El mes anterior expliqué qué es el mentoring, sus ventajas y desventajas. Ahora me refiero a algunas cualidades del buen mentor. Son principalmente seis.
Escucha activa. No es simplemente ponerse a conversar. Es asumir la posición adecuada, tomar notas, hacer preguntas inteligentes. Es parafrasear para asegurar que se entendió bien. Implica transmitir interés con el lenguaje no verbal: contacto visual y asentir con la cabeza, por ejemplo.
Compromiso. El éxito no se siembra ni se cosecha egoístamente, sino con otros. La preocupación genuina y desinteresada de velar por los demás, tendrá un efecto positivo en uno mismo y en la organización.
Curiosidad. Las personas curiosas tienden a hacer preguntas y a resolver problemas. Si no tienen la respuesta, la buscarán: difícilmente se sientan a esperar a que llegue. El mentoring es una vía eficaz para desafiar el propio conocimiento y encontrar respuestas nuevas.
Inconformismo. La actitud de apertura a nuevas realidades, implica aprender cosas nuevas. Se requiere pensar creativamente, cosas antes desconocidas, y salir de la zona de confort. Quienes deciden involucrarse en un proceso de mentoring deberían gozar de estas capacidades.
Respeto. Es saber reconocer la dignidad de la otra persona, independientemente de su condición social, sexo o creencia. Cualquier esfuerzo por que la otra persona mejore, es un acto de respeto. La educación y las buenas maneras facilitan el aprendizaje mutuo. La humildad es muestra inequívoca de respeto.
Responsabilidad. Ser buenos mentores exige diligencia, iniciativa, proactividad, ir por delante. La automotivación es propia de una persona que se compromete consigo misma y con otras. Hacer un reporte, una lista de tareas, fijarse metas de corto plazo por impulso propio, es parte esencial de una relación de mentoring.
No hace falta ser un asesor de negocios para ser un buen mentor. Basta ser paciente, con mente abierta, saber escuchar, ser optimista y, por supuesto, entusiasta. El hecho de tener frecuencia en las sesiones de mentoring es ya un buen síntoma.
No deben existir preocupaciones si las metas no se alcanzan, o si se logran lentamente. Esto no quiere decir que el mentor sea malo. Las cosas toman tiempo, y suelen pasar muchos meses hasta que pueda verse un ligero cambio en el comportamiento. Concentrarse en las cosas pequeñas puede marcar una gran diferencia. Quizá la mejor manera de aprender a ser mentor sea empezando: queda casi un año por delante para aventurarse y pedir consejo.