La población en Costa Rica vive estresada por el dinero y no en todos los casos porque gana muy poco o insuficente para cubrir sus gastos.
Un reciente estudio elaborado por la Oficina del Consumidor Financiero (OCF) determinó que hasta un 52% del tercio de la población que recibe ingresos más altos vive con mayores niveles de tensión, a pesar de contar con más recursos que el resto y de estar menos endeudado en términos generales.
¿Por qué podría ocurrir esto? La encuesta permite llegar a algunas hipótesis. “Fundamentalmente podría asociarse a prácticas o hábitos que promueven el consumo hoy y el poco ahorro”, afirmó Danilo Montero, director general de la OCF.
La Encuesta Nacional de Endeudamiento de la OFC 2023 realizó entrevistas a 1.200 personas de entre 18 y 65 años entre septiembre y octubre de 2023. Esto implica un margen de error de solo 2,8 puntos porcentuales para las más de 3 millones de personas de ese rango de edad.
Los segmentos y las malas prácticas
El estudio determinó la existencia de tres perfiles de consumidores en la población de 18 a 65 años de Costa Rica.
Según explicó Montero, se trata de grupos muy similares en su tamaño (de entre 1 y 1,3 millones de personas), cuyas actitudes frente al uso del dinero son muy similares:
- El primer grupo se trata de las personas con ingresos menores. Principalmente son mujeres y viven en la Gran Área Metropolitana (GAM).
- El segundo grupo está compuesto por las personas con ingresos medios, de entre unos ¢500.000 y ¢1 millón mensuales. Mayoritariamente se trata de hombres, personas con educación universitaria o avanzada, y que disponen de un trabajo remunerado.
- El tercer grupo se trata de personas con ingresos mayores a ¢1 millón. Mayoritariamente jóvenes y con nivel educativo universitario.
De estos grupos, como se puede suponer, el primero es el que experimenta mayores niveles de estrés, pues se trata de personas que carecen de dinero para cumplir con sus necesidades más básicas.
“De hecho, el 60% de las personas en ese grupo tienen ingresos menores a los ¢300.000 al mes, y el 35% muestra un compromiso (para el pago de deudas) superior al 37,5% de sus ingresos”, señala el estudio.
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Sin embargo, también se registró un nivel alto de estrés en el último grupo, el que recibe más ingresos en promedio.
El 52% de ese tercer grupo dijo sentir estrés por cuestiones relacionadas con sus condiciones financieras, a pesar de que cuenta con más recursos para enfrentar su día a día.
Esto podría explicarse por malas prácticas financieras.
Mientras que un 93% de las personas con menos recursos dice elaborar listas con sus necesidades antes de realizar las compras y un 90% del mismo sector afirma que revisa las facturas de lo que adquieren, esas prácticas caen sensiblemente entre el grupo de mayores ingresos.
En ese segmento de más ingresos, solo un 53% dijo realizar listas de necesidades antes de comprar y solo un 46% afirmó que revisa sus facturas para controlar sus gastos, respectivamente.
“Posiblemente estamos hablando de jóvenes profesionales, que recién se integran a la fuerza laboral en empresas trasnacionales, con buenos ingresos, pero con una educación financiera limitada y comportamientos más impulsivos hacia el gasto. En cierto sentido, es paradójico que una fuente de estrés financiero no es el endeudamiento, sino sus hábitos financieros”, afirmó Montero.
Según el director de la OFC, “convendría ponerle mucha atención” a este sector de la población porque “cerca de la mitad” de su composición “dice preferir gastar que ahorrar y vivir al día sin preocuparse por el mañana”.
El segundo grupo (el sector de ingresos medios) más bien muestra una actitud responsable y solo un 16% de su composición dice sentir estrés financiero, según la Oficina. “Son personas que tienen un poquito menos endeudamiento (que el sector de menos recursos), relativamente maduras y que ya tienen responsabilidades o son casados (...) este es el grupo que practica los hábitos financieros más razonables y recomendables, como revisar las facturas o hacer un presupuesto”, aseguró Montero.
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Consejos
A pesar de que la educación financiera no puede seguir un mismo esquema para todas las personas, porque la situación económica plantea realidades y retos muy diferentes, existen una serie de cuestiones a las que cualquier persona debería prestarle atención para evitar agobios por el manejo de su dinero.
Según Cindy Rivera, gerente de Educación Financiera de Coopenae, hay varias prácticas esenciales para tener unas finanzas sanas y estar preparado para atender emergencias, las cuales podrían presentarse en cualquier momento. Específicamente, mencionó:
- Registrar todos los ingresos disponibles, incluyendo salarios y recursos adicionales.
- Enlistar los gastos fijos como alquiler, préstamos y servicios públicos.
- Hacer un registro de gastos variables como alimentos y entretenimiento.
- Programar ahorros mensuales con objetivos claros.
- Organizar los gastos en categorías de prioridad, como deudas y servicios.
- Establecer límites y reservar espacio para la recreación.
- Utilizar herramientas como una libreta o programas tecnológicos para el control financiero.
- Desarrollar el hábito de educarse financieramente.
A través de todos estos comportamientos no solo podrá desarrollar un presupuesto para cada mes, sino que además tendrá mayor claridad sobre su situación económica real en cada momento y cuánto esfuerzo realmente le conllevará cumplir con todas sus obligaciones.
Además, uno de los mecanismos principales para evitar el estrés financiero es adquirir el hábito de ahorrar siempre que sea posible.
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Según explicó para EF la economista y profesora universitaria, Estefany Alfaro, es ideal contar con un fondo de emergencias adecuado, el cual debería tener como mínimo con el equivalente al dinero necesario para que la persona o familia pueda afrontar tres meses sin recibir ingresos.
“Para personas u hogares con mayor hábito de ahorro o con situaciones laborales inestables, se recomienda que el fondo cubra de seis meses a un año de los gastos”, añadió.
También es crucial pagar las deudas a tiempo, cuando se tengan.
Jonathan González, administrador de empresas y profesor de la Universidad San Marcos, agregó que lo más correcto siempre es “brindar prioridad al pago de deudas con altas tasas de interés, ya que los costos relacionados a atrasos y morosidad son más altos, lo que puede limitar la capacidad de ahorrar”.
“No debemos subestimar la importancia del hábito del ahorro. Este comportamiento financiero es la piedra angular de la estabilidad económica personal y familiar”, afirmó.