Dos historias. Primera: en estos días estaba coordinando una llamada con un director de una empresa en Suecia y me pidió fuera lo más tarde posible para él, ya que ese día a él le tocaba darle de comer a sus hijos, prepararles la merienda para la escuela y acostarlos.
Segunda historia: mujer joven, que estudió ingeniería mecánica, a cargo del área de mantenimiento en una empresa y de un equipo conformado solo por hombres. Se ha ganado el respeto mostrando que sabe lo que hace y generando conexión con su equipo más allá de los estereotipos.
Estos casos me hicieron pensar lo importante y necesario de ver más allá del género y ver a la persona y sus talentos. Ambos casos nos muestran a personas en roles “no tradicionales” según nuestra sociedad. Pero, ¿quién define lo que es tradicional o no?
En el caso del Director de Suecia me llamó poderosamente la atención, la naturalidad con la que expresó sus responsabilidades familiares y la importancia de mostrarse como persona, como padre, más allá de su rol ejecutivo. También puso como prioridad a sus hijos.
Sin embargo, este es uno de los obstáculos que muchas veces encuentran las mujeres cuando quieren hacer lo mismo.
En el caso de la Ingeniera, ella contaba que desde niña mostró inclinación por máquinas y camiones y sus padres nunca le dijeron que eso era cuestión de hombres y siempre la apoyaron. A pesar de que ha tenido que “demostrar” a sus colegas de qué es capaz y que puede realizar lo mismo que ellos.
Esto nos muestra la importancia de la familia para desarrollar el potencial más allá del género y como este Director y esta Ingeniera replicarán lo que aprendieron de sus padres, en sus hijos, lo cual contribuirá a desarrollar su potencial y a generar que se rompan paradigmas.
Los hombres y las mujeres son necesarios en los lugares de trabajo, porque aportan visiones distintas, pero no debemos encasillarlos. Ambos estilos de liderazgo son necesarios y se complementan. No se es mejor líder por ser hombre o por ser mujer. Se es mejor líder por que cada uno desarrolla sus capacidades y comprende las necesidades de todas las personas que trabajan con ellos.
Las empresas pueden ser muy abiertas a la diversidad, pero esto es solo el primer paso. El segundo y más importante es ser inclusivos, es decir que cada uno se sienta apreciado y valorado por lo que es es, sin etiquetas y sin estereotipos.