya han pasado tres meses.
Por el momento, Moscú no tiene por qué preocuparse.
"En términos de situación presupuestaria y de necesidades financieras, Rusia simplemente no es dependiente de los mercados internacionales de capitales", analiza Liam Peach, economista especializada en mercados emergentes para Capital Economics.
Para Levon Kameryan, de Scope Ratings, dos datos resumen la situación. Por un lado, las obligaciones en divisas extranjeras representan cerca de $40.000 millones, cuando el excedente ruso alcanzó en el primer semestre los $166.600 millones gracias a la ventas de petróleo y de gas.
Por otro, la deuda pública rusa está cerca del 20% del Producto Interno Bruto (PIB), mucho menos que la de otras economías de comparable tamaño.
Pero los expertos alertan sin embargo sobre los riesgos que corren las empresas rusas, mucho más endeudadas en divisas extranjeras que el Estado.
Además, a largo plazo, “un impago seguirá socavando la confianza de los inversores extranjeros en la economía rusa y desanimará un poco más la inversión extranjera en un momento en que Rusia la necesita desesperadamente”, comenta Kameryan.