La retroalimentación debe ser clara y factible, no amable y vaga
Muchos directivos endulzan la retroalimentación severa, ya sea para evitar represalias o para proteger los sentimientos de los empleados. Sin embargo, hay investigaciones que muestran que los directivos tienden a sobreestimar cuán claras son sus críticas “amables” para los empleados. Para garantizar que los miembros de su equipo tengan la retroalimentación factible y clara que necesitan para mejorar su desempeño, puede hacer algunas cosas. Primero, dé retroalimentación con mayor frecuencia. Además de las evaluaciones anuales, utilice controles semanales o mensuales, capacitaciones regulares y comentarios oportunos para hablar sobre el trabajo de los empleados. La repetición reforzará su mensaje. Segundo, evite un lenguaje que pueda ocultar lo que quieres decir. Por ejemplo, “probablemente” y “una verdadera posibilidad” son frases que no todas las personas comprenden igual. Sea específico en lo que diga. Tercero, después de dar la retroalimentación, pida a los empleados que parafraseen lo que escucharon, para garantizar que lo hayan entendido. Lo ideal es que sean proactivos al hacer preguntas cuando sea necesario pero, si no lo son, ninguno de ustedes obtendrá lo que necesita de la conversación.
Este consejo fue adaptado de “Are You Sugarcoating Your Feedback Without Realizing It?”, de Michael Schaerer y Roderick Swaa.
Para mejorar el pensamiento crítico de sus empleados, ayúdeles a practicar
Un aspecto importante del pensamiento crítico es la capacidad de comparar ideas con claridad y de manera concisa. Es una habilidad que mejora con la práctica, como cualquier otra. Para ayudar a sus empleados a mejorar su habilidad de revisar una variedad de información, dé oportunidades informales para que lo intenten. Por ejemplo, después de la llamada de un cliente, podría pedirle a alguien que diga, en unas pocas oraciones cortas, cuáles fueron los puntos más importantes. O, tras una reunión de planeación estratégica, podría pedirle a alguien que mencione los pros y los contras de las iniciativas que se debatieron. Si los empleados tienen problemas para identificar los factores importantes, intente usar un ejercicio mental con recursos restringidos: “Si pudieras compartir solo una visión con su director ejecutivo, ¿cuál sería?” o “Si solo tuviéramos mil dólares para este proyecto, ¿cómo deberíamos repartirlos?”. Sabrá que la persona dominó esta habilidad si puede, en el momento, resumir los puntos clave de un proyecto y sus consecuencias para el trabajo futuro.
Este consejo fue adaptado de “A Short Guide to Building Your Team’s Critical Thinking Skills”, de Matt Plummer.
¿Debe tomar las grandes decisiones con base en los datos o en su intuición?
Al momento de tomar una decisión importante, ¿debería confiar en sus instintos o recabar más información antes de decidir? Hay dos factores que considerar. El primero es si tener más datos en realidad ayudará a escoger la opción adecuada. Por ejemplo, si su empresa está considerando una nueva idea de producción, puede hacer una investigación de mercado y evaluar las ofertas de su competencia… pero esa información no garantizará que la gente vaya a comprar su producto. En una situación como esta, podría considerar los datos que tiene a la mano y después confiar en sus instintos. El segundo factor es el contexto del problema que está enfrentando. Si hay modelos mentales y esquemas exitosos para este tipo de decisiones, tal vez sea buena idea que los use. Por otro lado, si intenta diferenciarse de la competencia que ha seguido esos modelos, el instinto podría ser la mejor opción. Y recuerde: la intuición se basa en la información objetiva y subjetiva que ya tiene, así que, hasta cierto grado, su instinto se basa en la información.
Este consejo fue adaptado de “When It’s OK to Trust Your Gut on a Big Decision”, de Laura Huang.
Si todo el tiempo se siente abrumada, pruebe esto
Entre el trabajo, la familia y nuestras vidas personales, no es ninguna sorpresa que muchas de nosotras nos sintamos abrumadas una buena parte del tiempo. Si su lista de pendientes nunca parece reducirse, toma su distancia y pruebe una nueva estrategia. Por ejemplo, considere si ciertas tareas le están estresando más que otras. Si es el caso, primero concéntrese en esas: termine un proyecto grande lo más pronto posible, o dividea un objetivo complicado en más pasos manejables. También debería analizar si sus tendencias perfeccionistas están estorbando. Para cada tarea, piense cuál es el grado “suficientemente bueno”, y sea honesta para determinar si invertir más tiempo en algo lo mejorará de una forma significativa (si no es así, tome un respiro y siga adelante). Por último, pregúntese cuáles pendientes en verdad merecen su tiempo… y luego delegue los que no lo merezcan. ¿Podría mandar a un empleado a una reunión en la que no necesitas estar o subcontratar a alguien para que cocine la comida en su casa si a usted no le gusta cocinar? Pensar en cómo está usando su tiempo puede ayudar a usarlo de una manera más sensata.
Este consejo fue adaptado de “How to Deal With Constantly Feeling Overwhelmed”, de Rebecca Zucker.