Aunque la discusión del último año ha estado en parte dominada por lo que sucede con el Régimen Obligatorio de Pensión Complementaria (ROP), son los regímenes básicos como el de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) los que están enfrentando un peligro más grande: los cambios demográficos en Costa Rica.
Esto no es un tema nuevo, ya se sabe que la inversión de la pirámide poblacional podría poner en jaque las pensiones que tienen un sistema de reparto (como el IVM), sin embargo, según explica el demógrafo Luis Rosero Bixby, la expectativa se agravó debido a la “ultrabaja fecundidad” que experimentó el país en 2021 y 2022. Rosero explicó que durante estos años se registró una fecundidad de apenas 1,3 hijos por mujer.
Esta preocupación la expresó en el Foro de Pensiones organizado por El Financiero el pasado viernes 30 de junio.
Inversión de la pirámide y sus efectos
En 1975, solo un 4% de la población era mayor de 65 años, un 47% estaba entre los 18 y 64, y un 49% era menor de edad. En 2022, ese número cambió a un 10% de adultos mayores, un 66% de personas entre los 18 y 64 años y un 24% con menos de 18 años.
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Ahora estamos en lo que Rosero llamó una pirámide transicional, donde el grupo del medio se abulta. No obstante, de continuar con la trayectoria de “ultrabaja fecundidad” de los últimos dos años, para 2075 tendríamos una sociedad costarricense sumamente vieja: un 43% tendría más de 65, un 47% entre 18 y 64, y tan solo un 10% tendría menos de 18 años.
“De darse (este escenario), puede causar estragos en el sistema de reparto”, dice el demógrafo.
Estos cambios en la vejez del país dañan particularmente a pensiones como las del IVM ya que tienen un sistema de reparto con capitalización colectiva. En estos sistemas hay una transferencia intergeneracional: los trabajadores contemporáneos pagan la pensión de las personas retiradas. “El IVM va a llegar a esa situación cuando se coma el fondo de reserva”, explica Rosero.
Al haber un envejecimiento demográfico, habrá cada vez menos trabajadores por cada pensionado hasta que el sistema se haga inviable. En la década de los setenta, según los datos presentados por Rosero, habían cerca de 12 aportantes por cada pensionado, actualmente ese número cayó a poco menos de siete.
“Todavía es viable (siete aportantes), pero eso va a seguir cayendo y algunos sostienen que el umbral crítico es el valor de cuatro, que cuando se cae por debajo es cuando los regímenes de reparto entran en una verdadera crisis. Eso va a ocurrir a mediados de la década de los treinta”, dice Rosero.
Pocas soluciones
Lo preocupante es que dice que no existen soluciones demográficas para este problema. Aunque la fecundidad aumentara a dos hijos por mujer y la inmigración añadiera ciudadanos al país, es poco lo que esto podría atenuar la inminente crisis.
“¿Qué remedios hay? No muchos” dice Rosero. Aún así hay una serie de medidas que el demógrafo considera que podrían ayudar.
La primera es aumentar la edad de retiro a 72 años. Él mismo reconoce a esta medida como políticamente impopular, pero dice que le ayudaría al sistema a ganar “unos 20 o 30 años” para que, en ese tiempo, se puedan poner en funcionamiento otras medidas.
Rosero justifica este cambio no solo en el apremio por salvar el régimen, sino también en los cambios que ha tenido el envejecimiento biológico a lo largo de las últimas siete décadas.
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“La probabilidad de morir que tenía la gente en la década de los cincuenta a la edad de 60 años, es la probabilidad que ahora tiene la gente a la edad de 71. Es decir: los setentas son los antiguos sesentas”, explica Rosero.
También menciona que se podría desacoplar los aportes que realiza el Estado para que en lugar de ser un porcentaje por aportante, sea un porcentaje por recipiente. Disminuir los índices de informalidad también ayudaría a agregar bulto a la masa de contribuyentes.
Por último, Rosero propone que deberían fortalecerse los sistema de capitalización individual, los cuales son mucho más efectivos para una sociedad cada vez de mayor edad. Un sistema de este tipo es, por ejemplo, el ROP. En él usted recibe su pensión de acuerdo a sus aportes individuales y los rendimientos que estos generaron al invertirse.
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“Nosotros durante el año pasado hemos dicho que el ROP comienza a adquirir cada vez más importancia con relación a los regímenes del primer pilar (IVM, Magisterio Nacional, Poder Judicial, etc.) por dos razones: el tema de sostenibilidad y por la pérdida de valor que han sufrido los montos de pensiones que pagan (los otros sistemas)”, dice Róger Porras, presidente de la Asociación Costarricense de Operadoras de Pensiones y gerente general de Popular Pensiones, quien también participó en el foro.
Esta capitalización individual le da al ROP mejores anticuerpos para combatir el envejecimiento demográfico. El punto donde sí puede verse afectado tiene que ver con el aumento en la esperanza de vida: cuantos más años viva el pensionado, más probabilidad hay de que se coma sus fondos del ROP antes de morir.
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